La escuela de oficios para chicas que les abrió las puertas a un mundo nuevo
Antes Hogar y Patria, hoy Ipem 96 “Pascual Bailón Sosa”. Más allá del nombre, la esencia de la escuela que cumplió 70 años se mantiene viva. Ingresaron siendo niñas, egresaron como profesionales y por eso son un orgullo para las docentes que las guiaron.
Hace 70 años, San Francisco tuvo su primera escuela de oficios para mujeres. Al inicio se la llamó Escuela Profesional de Mujeres (EPM) y poco después la renombraron como Escuela Técnica Hogar y Patria.
Con la educación como bandera pasaron de enseñar oficios al Bachillerato y sus estudiantes se convirtieron en profesionales y empleadas muy buscadas por comercios y fábricas de San Francisco.
Pierina Perfumo es una de las fundadoras y tuvo como gran compañera mucho tiempo a María Raquel Scarafía, que fue secretaria docente. Ambas impusieron autoridad, pero también supieron darles cariño a las chicas y por eso son muy recordadas. Y pese a que las denominaciones cambiaron, también los edificios y ni que hablar de las autoridades, de alguna manera inexplicable el espíritu con que iniciaron la institución sigue vigente.
Perfumo y Scarafía transitaron gran parte de su vida por los pasillos de los edificios donde estuvo la escuela, primero el que ya no existe de la “Rafael Núñez”, después el de calle Belgrano al 2100 (donde hoy está el Ceder) y ahora, en el caso de María Raquel, el de Av. Trigueros 151.
Inicios
Las clases empezaron a dictarse en septiembre de 1952, en una época donde el país le empezaba a dar un rol diferente a la mujer, apostando a su formación e independencia. Ya no bastaba con que ellas supieran leer y escribir, era necesario que pudieran aspirar a un oficio que les permitiera salir adelante.
Con esa consigna nació el EPM y ahí estuvo Pierina Perfumo desde el comienzo para “tirar del carro”. Esta valiosa docente, que llegó a desempeñarse como directora, dijo a El Periódico que “había mucha necesidad de crear una escuela de esa naturaleza porque muchas jóvenes necesitaban desarrollar una profesión que les permitiera tener ingresos y a la vez aprender”.
Scarafía acotó: “De ahí salieron muchas chicas trabajando y enseñando en muchos lugares, eso hacía especial a la escuela porque tomaban una especialidad y un oficio. Comenzó enseñando Manualidades y mirá hasta donde llegó ahora la escuela”.
Tanto Pierina como María Raquel crecieron a la par de la institución. La primera empezó como docente y llegó a directora; su compañera, en tanto, pasó de Oficial Cuarta (cargo administrativo) a secretaria docente.
Transformación
Inicialmente la escuela comenzó con el fin de brindar conocimientos sobre un oficio y a la vez acompañar con contenidos de cultura general. Por eso yendo a esa institución las chicas podían optar entre las especialidades de Manualidades, Corte y Confección además de Administración.
Con el tiempo se logró la autorización para convertirse en un Bachillerato: “Luchamos porque la escuela tome su identidad y que el título tenga validez para las egresadas, siempre fueron muy bien reconocidas, cuando muchas personas necesitaban una empleada venían a buscar orientación sobre quien podría ser”, recordó Pierina, quien fue artífice de esas negociaciones como autoridad para la recategorización.
Stella Maris Finetti, Mercedes Boscarol y Mónica Sosa son parte de esa historia en su rol como estudiantes. Ingresaron en 1973 y egresaron en 1978 de las especialidades de Corte y Confección y Contabilidad.
“En ese momento cuando nosotras comenzamos empezó a ser Bachillerato, por eso eran seis años, antes eran solo especialidades. En nuestro caso podíamos con el título dar clases en el área que nosotros habíamos estudiado”, indicaron las mujeres que cursaron sus estudios en el edificio de calle Belgrano al 2100.
“Fue una escuela de avanzada”
Pierina inició como docente y llegó a convertirse en directora hasta que se jubiló, desde entonces “siempre extrañó la escuela” aunque está orgullosa de la importancia que adquirió en la sociedad.
