Mauro Sánchez (62) lleva los números en la cabeza. Se trata de un vecino de San Francisco que tiene una importante trayectoria como quinielero. O como él prefiere contarlo: “Hace 36 años y cinco meses que estoy con este comercio, serían 13110 diez días para aquellos que les gustan jugarle a los números”, sostiene con una sonrisa.

Sánchez es propietario de la Agencia de Quiniela 137, ubicada en la esquina de General Paz y 9 de Septiembre, ha decidido colgar el cartel de “se vende” para apostar por “otros sueños y premios”.

Conocido por todos los vecinos de barrio San Martín, Mauro ha sido testigo de cómo la suerte y las ilusiones de miles de personas han pasado por su mostrador. "Los números los tengo en la cabeza siempre, es el trabajo de uno", confiesa el quinielero, que asegura que conocer los números favoritos de cada cliente es parte fundamental de su oficio.

"Empecé a los 23 años como empleado de una agencia en el centro de San Francisco que con el tiempo cerró. Pero después pasé a trabajar aquí como subagente. Después, a los años, Lotería de Córdoba me citó por el buen promedio de recaudación, para que trabaje en forma directa”, recuerda Mauro. Y agrega: “He visto cómo la tecnología ha transformado este negocio, desde las boletas manuales que hacía y se completaban, hasta los sistemas informáticos actuales", sostiene y asegura sentirse afortunado de haber vivido todos estos cambios.

Su experiencia y la relación con los clientes

A lo largo de sus años de experiencia, Sánchez cuenta cómo la gente apuesta con la ilusión de mejorar su vida. "A veces se gana un buen premio y la persona se puede cambiar la moto o se compra algo personal. Muchos vienen con ese pequeño sueño o la ilusión de mejorar un poco sus vidas y uno tiene que estar con la mejor predisposición. El nuestro es un trabajo como cualquier otro, con sus días buenos y malos", afirma.

Un quinielero deja los números tras 36 años para “disfrutar otros premios”

El quinielero destaca la importancia de las relaciones humanas en este oficio. "La gente te agradece, cuando sacaron un premio que uno le busque el dinero en el banco y sobre todo la privacidad con que uno se maneja. Son cosas que uno hace como rutina, pero la gente lo ve como un favor. Cuando das un premio y ves la alegría y la emoción de la gente, son cosas que gratifican mucho”, admite.

Disfrutar más de la familia

Tras tantos años de dedicación, Sánchez siente que es el momento de disfrutar de las cosas que a veces se privó por el trabajo. “Estoy vendiendo este fondo de comercio para aprovechar más el tiempo libre, disfrutar de algunas cosas que a veces nos privamos por metas que queremos conseguir. Con la edad te das cuenta de que a veces hay que parar un poquito y disfrutar más de la casa, de la familia”, confiesa.

Acompañado por su familia, Mauro tomó la decisión de cerrar su agencia. “Mis hijos terminaron la universidad, ya me asesoran porque están mejor preparados. Mi señora trabaja. Es la familia la que te ayuda mucho en esto”, dice con orgullo. Aunque se despide de su querida agencia, Mauro sabe que se lleva consigo las experiencias y las relaciones construidas a lo largo de los años. “Hay gente que me ayudó un montón para llegar hasta aquí. En el barrio te vas conectando con gente que uno no conocía y esas relaciones son las que quedan”, concluye, con la certeza de que ha cumplido una etapa importante en su vida.