La crisis económica del país repercute duramente en el bolsillo de las familias y también de los jóvenes universitarios que llegaron a nuestra ciudad para estudiar. Los estudiantes siempre fueron un modelo de arreglarse con lo mínimo y deben cumplir con las necesidades básicas: techo, comida y, claro está, fotocopias. De esta premisa de vivir con lo indispensable surge el mito urbano de que “los estudiantes viven a fideos”.

Sofía (22), estudiante de la carrera Contador Público en el Centro Universitario San Francisco (CUSF)  y oriunda de San Jorge, Santa Fe, expresó: “La última vez que fui al supermercado me sorprendió como habían aumentado algunas cosas. Lo que más me impresionó fue el papel higiénico que pasó de 32 a 55 pesos”. Su compañera de vivienda, Gimena (22), oriunda de Balnearia, sin embargo contó que en los pueblos los precios pueblos están más elevados, por lo que prefiere acordar con su amiga para realizar una compra quincenal o mensual y así evitar los kioscos y almacenes.

En este sentido también coincidió Fabricio (22), estudiante de Ingeniería Electromecánica en la Universidad Tecnológica Nacional de San Francisco (UTN), proveniente de Miramar, que sostiene la practicidad de hacer una “compra grande” semanal para administrar mejor los gastos.

José (21) estudiante de la licenciatura en Comunicación Social en el CUSF, quien llegó desde Morteros, comparte vivienda con dos compañeros y relató que antes se organizaban con amigos a comer “algo elaborado” para pasar el rato. “Ahora no lo hacemos más y vamos a lo básico”, aseguró. Por otro lado, explicó que tratan “de no comprar cosas tan caras, más que nada, por la universidad o los pasajes, que aumentaron bastante”.

Vida universitaria ante la crisis: cómo se las arreglan los estudiantes de la región

Las fotocopias, ese insumo indispensable

Las fotocopias y los libros son los insumos indispensables de estudio para estos jóvenes y todos coincidieron en que allí se registraron los aumentos más grandes. “Ahí se vio el problema más grave. Ahora está todo digital, pero no es lo mismo estudiar de la computadora que en el papel”, resumió José.

Sofía y Gimena, por otro lado, comentaron que les resulta más práctico utilizar formatos digitales, pero notaron un incremento en copias que se ven obligadas a realizar.

Todos los jóvenes entrevistados reconocieron que su reducción de gastos fue mínima, ya que desde el comienzo de su vida universitaria intentaron vivir con lo indispensable porque les resulta difícil pedir más dinero a sus familias. “Me da apuro pedir plata, entonces por eso trato de ajustarme”, dijo Sofía al respecto.

De la universidad al barrio

Se podría describir al barrio Independencia de nuestra ciudad como el epicentro del estudiantado superior, ya que nuclea a la UTN y al CUSF en su geografía, sumando además el despliegue de complejos departamentales en alquiler, necesarios para los jóvenes que provienen de la región.

Esta característica particular ofrece el espacio para que se establezcan relaciones particulares entre comerciantes y los jóvenes clientes.

Sebastián Roldán, uno de los carniceros del barrio, confesó que otorga descuentos en el ticket de compra al notar que el cliente es estudiante, ya que él mismo vivió esa etapa y reconoce la necesidad de acotar los gastos.

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“Más ajustados”

Esta acción es compartida por Mirta Rodriguez, propietaria de una panadería, quien expresó: “Por ahí le hago un poco de precio a los chicos, les dejo un poquito menos porque no está fácil para ellos subsistir, sobre todo para los que viajan”. Así se refería la mujer a quienes, estima, forman parte del 50% de su clientela.

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Respecto al consumo en su local, Mirta señaló que notó que los chicos están mucho más ajustados a la hora de consumir y miden los precios. “Se juntan entre tres o cuatro para comprar 50 pesos de bizcochos que en este momento no es demasiado, y ya la gaseosa medio que la dejan a un lado”, detalló.

Menos fotocopias

Desde la fotocopiadora La Universidad expresaron que efectivamente notaron que los chicos sacan menos fotocopias y tratan de rebuscárselas más. “La gente prefiere el papel y por suerte se sigue trabajando con la impresión, pero buscan la forma de reducir un poco: achicar o poner dos páginas por hoja”, explicaron.

Ante esto concordó el dueño de la tecnológica Beep, Gabriel Bergero para quien las fotocopias son necesarias a la hora de estudiar. “La gente compra menos libros y saca más fotocopias, pero estamos en una situación complicada y han bajado las ventas”, dijo.

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Para sobrellevar esta situación, desde los centros de estudiantes se gestionaron beneficios para abaratar los costos de los alumnos. En el caso de la fotocopiadora La Universidad posee un convenio que favorece a los estudiantes del CUSF, mientras que Beep generó un acuerdo con los representantes de alumnado de UTN y la universidad privada UCES.