Sobre el federalismo y los pitucos de Recoleta
ANÁLISIS. Detrás del impacto de las palabras de Llaryora hay un reclamo profundo: el del interior contra el centralismo porteño, por políticas más federales. ¿Cuánto hacía que el tema no se instalaba en la agenda de candidatos en Buenos Aires?
El resonante triunfo de Hacemos Unidos por Córdoba con la candidatura de Daniel Passerini a la intendencia de Córdoba y algunas frases del discurso del gobernador electo Martín Llaryora se mantuvieron durante toda la semana como uno de los temas más comentados en medios de todo el país y también en redes sociales. Con unas u otras palabras, con un tono u otro, el ex intendente de San Francisco parece avisar que va a buscar una proyección nacional, plantear reclamos de federalismo y meterse en la discusión de los temas nacionales.
"Basta de que nos vengan a explicar qué hacer los pituquitos de Recoleta", fue sin dudas la frase más comentada del discurso pronunciado por Llaryora, que originó no solo cientos de análisis políticos y comentarios en redes sociales, sino hasta chistes y los infaltables memes.
Por la alusión a la Capital Federal y su posicionamiento como dirigente nacional, las palabras de Llaryora fueron muy comentadas en medios de Buenos Aires durante toda la semana, con elogios y también con críticas, con interpretaciones de todo tipo; y, sin dudas, lo posicionaron como un futuro gobernador del interior que ya plantea un fuerte reclamo de políticas más federales para el gobierno del país.
Por un lado, es evidente que no hay que quedarse con las palabras de Llaryora de forma literal, porque detrás del “pituquitos” hay un reclamo mucho más profundo e importante: el del interior contra el centralismo porteño, algo tan antiguo que antecede a la conformación de nuestro país, pero que no por viejo pierde vigencia ni le quitaría razón.
En segundo lugar, no solo no es nuevo sino que es un reclamo histórico compartido por muchos otros gobernadores, aunque no todas las provincias tienen el peso de Córdoba en el mapa político. En el peronismo, estas posturas ya las defendieron también en su momento José Manuel De la Sota e incluso Juan Schiaretti tuvo también sus frases singulares en los últimos años cuando en el gobierno de Mauricio Macri decía que no se podía gobernar desde Buenos Aires hacia el interior mirando solo planillas de Excel.
Además de que fue televisado en vivo por medios de todo el país, quizás lo distinto ahora fue el tono a los gritos y también los principales destinatarios de su discurso: prácticamente se lo dijo en la cara a los dirigentes de Juntos por el Cambio que habían llegado muy confiados a Córdoba para celebrar lo que esperaban que fuera una victoria de Rodrigo De Loredo que no fue.
A algunos las críticas de Llaryora les parecieron desmedidas. A otros no les gustó el tono. Él mismo minimizó esa cuestión y en cambio pidió salir “del centralismo de los últimos gobiernos y mirar al interior del país”. Difícilmente el mismo mensaje con tono mesurado y aire de estadista hubiera tenido el mismo impacto y logrado plantear el tema en la agenda nacional. ¿Cuánto hacía que el jefe de Gobierno porteño o los precandidatos presidenciales no tenían que dar respuestas a las críticas de un gobernador del interior? ¿cuánto hacía que no les echaban en cara a dirigentes de Buenos Aires un centralismo que ellos no mencionan? ¿cuánto hacía que estos dirigentes no tenían que improvisar una respuesta ante reclamos de mayor federalismo, ya que el asunto no está en su temario de campaña?
Si te cabe el poncho…
Aunque después aclaró que sus dichos no fueron dirigidos a nadie en particular, hay que tomar nota de quiénes reaccionaron. No por casualidad fue criticado casi exclusivamente por dirigentes porteños de Juntos por el Cambio y especialmente en el canal LN+ (La Nación), muy vinculado al macrismo y en el cual sus principales conductores son abiertamente antiperonistas. En esa señal Llaryora fue cuestionado durante la semana por algunos de sus conductores y hasta le dieron órdenes: “Bajate del poni, Llaryora”, una expresión de arrogancia que jamás utilizarían con el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo.
Lo más grotesco fue cuando otros dos periodistas del mismo canal buscaron “picantear” mostrando la imagen de una lujosa y enorme casa en el country más exclusivo de la ciudad de Córdoba, que le atribuyeron a Llaryora. En realidad, se trataba de la casa de Luis Juez, valuada en cerca de un millón de dólares y estrenada hace un par de años. Pocos tenían presente hasta ahora la capacidad de ahorro del frustrado ex candidato y todavía senador.
Pero el ex intendente de San Francisco no se bajó del poni, como le pretendieron ordenar en el canal de Buenos Aires, y mantuvo en la semana su reclamo por mayor federalismo. Quienes pretendan colocarlo con lecturas simplistas de uno u otro lado de la grieta nacional quizás vayan a decepcionarse con frecuencia. Los manejos y equilibrios políticos son bastante más complejos y el gobernador electo insiste en que comenzó una nueva etapa en el peronismo cordobés, proyectando otra inserción en la política nacional. Lógicamente, en ese cambio de época y renovación en la mesa que todavía comparte con Schiaretti más temprano que tarde impondrá su sello propio y marcará sus diferencias.
Es muy pronto para aspiraciones presidenciales. Los partidos hay que jugarlos, primero que nada; son largos y los resultados cambiantes. Es claro que una palabra o frases resonantes de un discurso pasado mañana quedan en el olvido. Las construcciones y luchas políticas necesitan mucho más que eso y desde aquella intendencia en 2007 en nuestra ciudad Llaryora supo gestionar y manejarse hasta llegar hoy a un liderazgo incuestionable en el justicialismo provincial. Y con su discurso, el sanfrancisqueño ya avisó: desde Córdoba va a buscar proyectarse a nivel nacional con una relevancia mayor a la de sus antecesores en el cargo. El tiempo dirá.