“Tití” Caffarena, un “todero” que ama su trabajo y no lo piensa dejar
Desde hace más de dos décadas se desempeña como empleado municipal y se lo puede ver en todos los actos oficiales. La historia de un vecino al que muchos estiman y que pone de manifiesto el valor por el trabajo y la responsabilidad.
Aunque no se lo vea, Jorge “Tití” Caffarena (61) siempre está presente en cada acto municipal, ya sea desde un anuncio del intendente Ignacio García Aresca, los operativos de vacunación anti Covid-19 o cualquier evento cultural. Encargado de colocar el sonido y las luces en la mayoría de dichos eventos, al trabajador se lo encuentra detrás de una consola, atento, controlando que todo salga a la perfección.
“Caffa”, como lo llama la mayoría, es empleado municipal desde hace más de 20 años y no solo es encargado de sonido, también realiza las más variadas tareas de mantenimiento y todo lo que le piden lo arregla o le encuentra solución.
Reconoce que ama su trabajo y que está para cuando lo necesiten: “No tengo problemas, cuando me llaman estoy a la orden. Me gusta el trabajo que hago y no importa las horas que tenga que trabajar. Mi viejo siempre me inculcó el valor del trabajo y que siempre hay que poner el pecho a la situación y darle para adelante”, resalta en una charla con El Periódico.
Un poco de todo
Jorge tuvo los más variados trabajos en distintas empresas de la ciudad y tuvo que salir a hacer changas en épocas de crisis económica y desempleo que le tocó vivir.
Mientras se las rebuscaba para llevar el plato de comida a su casa, en el año 2000 le surgió la chance de comenzar a trabajar bajo contrato en la Municipalidad de San Francisco, que en aquella época conducía el radical Hugo Madonna. “Me salió la posibilidad de trabajar en la Muni. En aquellos años, el secretario de Gobierno era Daniel Puricelli, él me conocía así que me dio una oportunidad. Empecé lavando los autos oficiales, salía a pintar semáforos, las calles, pasé por distintas áreas, pero en Cultura es como que encontré mi lugar”, refiere.
Luego llegaron las intendencias de Martín Llaryora y posteriormente García Aresca y según el trabajador con todos se ha llevado muy bien: “Yo estoy a disposición para el que me toque de turno y gracias a Dios tengo el legajo limpio”, desliza. “Trabajar en la Municipalidad es una gran responsabilidad, por eso agradezco siempre que puedo a los intendentes, a los secretarios y directores de distintas áreas, tengo buen trato con todos”, subraya.
- Le tienen bastante estima en su trabajo, ¿por qué cree que se la ganó?
- Pienso que es porque me brindo para solucionar los problemas que aparezcan, de una forma u otra le busco las soluciones a las cosas. No me gusta andar molestando por cuestiones sencillas. Por ese creo que mis jefes tienen confianza en mí.
Pese a que no pudo finalizar sus estudios secundarios y no saber absolutamente nada de inglés, “Tití” se las ingenia para manejar una consola de sonido con las inscripciones en aquel idioma y asegura que lo logró “mirando, preguntando y escuchando” a compañeros de trabajo como “Pato” Pastorizo y Rubén Alisio.
“A ellos siempre les doy gracias y un poco también fue porque quise aprender y superarme, ya que no pude terminar el secundario. Y hoy en día trato de que todo salga lo mejor posible, ya sea en un acto del intendente o cualquiera que me toque”, declara.
El fútbol, la familia y el barrio
Nacido en San Francisco en 1960, Jorge es hijo de Rogelio “Nono” Caffarena e Ilda Saavedra. Es el segundo de tres hermanos varones y una mujer.
Su padre es un recordado entrenador de Baby Fútbol, y tanto “Tití” como su hermano Juan siguieron los pasos y también dedicarían años a enseñar a patear la pelota a los más pequeños.
“Dirigí las categorías ‘86 y la ’90 y la ‘89 con mi hermano Juan, después que mi hijo jugó el Nacional me fui alejando de a poco, no es que te cansa el Baby ni los chicos, muchas veces son los padres. Entiendo muchas posturas, pero es feo que un nene salga de la cancha y no haya jugado, así van perdiendo el entusiasmo. Desde mi humilde opinión, el Baby tendría que ser menos competitivo y más formativo, una escuelita del fútbol donde los chicos vayan a disfrutar y a hacer amigos”, sostiene.
