Andrea Carrasco (48) es una sanfrancisqueña resiliente. Desde su infancia conoce la violencia en carne propia padeciendo hasta un abuso sexual dentro de su círculo más íntimo. Entrada en la adolescencia buscó afuera de su casa la tranquilidad que no tenía y una vida mejor. Se puso en pareja y quedó embarazada a los 12 años, con todo lo que eso significa.

El tiempo, en vez de ir curando sus heridas, la siguió poniendo a prueba. Con una nueva pareja volvió a formar una familia pero también a vivir situaciones muy duras con maltratos de diferentes tipos. Le siguieron la muerte de un hijo y el lidiar con los inconvenientes que podía generar otro hijo que se convirtió en adicto a las drogas.

Sin embargo, los golpes no la aquietaron, todo lo contrario, le dieron más fuerzas y se convirtió en una activista en la lucha contra la violencia de género. Fue así que fundó la asociación civil “Basta de violencia doméstica” que cumplirá en poco tiempo 11 años de vida.

“La verdad que soy una resiliente, he vivido desde mi infancia la violencia. Nací en una casa con un papá alcohólico y golpeador y cuando llegué a la juventud fue repetir historias. Viví en ese círculo hasta que pude hacer un clic”, sostiene Carrasco en una entrevista con el ciclo “Yo Digo”, el cual se emite cada martes en El Periódico TV y en El Periódico Radio (FM 97.1).

La entrevistada viene de presentar hace unos días, en la Feria del Libro de Buenos Aires, su primer libro llamado “Renacer, otra mirada”, donde no solo cuenta en primera persona su historia marcada por la violencia, sino también la de otras sanfrancisqueñas que también sufrieron insultos, destrato y golpes dentro de cuatro paredes pero que pudieron salir del calvario.  

- Empezamos de atrás para adelante. ¿Cómo es que aparece en tu vida la posibilidad de escribir un libro?

- Hace tres años se realizó una muestra fotográfica que lleva mismo nombre que el libro, “Renacer, otra mirada” donde la idea fue convocar a mujeres de diferentes edades que habíamos pasado por situaciones de violencia y cada una era resiliente. Y contar su historia mediante una imagen. Nos encontramos un grupo de mujeres que renacimos y convocamos a fotógrafos hombres para que puedan contar desde su mirada. La muestra se presentó en la Legislatura de Córdoba, fue tapa de una revista de género de España y en modo de chiste les dije a las chicas que solo nos quedaba hacer un libro.

- Y cumpliste.

- Sí. En octubre me junté con una amiga a charlar y tomando un café me cuenta que estaba trabajando para una editorial de Miami y me pregunta sino tenía ganas de hacer un libro, lo que me trajo a la memoria eso. Así surgió. Cuando le comento a cada una de las chicas todas dijeron que sí. Hay historias de abuso, intentos de suicidios, adicciones y todos los tipos de violencia que se puedan imaginar.

- ¿Qué mensaje le deja al lector o lectora al leerlo?

- Que se puede salir, sanar, que uno puede reconstruirse más allá de todo lo que nos pueden haber dicho, que no es imposible. Generalmente la violencia empieza con la denigración, la humillación; la violencia psicológica que son marcas que no se ven y van destruyendo por dentro. La mujer termina autoconvencida de que ella es la que no sirve, la inútil, que por culpa suya le pasan todas estas cosas. Es un clic leer sus testimonios porque cuando hablamos hay muchos aspectos de la vida que son muy similares y cada una tuvo su diferencia a la hora de decir basta. Ellas dejan su mensaje esperanzador y hoy son mujeres empoderadas, que tienen sus trabajos, sus emprendimientos.

Días atrás presentó su ejemplar en la Feria del Libro (Foto: Facebook)
Días atrás presentó su ejemplar en la Feria del Libro (Foto: Facebook)

- ¿Y qué es lo que cuenta Andrea Carrasco en estas páginas?

- Andrea varias veces tuvo que apagar la compu y respirar profundo. Había cosas bien guardadas de mi infancia y adolescencia…

- Fueron saliendo mientras escribías.

- Creía que eran cosas guardadas, por eso fue varias veces respirar profundo. Cuando pongo punto final termino sonriendo porque pude reconocer que pude sanar. Hay muchas cosas que mi familia se va a enterar cuando lea el libro, las situaciones pasadas como hija, esposa, hermana, mujer y mamá.

- ¿Ya siendo una niña empieza ese círculo violento al que te referís?

- Sí, con un padre alcohólico y golpeador. Fui abusada en mi niñez por alguien del círculo familiar, a los 8 años, alguien de mucha confianza y nadie me creyó. A los 12, donde ya tenía un pensamiento de mujer adulta, a cargo de mis hermanas, la casa, en la cabeza dejaba de ser una niña para convertirme en mujer. Entonces me dije con el primero que se cruce me pongo de novia y me voy.

- Era la necesidad de huir del calvario.

- Exactamente. Así vino la famosa pruebita de amor y quedé embarazada y a los 13 años me convierto en madre. Iba a primer año del secundario, debí dejar la escuela y fuimos obligados a casarnos. Ahí empieza otra historia y trayecto.

- ¿Por cuánto tiempo?

- Con el papá de mis hijos más grandes estuve 12 años. Él termina reconociendo que se había enamorado de mi hermana y nos terminamos separando, pero no había más sentimientos sino que estábamos juntos por una obligación. Por eso nos separamos. Volví a formar pareja y empiezo realmente a vivir la violencia psicológica, verbal y luego física; es así como empieza el círculo. Constantemente escuchaba en mi cabeza ‘ya criaste dos hijos sin padre, si te separás vas a pasar lo mismo’.

