Hizo bailar a miles, quizás a millones de personas. En San Francisco y en la región, Néstor Cacchiarelli (56), abogado, vinculado al rubro de la construcción, y empresario de discotecas bailables, agigantó su nombre con Atlantis, su “boliche” insignia y un fenómeno que potenció con la creación de otros locales bailables que fueron replicados en las más variadas localidades de una amplia zona.

Días atrás cumplió 40 años como “empresario de la noche”, aunque el mote no le agrada porque, según sostiene, “a la noche siempre se le hizo mala prensa y no es la esencia” con la que él comenzó en la actividad. 

En una entrevista con El Periódico, “Cacha”, como le dicen sus más cercanos, realiza un resumen de su vida y habla de su relación con la noche. Asegura que no toma alcohol ni otras sustancias, que todo se lo debe a ser un “tipo metódico” y confiesa que no piensa dejar Atlantis, a la que considera como una hija, por muchos años.

Sentado en el medio de “el barco” de Atlantis, que en el mes de marzo celebró el 35 aniversario de su creación, Cacchiarelli recuerda, entre innumerables anécdotas, sus inicios y los motivos que lo fueron llevando a crear otras discos que fueron emblemas para distintas generaciones, como Albatros, La Calle y La Nave, solo por nombrar tres de ellas.

Considera que su actividad comenzó en el cuarto año de la escuela secundaria del Colegio San Martín, y lo hizo junto al grupo de compañeros para recaudar fondos para la excursión de Bariloche: “A partir de ahí se dieron una sucesión de hechos que nos llevan al día de hoy”, dice.

Arrancaron organizando danzantes; unos meses después abrirían el emblemático Albatros, un 2 de mayo de 1982, ubicado en Garibaldi y 25 de Mayo.

Néstor Cacchiarelli, cuarenta años en la noche de un hacedor de discotecas

- ¿Cómo un grupo de amigos adolescentes termina creando una disco emblemática?

- Y es que necesitábamos plata para viajar a Bariloche y empezamos haciendo danzantes. Hay que tener en cuenta que aquella época era un poco distinta a la actual porque a los 18 años te mandaban a la guerra, y nosotros a los 16 éramos tipos que queríamos laburar, queríamos juntar nuestra plata y surgió esta posibilidad. Después nos gustó, a mí personalmente.

- Albatros es recordado con nostalgia por mucha gente, ¿a qué se debe?

-Fue el paso de los salones chiquitos de baile o los bailes propiamente dichos, al primer espacio con estructura de discoteca. Es decir, Albatros tenía pasarelas, barras temáticas, una pista central, era lo que se venía perfilando en las grandes ciudades que rompieron el esquema de los bailes, aunque todavía no contábamos con una buena tecnología audiolumínica. Por eso se lo recuerda tanto y siguió vigente hasta la apertura de Atlantis, en 1987.

El empresario recuerda que Albatros inauguró en pleno conflicto bélico en las Islas Malvinas y la entrada eran cinco chocolates para enviar a los soldados en las islas. “Esa noche metimos más de mil personas y salieron cinco o seis mil chocolates en un transporte de la ciudad”, recuerda.

La primera mega disco sanfrancisqueña

Néstor se enorgullece cuando le toca hablar de su discoteca emblema, Atlantis. Según asegura, se trató de la primera megadisco de San Francisco y del interior del país.

“Atlantis surge como un anhelo, nosotros viajamos a Buenos Aires en 1985 y fuimos a New York City, que ya era muy reconocida. Nos hicimos muy amigos de los Fabre, que eran los dueños y vinimos muy embalados con la idea de hacer algo similar en San Francisco. Nos llevó casi dos años construir esto”, cuenta.

