Oscar Centurión no tuvo ni tiene una vida fácil. En absoluto. A los 4 años se le detectó el Síndrome de Morquio, una rara enfermedad que le fue generando serios problemas físicos, un trastorno hereditario que se presenta en uno de cada 200 mil nacimientos. Esto provocó que pase 41 años dependiendo exclusivamente de otro para poder movilizarse. Pero eso, este 2023 cambió.

Tímido, de voz baja pero con una sonrisa de oreja a oreja que lo distingue, le llegó a la comunidad de San Francisco con sus necesidades y fue apoyado para que su vida sea un poquito mejor.

Hincha fanático del Club Atlético San Isidro (CASI), que fue parte de lo obtenido, acompaña al equipo desde finales de los noventa sin importar que haga calor, frío o llueva; tampoco si pelean por un título o por no descender. Es la fidelidad hacia un club hecha persona.

La primera campaña solidaria para ayudarlo fue en abril. Como padece hipoacusia neurosensorial bilateral, San Isidro armó un circuito de lavado de autos frente a la sede de calle Corrientes donde el plantel completo de Liga Argentina, junto a alumnos y directivos de la institución, lavaron vehículos y recolectaron el dinero para comprarle dos audífonos digitales.

Fue allí que habló de su necesidad mayor, la de poder trasladarse por cuenta propia. Su sueño llegó a oídos de la jueza de Ejecución Penal María Teresa Garay, quien no dudó en colaborar y aportar los fondos para comprar una silla motorizada y de alta tecnología hecha a medida, la cual estaba valuada en dólares. Incluso, en el medio ante los vaivenes de la economía cambió su precio. La inversión final fue de $ 1.619.000.

“La silla me va a dar más independencia. La vida será diferente porque siempre dependí de los demás: ‘tráeme esto, alcánzame lo otro’. Así era y ahora lo puedo buscar yo. Es algo impresionante”, destacó Oscar a El Periódico en agosto pasado. La entrega se hizo en el club y fue encabezada por el presidente, Alejandro Aimaretti.