El galponcito detrás de la iglesia Centro familiar Cristiano en la esquina de Perú e Independencia se transformó en segunda casa de Paula López y Fabián Rolle, un matrimonio de policías que prestan servicio de la Departamental San Justo y que desde hace años colaboran con el merendero Un paso de amor, donde asisten más de 40 niños de los más variados barrios de la ciudad y Frontera.

Él es suboficial principal y se desempeña en Verificaciones; ella, sargento primero que realiza su labor en la Unidad Judicial. A Fabián y a Paula no les sobra tiempo, pero todos los días van programando las actividades para que cada sábado los chicos tengan un día especial donde no solo se vayan con la panza llena, sino también con un mensaje y un aprendizaje.

El matrimonio junto a otros colaboradores ya llevan casi ocho años trabajando en el merendero que comenzó con visitas a distintos puntos de la ciudad de Frontera y luego se mudó a un salón que pudieron alquilar sobre calle Perú.

A buscarlos

Al merendero asisten chicos de entre 3 a 15 años de diversos barrios como La Milka, 9 de Septiembre, La Florida, barrio Parque y de Frontera. En varios casos Fabián junto a otros colaboradores van a buscar a los chicos a sus casas.

“La necesidad es mucha y sobre todo con la época que estamos pasando. Tratamos de que los chicos se sientan contenidos, valorados, de escucharlos, ellos acá encuentran eso y pueden confiar en nosotros”, comenta PauLa.

Pese a lo arduo de sus trabajos como policías, el matrimonio se siente orgulloso de poder colaborar y de haber encontrado este espacio para colaborar con la comunidad.

“Los chicos te devuelven más de lo que vos le dás. Mi semana de trabajo es tremenda, a veces con varias horas de recargo, pero yo espero el sábado para poder compartir con los chicos. Interactuar con ellos, poder escucharlos es una alegría y a mí me da fuerzas para seguir”, asegura Fabián.

Un matrimonio de policías dedica sus horas libres para ayudar en un merendero

También colaboran

No todos en la Policía conocen de la labor fuera de hora de Paula y Fabián, sin embargo aquellos que se desempeñan más cerca de ellos son los que muchas veces terminan ayudando de diversas maneras al merendero.

“No todos los compañeros saben que hacemos esto-dice Paula-, mi grupo de trabajo lo sabe y siempre colabora. Estoy en la Unidad Judicial y tengo contactos con abogados y policías y ellos me conocen y cuando saben de algo ayudan un montón”.

Por otra parte Fabián reconoce que pese a ser policías y trabajar con chicos en situación de vulnerabilidad, donde muchos de ellos lamentablemente conviven con la violencia y la delincuencia, nunca recibieron ningún maltrato de los niños ni de los adolescentes. “Los chicos nunca nos mostraron una mala cara o nos dijeron algo por ser policías, todo lo contrario, recibimos mucho respeto y cariño de parte de ellos”.

Un matrimonio de policías dedica sus horas libres para ayudar en un merendero

Un proyecto que quiere crecer

Alicia Violatti, es la pastora del Centro Familiar Cristiano y valora sobremanera la colaboración de los dos efectivos a la vez que cuenta que la intención del proyecto del merendero es poder concretar una asociación civil y sumar otras ideas para colaborar con la comunidad.  

“Para nosotros es muy gratificante lo que hacen Paula y Fabián y son un pieza fundamental de este proyecto. Es notable como ellos dejan de lado la embestidura para transformarse en dos manos más que se arremangan a la hora del trabajo. Hay muchas de las cosas que funcionan solo por ellos”, admite Violatti.