San Miguel de Tucumán. La Policía tucumana reprimió anoche un cacerolazo frente a la Gobernación, donde unos dos mil vecinos se concentraron en reclamo de seguridad y para repudiar los hechos violentos y saqueos que se registraron desde anteanoche en esa provincia, que provocaron dos muertos, en el marco de una protesta policial por mejoras salariales.

Al cierre de esta edición, la situación distaba de ser calma. La Gaceta informó de la muerte de una tercera persona, con lo que el total de muertes en el país desde que los saqueos se iniciaron en Córdoba se elevaría de ocho a nueve.



Los uniformados, que en las últimas horas de la tarde aceptaron una oferta salarial del gobernador José Alperovich, tras permanecer autoacuartelados durante dos días, de inmediato retomaron sus funciones. Y lo primero que hicieron fue reprimir la manifestación. Además, por causas que se desconocen, dispararon balas de goma y gases contra los vecinos, entre los que se produjeron algunos heridos.

Inesperadamente, intervinieron de manera pacífica efectivos de Gendarmería en un intento de disuadir a los manifestantes, y así lograron evitar que continuara la represión.

Según mostró la televisión, los gases habrían comenzado cuando algunos manifestantes intentaban presuntamente ingresar a la Casa de Gobierno.

No obstante, con el correr de las horas la tensión se fue acumulando y se produjeron algunos forcejeos, aunque sin que pasaran a mayores.

Uno de los manifestantes resultó herido en la cabeza y emanaba profusamente sangre. Denunció ante los medios que los efectivos le habían disparado con balas de goma.

Un periodista local, también comerciante, que estaba protestando en el lugar, dijo que “hasta hace unas horas no había un patrullero en las calles y grupos armados saquearon todo. La gente está asustada, no quiere protestar, no quiere salir (de sus casas). Están entrando en pánico”.


La mayoría de los vecinos que dialogó con los canales coincidía en que el miedo se había apoderado anoche de la capital tucumana y desmentía que la policía ya se hubiera hecho cargo de la situación.

El cacerolazo se había iniciado por la tarde en distintos barrios de la capital tucumana y, cerca de las 20, los vecinos se concentraron en la Plaza Independencia, donde reclamaron mayor seguridad y pidieron “que se vayan todos”.

“Policía de Tucumán, vergüenza nacional”, entonaron los manifestantes mientras, paralelamente, los agentes cerraban el acuerdo con las autoridades provinciales.

Los reclamos de los tucumanos se extendieron tras el anuncio del arreglo con el Gobierno, por lo que los vecinos permanecieron en el lugar y abuchearon a los efectivos policiales que reaparecieron en las calles.



Cerca de las 21.30, cuando los manifestantes se disponían a disolver la concentración, la policía comenzó a reprimir con balas de goma y gases, lo que provocó heridos.

Arreglo y denuncia

En un marco de notoria restricción informativa por parte de medios de comunicación estatales o manejados por el Gobierno nacional, Tucumán vivió un día complicado desde temprano. Los saqueos que derivaron en dos muertes se habían iniciado anteanoche hasta bien entrada la madrugada de ayer y alcanzaron niveles de masividad, sólo superados por los de Córdoba, la semana pasada.

Los agentes de policía de Tucumán que pasaron dos días autoacuartelados en reclamo de mejoras salariales decidieron ayer por la tarde regresar a sus funciones luego de que el gobierno de José Alperovich decretara un aumento de 35 por ciento en sus sueldos, aunque los denunció por sedición.

El mandatario kirchnerista –cuya concesionaria de autos retiró los vehículos del local por temor al saqueo en los últimos días– anunció que los agentes que se recluyeron desde la noche del domingo en la Subjefatura de la Policía depusieron su actitud.

El acuerdo quedó garantizado en un acta firmada por representantes de los policías y funcionarios del Gobierno, mientras los rebeldes que habían ocupado la Subjefatura salían del lugar y comenzaban a patrullar las calles de los suburbios.