Oscar Centurión (41) tiene una sonrisa tan grande que invade su rostro. Sus ojos brillan y está subido a su sueño: una moderna y súper confortable silla de ruedas motorizada que le cambiará para bien su vida. Sobre todo porque le dará independencia, esa capacidad de actuar, tomar decisiones y valerse por sí mismo, algo que antes no podía.

Alrededor de él están sus padres Eduardo y Mercedes, desbordantes de felicidad y visiblemente emocionados. Los tres están parados sobre el parqué de la cancha central de básquet del Club Atlético San Isidro (CASI). Los acompañan parte del plantel de Primera, su técnico Daniel Beltramo, las chicas del básquet y el vóley, y dirigentes encabezados por el presidente Alejandro Aimaretti.

Oscar es parte del CASI, un hincha fanático que -como él mismo dice- acompaña al equipo desde finales de los noventa sin importar que haga calor, frío o llueva; tampoco si pelean por un título o por no descender.

Oscar, pura felicidad con la donación de la silla.
Oscar, pura felicidad con la donación de la silla.

Lleva sobre sus espaldas una historia de vida muy dura. A los 4 años se le detectó el Síndrome de Morquio, una rara enfermedad que le fue generando serios problemas físicos. Se trata de un trastorno hereditario que se presenta en uno de cada 200 mil nacimientos. Sin embargo, eso no lo amilanó.

Esta vez, le tocó ser figura

Es miércoles y toda esta gente se congregó en las instalaciones de calle Corrientes para hacer la entrega oficial de esta silla que llegó luego de una cadena solidaria inmensa que comenzó en abril pasado. Esa vez, se consiguieron audífonos para mejorarle su escucha y fue allí donde Oscar deslizó sus ganas de poder contar con este aparato para poder moverse solo.

Su sueño llegó a oídos de la jueza de Ejecución Penal María Teresa Garay, quien no dudó en colaborar y aportar los fondos para comprar una silla motorizada y de alta tecnología hecha a medida, la cual estaba valuada en dólares. Incluso, en el medio ante los vaivenes de la economía cambió su precio. La inversión final fue de $ 1.619.000.

Dirigentes, DT's, jugadoras y jugadores de los distintos equipos de San Isidro junto a Oscar.
Dirigentes, DT's, jugadoras y jugadores de los distintos equipos de San Isidro junto a Oscar.

“La verdad que no esperaba tan rápido tener esta silla, para mí era un sueño muy lejano. Sinceramente no lo esperaba, aunque vi que la campaña tuvo gran repercusión”, dijo Centurión a El Periódico.

- ¿Recordás ese momento en que te avisaron que había una silla para vos?

- Cuando Alejandro (Aimaretti) me dijo de la silla yo estaba en Córdoba haciéndome un tratamiento médico. Justo estaba solo en la casa de mis hermanas. No te imaginás la alegría, pegué un grito, varios gritos y se me caían las lágrimas.

- ¿Qué vas a ganar?

- Me va a dar más independencia. La vida será diferente porque siempre dependí de los demás: ‘tráeme esto, alcánzame lo otro’. Así era y ahora lo puedo buscar yo. Es algo impresionante.

- ¿Qué es San Isidro para vos?

- San Isidro para mi es todo, lo sigo desde el 98 y desde el primer partido que fui me atrapó el deporte y jamás dejé de ir, con los peores calores, tormentas, ascenso y descenso. Siempre estuve acá.

Oscar, montado en su nueva silla, se convierte por un rato en la figura del club. Prueba el vehículo, lo hace circular por la cancha donde suelen correr sangre, sudor y lágrimas. Choca su puño derecho con quienes lo alientan. Después de tanto esperar y sufrir, le llegó su momento de gloria.

La primera campaña

A Oscar con el correr de los años la enfermedad se le fue desparramando por las piernas afectando su crecimiento y la audición. Intentaron operarlo pero por el problema respiratorio que también se le generó fue complicado.

Para la hipoacusia neurosensorial bilateral que padece, San Isidro llevó adelante en abril pasado una campaña para comprar dos audífonos digitales a un costo de 402 mil pesos.

Frente al club sobre calle Corrientes, el plantel completo de Liga Argentina, junto a alumnos y directivos de la institución, armaron un circuito de lavado de autos al paso y con donaciones a voluntad.

Para Alejandro Aimaretti, presidente de San Isidro, se dio una “cadena de lindas acciones”. Definió a Oscar como "un tipo extraordinario" y aseguró que ayudarlo “nos hizo un poquito mejores a nosotros”.