En junio de 2021, Antonela Raviola y Marcelo Valverde estaban enfocados en tener un bebé y agrandar la familia. Iban a iniciar un tratamiento cuando descubrieron que ya había un niño en camino de forma natural.

Todo iba excelente, tanto los estudios y las ecografías, hasta que llegó octubre. Ese mes cambió la vida de este matrimonio cuando les informaron que el bebé corría riesgos. Solo tenía 20 semanas de gestación y si eso pasaba no lograría sobrevivir.

De repente, donde había felicidad, esperanza e ilusión, todo se volvió gris y se llenó de preguntas. Antonela y Marcelo atravesaron una situación muy dolorosa de la que no mucha gente habla. Su bebé, a pesar de los esfuerzos médicos, falleció.

El momento en que cambió todo

Con la vista de frente a unas alas que recuerdan a su hijo, Marcelo tomó la palabra y con mucho esfuerzo relató lo sucedido.

“Ella en ese momento tiene una pérdida, la doctora la interna y dijo que estaba complicada la situación”, relató con los ojos llenos de lágrimas.

El bebé todavía tenía 20 semanas, no se había terminado de formar y al nacer no tendría posibilidades de vida. El objetivo, según Marcelo, era “tratar de por lo menos llegar a los seis meses sin que tenga otra pérdida”. Estuvo internada una semana con todos los cuidados y tuvo el parto.

Muerte perinatal

Pedro había nacido, pero el tiempo de gestación no era suficiente y no sobrevivió. Fue una muerte perinatal, así se denomina a los casos donde los bebés fallecen en un período que va desde la semana 22 de gestación (cuando el peso es normalmente de 500 gramos) y se extiende hasta siete días después del nacimiento.

Se trata de una situación de la que muchas personas que la sufren no hablan y sobre la que tampoco hay un protocolo de actuación. Es un dolor que no se expresa fuera de un círculo cercano, predomina el silencio y se convierte así en un tabú. Contra eso luchan Antonela y Marcelo, no solo por ellos sino porque entienden que hablarlo, asimilar que ese hijo sí existió, ayuda a sanar y seguir adelante.

Un segundo

Marcelo agregó que después de comunicarles la situación y que Antonela pariera, ella perdió mucha sangre, por lo que a las horas volvió a ingresar al quirófano, donde terminaron haciéndole un legrado.

“Estábamos en la sala de parto y tuvimos la posibilidad de tenerlo un rato con nosotros. Nos pudimos despedir ahí. Ya tenía nombre, Pedrito, pudimos despedirlo y acá el mensaje también es que estas situaciones son frecuentes y a veces no se sabe qué hacer con el cuerpito”, describieron entre los dos con voz pausada y atravesada por muchos sentimientos.

En su caso, Pedrito recibió una bendición por parte del padre Gustavo y la empresa fúnebre llevó su cuerpo. “Para nosotros fue muy positivo que podamos haber atravesado esta situación de esa forma  -añadió su papá-. Cuando pasan estas situaciones se acerca gente que pasó lo mismo, contando su propia experiencia y para uno es un apoyo más y sirve”.

Cómo seguir

No hay un protocolo médico sobre cómo proceder en el inminente inicio del duelo perinatal, no hay acompañamiento para ayudar a decidir qué hacer, por eso hay historias de distinta índole y muchas veces traumáticas.

“El dolor es inexplicable y la gente por ahí no lo entiende. Hubo casos terribles en donde no los dejaron despedirse, les ponían mucha droga a las mamás para tranquilizarlas”, relató Antonela.

En este sentido, ambos coincidieron en que en realidad a ese dolor “hay que transitarlo porque es más sano”. A ese hijo ellos le dieron un nombre, estuvieron a solas con él en la sala de parto, pero si eso sucedió fue porque afloró el sentido común por parte del personal médico que los atendió.

“Nos preguntaban qué hacer y nosotros estábamos en shock. Yo pedí quedarme un ratito con él, fue hermoso el momento a pesar de todo el dolor. Nos quedamos con esa sensación de que pudimos darle todo nuestro amor”, expresó Antonela.

Falta un protocolo

Por medio de sus propias búsquedas, con posterioridad a la muerte de Pedrito, Antonela y Marcelo se encontraron con documentales donde a las familias en algunos lugares les dan una habitación, les permiten estar a solas con su bebé, obtener una fotografía.

“Nosotros no vamos a tener un recuerdo, por lo general en estos casos los recuerdos son traumáticos, pero si hubiera un protocolo donde nos indicaran cómo podríamos proceder sería importante”, reiteró Marcelo.

Antonela pidió tener un momento con su hijo y la hermana de Marcelo fue la intermediaria para que eso sucediera en la sala de parto, pero a solas y por el tiempo que necesitaran. “A nosotros eso nos ayudó un montón, obviamente que el proceso es bastante duro, pero nos quedamos con ese recuerdo que estuvimos con él, le dimos todo el amor que teníamos para él”, precisó.

Su caso es menos frecuente porque han escuchado a padres que perdieron a sus hijos en distintas etapas de la gestación que nunca pudieron completar su duelo y atravesaron situaciones muy traumatizantes.

El matrimonio entiende que estos momentos posteriores al fallecimiento de un hijo deben transitarse en la privacidad de una habitación, acompañados y con contención psicológica.

Las alas de Pedro

En el comedor de la casa de esta pareja hay un cuadro muy grande de unas alas que los acompaña permanentemente. Además Antonela tiene un cofre donde guarda los pocos recuerdos de Pedro entre los que está su última ecografía.

El cuadro y la ecografía en un portarretratos no es la foto que hubieran deseado, pero es el recuerdo del hijo que los unió. “Pedrito vino a enseñarnos, a unirnos mucho, estas cosas te unen o te separan. A nosotros nos unió en el dolor, nos ayudó a comprender un montón de cosas, en la fe y la lucha para ser papás de vuelta”, concluyó la pareja.