Valentino Ponce murió siendo tan solo un niño. Vivió parte de sus 3 años enfrentando la vida como un adulto. Soportó dolores muy fuertes causados por una enfermedad tan cruel como el cáncer. En su caso, cruel por demás.

Seguramente lloró, pataleó e hizo todo lo que una criatura a su edad puede hacer. Pero también rió mucho, jugó y llevó alegría a su hogar. Y vivió cuidado y arropado por el gran amor de toda su familia, como lo necesita todo niño.

A “Valen” le diagnosticaron en abril de 2021 un neuroblastoma estadio 4 de alto riesgo, un “raro” tipo de cáncer que se presenta normalmente en bebés y niños de corta edad.

Aunque fue sometido a los más exigentes tratamientos en la Clínica Vélez Sarsfield de la ciudad de Córdoba, lamentablemente su estado fue empeorando y la única salida, aseguraba la familia, era un costosísimo tratamiento especial en la ciudad de Barcelona, España.

Cuando sus padres escucharon que debían recaudar más 35 millones de pesos para poder operar a su hijo, allá por diciembre pasado, todo pareció desmoronarse. Sin embargo, Valentino sacó lo mejor de nosotros como ciudad, como comunidad y todos, aunque sea por un tiempito, fuimos parte de esa familia encabezada por Paola Favot y Jorge Ponce.

Se puso a disposición una cuenta bancaria para quienes podían ayudar económicamente mientras se proyectaba una rifa con numerosos premios. Los primeros pesos empezaron a aparecer y a sumar las primeras gotas en esa maratónica tarea de formar un océano.

Luego aparecería una iniciativa conjunta entre el artista plástico Ramón “Monchito” Cortez, El Periódico y un equipo de martilleros de San Francisco al mando de Mario Sclerandi y Fernando Panero. Se armó una subasta que empezó con cinco cuadros en oferta pero terminó con más de 60 lotes que salieron a remate en enero de este año. Algo impensado por la rapidez con que se armó todo.

“Cuando comenzamos el remate explicamos que no era uno común y corriente sino solidario, donde el producto se iba a comprar con el corazón y no con el bolsillo. La gente absorbió ese mensaje y hubo hasta 350 personas conectadas durante mucho tiempo participando hasta altas horas de la madrugada”, contaba el martillero Panero.

En la previa se estimaba recaudar medio millón de pesos como máximo, aunque ese monto se duplicó y hasta se superó: 1.129.000 de pesos. En algunos casos, personas que adquirían los elementos los volvían a donar a la subasta para que pudieran ser vendidos nuevamente y así recaudar más dinero.

A la par, la cuenta bancaria seguía abierta y engrosándose; se sumaron shows artísticos, peñas, eventos deportivos, rifas y mucho más. Toda la ciudad y hasta la región se involucró en la campaña: Barcelona estaba más cerca.

Una sonrisa contagiosa

Los meses fueron pasando y Valentino en cada nota periodística aparecía con una sonrisa casi pintada en su rostro, muy contagiosa. Tanto que nos ponía felices a todos. Era nuestro niño también.

Sobrellevó en los últimos meses diversos tratamientos, quimioterapias y cirugías.

Fue el 27 de marzo de este año cuando llegó la noticia más esperada por la familia y por toda la comunidad: "Llegamos al objetivo", posteaba su madre al obtener los fondos necesarios para el tratamiento en Europa.

Valentino venía de hacerle frente en ese momento a una importante cirugía donde se le extirparon 2,5 centímetros de su tumor principal. Fueron cuatro horas de cirugía en un centro de salud cordobés.

Ya en mayo, el niño, su hermano y sus padres arribaron a Barcelona con la ilusión a cuestas. En ese momento se presumía que lo peor quizás había pasado. Pero tristemente no era así; un par de meses bastaron para que el sueño se desvanezca. El tratamiento no fue efectivo y el grupo familiar regresó a la Argentina.

“Les queremos informar que luego de varios estudios y análisis, tenemos la confirmación de que el tratamiento no fue efectivo. La enfermedad se encuentra nuevamente en progresión. Los resultados, lamentablemente, no son los que esperábamos. Vale continuará con quimioterapia y radioterapia en Córdoba”, contaba apesadumbrada su mamá Paola.

Triste desenlace

Este lunes 10 de octubre la vida de Valentino se apagó. El niño luchó por más de un año, pero su cuerpo no aguantó más. Seguramente no hay consuelo posible ante tanto dolor, pero tampoco habrá nada que reprocharse.

Valentino provocó que como ciudad demostremos que somos capaces de unirnos detrás de un objetivo y apoyar a uno de los nuestros. Nos llamó a unirnos por una causa justa aportando lo que teníamos al alcance de la mano, fuera mucho o poco. Eso no importaba porque cada gota sumó al océano conseguido.

Su pérdida es una daga directa al corazón, nos pone muy tristes. También nos hace reflexionar. Sí hay algo que tenemos en claro: lo recordaremos como el niño que sacó lo mejor de nosotros.