Recuerda que habían importado tecnología de Estados Unidos y que por ser un local largo surgió la idea del barco en el centro. “Todos los boliches tenían una temática general y en los primeros años hasta los empleados se vestían de marineros”, agrega con una sonrisa. Y sigue: “Eran tecnología de punta para la época, láser, equipos móviles y robóticos, teníamos un puente grúa que transportaba una nave espacial de 4 metros que abría su panza y salían equipos de luces. Por aquellos años había tres discotecas emblemáticas en el país: Atlantis en San Francisco, Cerebro en Bariloche y New York City en Buenos Aires. La gente venía de todo el país a conocer Atlantis”.

Orgulloso de aquella época, sostiene que por casi ochos meses corridos “el barco” trabajó viernes, sábados y domingos con un lleno total. Hasta llegaban excursiones en colectivos de distintos puntos del país para conocer el boliche.

Néstor Cacchiarelli, cuarenta años en la noche de un hacedor de discotecas

Ramificaciones

Con tanta congregación de gente que llegaba de distintos puntos de la zona, Cacchiarelli y otros socios decidieron que era tiempo de “dividir los públicos”.

Historias - Néstor Cacchiarelli

“Se fue dando un proceso que nos llevó a abrir otras discotecas como La Calle Electric Dance -1989-; El Banco disco -1990-, La Nave-1994- y luego algunas ramificaciones en localidades de la zona”, cuenta.

La intención con La Calle y La Nave, según “Cacha”, era darle un espacio a los jóvenes de entre 18 a 25 años y que los mayores continúen con sus salidas a Atlantis.

El empresario llevaría sus “franquicias bailables” a San Vicente, Carlos Pellegrini y Las Rosas, entre otras localidades.

- El cantante de Los del Fuego dijo alguna vez que “las noches cansan”. ¿Te pasó?

- No es fácil, te trae un sinnúmero de trastornos y problemas, soy una persona muy metódica, no tomo alcohol, no fumo, nunca consumí nada extraño, creo que eso lógicamente ayuda. La continuidad de la noche es peligrosa, el no descansar, pero siempre lo manejé teniendo claro que era un trabajo y con el criterio de que no sos el dueño de la gente, sos un servidor del público y tenés que hacer lo que la gente quiere.

- ¿Te trajo algún dolor de cabeza en la familia?

- Los hubo y muchos, sin lugar a dudas, porque es muy difícil para el que está del otro lado entender todo esto. Porque no es solamente el sábado a la noche, sino todo lo que lo rodea. Empecé con el tema de los espectáculos de muy chico y también pude darme el lujo de traer a Piero, Fito Páez, Baglietto y gran cantidad de artistas. Eso me implicó tener que viajar un montón, hacer relaciones con productores, quedarme días y días en Buenos Aires para hacer contrataciones, un ritmo de vida muy particular y obviamente que en lo personal te trae problemas. Pero bueno, ‘sarna con gusto no pica’ decía mi abuela (risas).

- Cuando te presentaste dijiste propietario de discoteca y no empresario de la noche, ¿cuesta vincularse con ese título?

- Esta actividad fue muy bastardeada durante mucho tiempo por la gente que no supo entender que los negocios de espectáculos públicos tienen una esencia y un porqué. Insisto que las discotecas son bailables porque la gente viene a bailar, a divertirse, esa es la esencia. Cuando aparece el ritmo de los pubs y los bares nocturnos, desvirtuaron completamente el esquema y terminamos creando una generación de alcohólicos que está pululando hoy, donde los chicos no salen a divertirse, salen a alcoholizarse. Ese fue un problema muy grave en la Argentina, por malos manejos, por una década de los ‘90 que fue paupérrima a nivel económico y generó una serie de desgastes que tuvo la noche y esa mala prensa. Por eso nuestra actividad, el ser empresario de la noche está un poco bastardeada, porque lo asociaban con el alcohol, la droga y un montón de cosas que no tienen nada que ver.

- ¿Qué análisis haces de la evolución de la noche desde tus inicios a hoy?