Caffarena está casado desde hace 32 años con Olga Almada, con la cual tiene cinco hijos -ya todos mayores de edad-, 10 nietos y una bisnieta. Desde hace 15, la familia tiene su casita en el corazón del popular barrio San Cayetano.
Consultado sobre la estigmatización que existe del sector donde reside, como lugar conflictivo y de delincuencia, el empleado municipal responde: “Hoy en día en todos lados se está igual, me parece que se discrimina un poco el barrio, pero acá hay mucha gente buena y trabajadora y eso no lo ven. Nos tienen un poco marginados, no sé por qué la sociedad a veces te marca así. Acá nunca tuve problemas y eso que salgo temprano y llego tarde, pero siempre bien”.
- Con tantos años como trabajador municipal y habiendo participado de tantos actos proselitistas, ¿se sintió defraudado por algún político?
-No, te mentiría si digo lo contrario. Trabajé con Madonna y no soy radical, soy peronista, pero siempre traté de hacer y dar lo mejor. Con Martín -Llaryora- he podido hablar, es una persona muy accesible y me ayudó mucho cuando mi señora tuvo un problema de salud. Tampoco nadie me hizo sentir diferente o discriminado por mi trabajo, nunca he tenido problemas con nadie. Siempre me manejé con respeto y sentí que me devolvían lo mismo.
- ¿Cómo nace su apodo?
-(Ríe). Tití, me puso mi maestra de primer grado en la escuela Primera Junta, la señorita Doliani, porque era muy inquieto. Me acuerdo que mi mamá nos llevaba a la escuela y una vez ni bien me dejó, mientras los otros formaban fila yo me escapé por la ventana para irme a casa. De ahí me lo puso pero no como ofensa ni nada, la recuerdo como una maestra muy buena y muy protectora. Pero sí es cierto que en aquella época yo andaba por todos lados a los saltos, era muy inquieto.
Un accidente que dejó una marca especial
Hace unos años, mientras Jorge armaba una escenografía en el Teatrillo, la escalera en que la estaba trabajando se rompió y cayó desde unos cinco metros. Consecuencia de ello fueron tres costillas quebradas, la fractura de clavícula y casi dos meses de reposo.
“No me gusta faltar al trabajo y hasta me da bronca cuando tengo que ir al médico. Pero ese accidente lo puedo contar y lo que me dejó además y me alegró fue lo mucho que me ayudaron los compañeros de trabajo. Fue un montón de gente que ni me imaginaba, que se enteraron que no podía moverme y se ofrecían para ayudarme. Eso me llenó de satisfacción, pese al momento feo que pasé”, recuerda.
Luego cuenta que en la Dirección de Cultura tuvo la satisfacción de trabajar junto a Aurora Miretti, Nora Marlatto, Nancy Marrone y Claudia Lenis en la actualidad.
“A veces prefería estar en el Teatrillo que en otro lado, amo este trabajo y no me quiero imaginar el día que lo tenga que dejar, que me jubile. Estoy tranquilo, sé que sirvo a pesar de la edad que tengo, pero no quiero pensar en el futuro, por ahora disfruto de lo que hago”, dice emocionado.
Por último, “Tití” confiesa con una sonrisa: “No me siento viejo, sé que algunas cosas me cuestan, pero le pongo onda y soy medio porfiado”.
“Si él está, seguro sale todo bien”
La concejal y ex directora de Cultura municipal, Nora Marlatto, se refirió a sus años de trabajo con Jorge y elogió: “’Caffa’ es un empleado que si tuviera que dejar su lugar sería dificilísimo de reemplazar y por varias razones, es responsable, es un guardián de las cosas que hay en Cultura y un memorioso que sabe dónde están todas las cosas que uno necesita, por eso se puede confiar en él plenamente”.
“Cuando él está -continuó-, una se siente segura y confiada porque sabés que las cosas van a salir bien. Ojo, no es obsecuente, si algo tiene que decir lo dice y tiene todo lo otro que es su esencia y que es difícil encontrar tantos aspectos positivos juntos. Trabajé muy bien con él”.
“Jorge fue como mi mano derecha a la hora de salir a todos lados y de hacer los actos. Sabiendo que estaba Caffarena era difícil tener algún problema”, aseguró.
Y por último contó: “Cuando nos tocó organizar la Feria de los Artesanos que duraba tres días, una siempre estaba preocupada para que todo saliera bien y no faltara nada, pero él se acercaba con su optimismo y te decía ‘va a salir todo bien, no te preocupés’, y así era. Él te daba el aliento pero también seguridad”.