- Eso te lleva a aguantar situaciones anormales.

- Te terminás convenciendo de que es culpa tuya, tenés un velo que no te deja ver y creés que si te separás vas a privar a tus hijos de criarse con su papá. Sin darnos cuenta que los hijos son testigos silenciosos. Mi papá dejó de golpear a mi mamá cuando empezamos con mis hermanas a confrontarlo, nos poníamos en el medio. En casa sabíamos que llegaba el fin de semana y lo que se iba a vivir dentro de la familia. Si uno no sana termina cayendo.

- ¿Cómo ese proceso para crear “Basta de violencia doméstica”?

- Fue en 2011. Había conocido a mi actual pareja con quien pude conocer quién era Andrea. Me llegó una invitación para participar de la cumbre iberoamericana de género que se hacía en Córdoba y donde puse muchas excusas para no ir, pero ninguna era viable. Me autorizaron en el trabajo, los chicos querían que vayan, pero lo que no quería era remover situaciones pasadas. Finalmente fui y me encontré con algo diferente a mi pensamiento. Muchas mujeres trabajando para solucionar estas cosas. Empecé a escuchar y dije no quiero más tener ese papel víctima.

Andrea Carrasco fue entrevistada en el ciclo de El Periódico TV "Yo Digo".
Andrea Carrasco fue entrevistada en el ciclo de El Periódico TV "Yo Digo".

- ¿Sentías eso, una victimización? Realmente fuiste una víctima.

- No dejas de ser una víctima pero cuando cruzás a la vereda del frente tu mirada cambia, empezás a andar cuando te das cuenta que pudiste tener fallas porque ninguna relación de pareja es perfecta. Pero ahí te das cuenta que todo lo vivido no era culpa propia, porque en un momento te terminás convenciendo de eso. Llegué a San Francisco, tenía la computadora, redes sociales y empecé a subir información que traje de allá. Me llegaron innumerables mensajes privados y largué la asociación civil y una serie de capacitaciones. Tengo asesoramiento y acompañamiento legal y brindé capacitaciones y talleres.

La salud afectada

- ¿Cómo queda la cabeza después de escuchar tantas experiencias?

- Aprendí a separar cuando me afectó a la salud, a sacar el pie del acelerador. Es un proceso el no mezclar la asociación con momentos de la familia.

- ¿Cómo afectó tu salud?

- Hace 8 años me detectaron un tumor cerebral y estuve muy mal. Siempre agradezco a Dios el compañero que tuve en este tiempo que me ayudó mucho. Había perdido el habla, la sincronización, la memoria a corto plazo. Un tratamiento prolongado me ayudó a reestablecerme nuevamente. Me contagié y recontagié covid y eso reactivó el tumor, me llevó a tener recaídas y actualmente estoy con tratamiento y medicación. Con un tumor alojado dentro de sistema nervioso, las emociones alteran y me llevan a tener crisis que son convulsiones pasivas, donde pierdo el habla por fracciones de segundos.

- También debiste afrontar la pérdida de un hijo, lidiar con situaciones que provenían de otro hijo que sufrió problemas con las adicciones. ¿De dónde salen las fuerzas para seguir?

- El apoyo de mis hijas, mis nietas, en cuidar que no se repitan historias pero principalmente en Dios porque soy muy creyente. Son difíciles de sobrellevar estas cosas.

- Los femicidios van en aumento. ¿Qué cambios notaste en diez años de la creación de la asociación civil? ¿Sigue habiendo fallas en la prevención?

- Lo importante es poder hablar, la sensibilidad, poder concientizar. Desde que sufrí la pérdida de un hijo utilicé estas actividades en las escuelas secundarias con adolescentes en talleres que se llaman ‘Noviazgos saludables’. Mi hijo tomó la decisión de quitarse la vida por amor. Esto lleva a que después de cada taller donde uno acompaña y habla con chicas y chicos llevarlos a la reflexión. Hay cosas que fueron cambiando, pero es necesario más que una publicidad o un 0800, sino sirve un cara cara. Después tener otro tipo de cuidados. Yo tuve miedo que me vean en un lugar donde brindan asistencia y asesoramiento, por eso no colgar un gran cartel. Sabemos que en tal lugar funciona, entones que la mujer pueda entrar sin ser tan percibida. Muchas pasan por el frente y no se animan a entrar. Adelantamos en muchas cosas, pero en otras no.

- ¿Cómo te llevás con el feminismo? ¿Sos parte del movimiento?

- No participo, pero respeto su elección y decisión. Una manera de entendernos y trabajar es que respeten mi decisión. Si nos vamos a diferenciar por colores soy de los pañuelos celestes, a favor de la vida justamente por todo lo que me pasó, por querer vivir y luchar, porque me falta un hijo. Respeto sus criterios, aunque no los comparta.

- Si te pido una reflexión final, algo que le quieras decir a quienes lean esta entrevista: ¿qué dirías?

- Llamar a la reflexión a la opinión pública que muchas veces señala y juzga: ‘Está así porque le gusta o porque tiene un hijo adicto’, se escucha. A veces nos creemos perfectos, nos ponemos en papel de juez y no olvidamos que somos hermanos, padres, tíos, abuelos. A veces es más fácil subir el volumen del televisor cuando al lado hay gritos. Es necesario reflexionar y dejar de pensar que no te va a pasar, mirarse para adentro y dejar de mirar la paja en el ojo ajeno.

- Más empatía y compromiso.

- Así es.