Al referirse a esa impronta ejemplificó con un caso puntual: “Fue la primera escuela en lograr que se aceptara a personas con discapacidad. Me fui a Córdoba, hablé con el ministro y expliqué que no les podíamos quitar la posibilidad de estudiar”.
A esto se sumaba la sana costumbre de visitar las aulas y detectar quien se había ausentado. Cuando esto sucedía rápidamente con alguna otra colega iban al hogar de las chicas. “Siempre que una alumna faltaba íbamos a buscarla a la casa. La escuela es muy importante, si uno no se prepara para la vida qué hace. Nadie debe abandonar la escuela a pesar de las dificultades que tenga.”, enfatizó.
Los cambios no modificaron la esencia
En su momento, la escuela fue un gran aporte para la sociedad. Las chicas que estudiaron allí obtuvieron un título válido y se desempeñaron en diferentes oficios. El éxito hablaba por sí solo ya que eran los mismos empleadores los que buscaban candidatas yendo a la institución.
Eso, entiende Pierina, “les permitió avanzar y aspirar a tener otra situación en su vida” y es algo que se compartió a lo largo de los años a pesar de los cambios.
“Cada avance es una satisfacción inmensa para mí. Siempre digo que nació para ser grande, a pesar de las dificultades avanza y los directivos se preocupan para que así sea. El espíritu fundacional sigue vigente, los alumnos no eran solo alumnos, eran parte de nuestra familia”, añadió.
A María Raquel la pregunta la embarga de emoción y aseveró que “se dedicó por completo a la escuela” y siente una “gran satisfacción por el crecimiento que las entonces adolescentes tuvieron en la vida”.
En su caso graficó: “Cuando se inauguró la escuela nueva (en el Ipem 96) todavía vivía en San Francisco y yo iba todos los días a recuperar y transmitir la historia porque era una de las pocas que la sabía. En ese momento yo era feliz por hacerlo. Yo amé, la quise y me emociona mucho la escuela. El sentimiento es muy fuerte”.
Egresadas y amigas
El Hogar y Patria dejó una gran huella en todas las chicas que pasaron por allí, entraron siendo niñas y salieron como mujeres que podían enfrentar los avatares del mundo con poderosas herramientas educativas.
Las relaciones que forjaron en la institución persisten hasta la actualidad porque se juntan para recordar aquella época que fue la más hermosa para ellas. “Fueron años que nos tocó vivir cosas muy fuertes como por ejemplo la caída de un gobierno constitucional, el fallecimiento de Juan Domingo Perón, la dictadura militar”, explicaron Mónica, Stella y Mercedes.
Incluso una de ellas, curiosa, presenció la revuelta que significó el segundo Tampierazo o los movimientos de secuestro de personas que fueron víctimas del Proceso de Reorganización Nacional iniciado en 1976.
Nada de esto empañó el recuerdo de sus maestros y la predisposición hacia la enseñanza: “Los profesores de ese momento fueron lo mejor que nos pudo haber tocado, entre ellos había profesionales que nos daban materias específicas. Amábamos a nuestros profes, todos nos dejaron algo para atesorar”.
La vida cambió para las estudiantes como soñaba Pierina. Aunque para algunos “era mal vista”. Si se mantuvo a pesar de todo fue porque eso no le importó a ninguna de las personas que pasaron por esas aulas. Todas, así hayan pasado 70 años, defienden con orgullo a su eterno y verdadero Hogar y Patria.
Los 70 del Bailón
La institución se fundó en 1952 con el nombre "Escuela Profesional de Mujeres” y luego se la renombró como Escuela Técnica Hogar y Patria. Más adelante en el tiempo su nombre se cambió pasando a ser "Pascual Bailón Sosa" y desde 1997 se denomina como Ipem 96 "Pascual Bailón Sosa".
Con su edificio también hubo una transformación dado que originariamente funcionó en el antiguo inmueble de la Escuela Rafael Núñez y tiempo más tarde adquirió instalaciones propias en calle Belgrano al 2500 donde hoy funciona el Ceder.
Recién en 2001 se trasladaron a la dirección de Av. Trigueros 151 en barrio Independencia, espacio realizado bajo un plan de construcción de escuelas impulsado por el extinto gobernador José Manuel de la Sota. Siempre se caracterizó por ser una escuela de puertas abiertas, empática, solidaria y –según marcan- distinta a las demás.