Como cada año, numerosas historias se tejen en las aulas de las escuelas primarias para adultos: se tratan de experiencias de vida, generalmente difíciles, que buscan una nueva oportunidad. Este año El Periódico reflejó varias de ellas.

Una de ellas corresponde a Margarita Ferreyra, que a sus 83 años terminó la escuela primaria, algo que siempre soñó pero por distintas cuestiones de la vida se vio impedida de hacerlo.

Oriunda de Villa Concepción del Tío, Margarita dio sus primeros pasos en marzo en la primaria nocturna para adultos José Bernardo Iturraspe, que funciona en el edificio de la escuela Yrigoyen, por decisión personal, pero con el apoyo incondicional de su familia.

Tomar la decisión de estudiar a sus 83 años fue una novedad que sorprendió a su familia, que decidió acompañarla. Y, si bien aseguró que le costó, sostuvo que quedó maravillada con lo que aprendió y que extrañará los días en las aulas de la escuela que le dio lo que siempre anheló.

Las hermanas que terminaron juntas la escuela primaria

Historias que inspiran: terminar la primaria siendo adulta mayor

También nuestras páginas reflejaron la historia de las hermanas Adriana del Carmen y María Rosa Paz, que decidieron juntas terminar sus estudios primarios. Lo hicieron en el centro comunitario La Virgencita, que tiene convenio con Cáritas y funciona como extensión áulica en San Francisco del Cenpa de Freyre.

Como en muchos casos, les fue difícil el estudio siendo niñas; más allá de que empezaron la escuela, al cabo de unos años debieron abandonarla. Pero a los 62 y 61 años, con una familia consolidada y nietos orgullosos de sus progresos, la vida les daría una revancha.

A modo de balance, ambas expresaron: “Es lindo estudiar, uno sin saber leer y escribir no se sabe defender”.

“Tenés que ponerte en positiva”, agregaron, dejaron atrás cualquier rastro de vergüenza que alguna vez pudieron sentir. Hoy el sentimiento es de orgullo.