- Inauguré boliches en el año ‘82 bajo el régimen militar y vendíamos alcohol a los menores y no había ningún tipo de problema, porque no estaba al lado la droga, los excesos. En el año ‘99 hubo una gran discusión con el entonces intendente (Hugo) Madonna cuando se empezaron a habilitar los pubs. Les dije que se iba a terminar con una generación de alcohólicos, porque no había una esencia como en la diversión nocturna y terminó pasando. Y no es que me las sabía todas, sino que observaba lo que ocurría. Fijate vos que en Europa la noche no tiene esta extensión absurda que existe acá. Creo que de a poquito la tenemos que ir corrigiendo con buena voluntad y colaboración de las autoridades.

- ¿Qué ganaste y qué perdiste con tantos años en el rubro?

- Por ahí perdés cuestiones familiares, pero ganás un sinnúmero de amigos. Me río mucho porque voy a cualquier localidad de la región y me están esperando con un asado. Tengo un cliente puntual que es de Porteña, que viene desde la época de Albatros y nos siguió a Atlantis. Llega y se apoya en la misma barra hace más de 30 años y toma el mismo whisky. Ese tipo de amistades, de gente conocida, siempre digo que acá el sábado a la noche es una reunión de amigos y creo que por ahí pasa el secreto de perdurar.

- En una época Atlantis tenía sus espectáculos subido de tono, para mayores, con strippers, ¿tuviste que dejarlos porque se entendieron como una cosificación de la mujer?

- Siempre fui bastante open mind en ese tipo de cosas, fui el primero que permití que ingresaran los homosexuales a la disco allá por fines de los ’80 y por eso me criticaron un montón. Yo no lo veía mal porque cada uno de su vida particular puede hacer lo que quiera. Sí puse ciertos límites, creo que es una cuestión de sentido común, jamás prohibí el ingreso dentro de los límites de la conducta. Y me parece que los shows de strippers tuvieron su momento, a veces los seguimos haciendo, antes era un pedido de la gente de la región. Y no dejaba de ser un espectáculo.

Néstor Cacchiarelli, cuarenta años en la noche de un hacedor de discotecas

El secreto de perdurar

Cacchiarelli dice que se despierta todos los días a las 6.30 para dirigirse a su estudio de abogacía desde donde dirige sus empresas.

En medio de la pandemia y al no poder abrir el local bailable decidió invertir en una distribuidora mayorista de productos dietéticos y así poder mantener a parte del personal que trabajaba en Atlantis. Cuenta que todos los días pasa un rato por la disco para hablar con el personal de mantenimiento, aunque recién los sábados es cuando más está en el lugar.

Padre de cuatro hijos (27, 18, 15 y 9 años) expresa con una sonrisa que es difícil que alguno siga el rubro como propietario de discotecas. Y confiesa: “Esto también tiene sus ingratitudes y por ahí no sabés si está bueno para tus hijos, espero que elijan lo que quieran hacer y no que elijan mi actividad”.

De todos modos, revela el secreto de la persistencia en la noche: “El criterio pasa por escuchar al público, deberían aprender los políticos también y las cosas saldrían distintas”, cierra entre risas.

Néstor Cacchiarelli, cuarenta años en la noche de un hacedor de discotecas

El adiós de Cacho Castaña

Néstor Cacchiarelli fue uno de los responsables de que Humberto Vicente Castagna, más conocido como Cacho Castaña, famoso cantante argentino, desembarcara en San Francisco y trabajara haciendo radio en FM Contacto.

Por entonces, Néstor era uno de los propietarios de la emisora donde el artista -cuyo deceso se dio en 2019- realizaría un programa radial que fue denominado “La cueva de los vampiros”.

“Hicimos una linda relación -revela-, nos hacía algunos cortes promocionales para el boliche y cuando tuvo su último episodio de salud me llamó diciendo que no sabía si iba a salir y me quería agradecer. Porque cuando él llega a San Francisco vino en un momento muy particular y malo de su carrera y nosotros le hicimos una acogida. Se hizo de mucha gente amiga y siempre recordó con mucho cariño a la ciudad”.