Ya sea al ponerle su emocionante voz a una canción o con su personaje circense, cuando está en escena Luciana Balangione (42) sabe atraer la atención del público en cualquier momento y lugar. Esta cantante y actriz sanfrancisqueña asegura que lo suyo es transmitir y se muestra muy agradecida con su personaje Petunia, que interpreta en La Parlota Circo desde hace casi 20 años y con el que, además de hacer reír, puede conectar con aquella niña que fue alguna vez y su costado en que lo sigue siendo. 

Es además una gran admiradora y exploradora de la obra de la francesa Édith Piaf, a quien le rinde homenaje en muchas de sus presentaciones. De hecho, su propia academia de canto lleva el nombre de esa artista, la Sala Piaf. De su tarea enseñando a cantar, apunta que muchas veces quienes aprenden no son conscientes de sus capacidades y hasta dónde pueden llegar, ya que la voz es un instrumento vivo, que lo usamos todo el tiempo para expresarnos y manifestar emociones. 

Como docente tiene también una tarea destacada en la Cantata Piamontesa y en los últimos meses formó parte de Noches Pasionarias, un espectáculo encabezado por distintas cantantes locales que recrean grandes éxitos de otras mujeres artistas reconocidas a nivel mundial, como Estela Raval, Violeta Rivas o Isabel Pantoja, entre otras. 

En una entrevista con Yo Digo, el programa de El Periódico TV que también se emite por El Periódico Radio FM 97.1, contó que cuando comenzó a meterse en el mundo del circo entró en contacto con su parte desfachatada y que le perdió el miedo al ridículo. “Todos tenemos un payaso adentro, cuando estamos solos, cuando nadie nos ve y nos juzga, nos dejamos ser y ahí está la esencia del payaso”, dice.

Luciana Balangione.
Luciana Balangione.

- ¿Cómo fue que empezaste de niña con el canto o cuándo se te despertó?
- Canté siempre desde chica, desde que recuerdo, porque nací con un papá cantante. Mi papá Daniel Balangione es cantante de tangos y ópera. Tengo tradición de gente que le gusta hacer cosas con la música, mi abuelo hacía teatro y tocaba el acordeón. En casa el canto era algo común, mis hermanos tienen también trabajos relacionados. 

- Y no elegiste un instrumento, sino expresarte con la voz. 
- Terminé eligiendo la voz, pero el camino fue más largo. Empecé en el coro de la escuela, era muy chica y en esa época no existían las academias de canto como ahora, solo existía el conservatorio y tenías que ser mayor de 15 años para empezar a tomar clases de canto. Tuve que elegir otro instrumento y empecé con violín a los ocho o nueve años, habré tocado unos cinco años y tuve que esperar hasta los 16 para empezar las clases de canto. A todo esto, yo lo acompañaba a mi papá a sus clases de canto, sabía que quería hacer eso.

- Venís del conservatorio y el violín, ¿cómo llegás al circo?
- En 2003 en un trabajo conozco a quien hoy es mi esposo, Gonzalo, alias Cuete en su personaje de La Parlota. Un día llega y me dice “Mirá lo que aprendí a hacer”, y con tres pelotas me muestra que hacía malabares. Todavía no salíamos, empezamos a los pocos meses. Me enseñó y aprendimos juntos, fuimos desarrollando eso. Al poco tiempo renunciamos al trabajo que teníamos y empezamos a salir de viaje de mochileros, a tratar de aprender más, compartir con otros cirqueros, conocer lugares y conocer gente. Me enamoré de esa vida, también. Rompí la estructura que venía trayendo. El circo me desarmó la estructura y me permitió ser más espontánea, entrar en contacto con mi parte ridícula. Me puso en contacto con mi parte desfachatada, le perdí el miedo al ridículo y al fallo, porque el error en el circo forma parte de la actuación.

- Sería parte de la gracia.
- Claro, más se equivoca el personaje, más gracioso es. Conjugar esas dos cosas fue como una fórmula explosiva en su momento, y lo sigue siendo.

- Tenés un personaje muy reconocido, Petunia, ¿desde cuántos años?
- Nació hace 18 años junto con La Parlota Circo, que en esa época tenía más integrantes, estaba nuestro amigo Pampero, que fue uno de los primeros que hizo circo acá en la ciudad, y Luis Ríos, que fue también de los primeros malabaristas. Formamos una compañía con la que hacíamos espectáculos en la calle, al principio fue animarse a hacerlo en mi ciudad. Yo no hacía semáforo o calle en mi ciudad, hasta que me animé. Me pintaba como una puerta con la esperanza de que no me reconocieran, no funcionó mucho, me reconocían. Pasé por varios nombres y un día me vino el nombre Petunia a la mente y me pareció súper sonoro y gracioso. Y después no lo cambié más. 

- El otro día en tus redes sociales le agradecías a tu personaje porque te permitía ser ridícula. ¿Cuánto hay de Luciana en Petunia y cuánto de Petunia en Luciana?
- Se alimentan las dos. Petunia es una Luci exagerada y con cosas que por ahí la Luci de civil no se animaría a hacer. El payaso me permite trascender ciertos límites que uno se impone, cuestiones sociales que no podemos exceder del todo. Tampoco es que Petunia sea una revolucionaria, pero me permitió explorar partes de mi personalidad más ocultas. Y también tiene como un efecto en el público, esto de permitirse ser, sin condiciones.

Luciana metida en su personaje Petunia, en una actuación en  2017.
Luciana metida en su personaje Petunia, en una actuación en 2017.


- ¿Cómo lo vas desarrollando al personaje? Porque no eras la misma Petunia hace 18 años que ahora.
- Para nada. La Petunia de antes era más mimo, no hablaba tanto. La calle me obligó a tener que hablar, porque en la calle la gente no va a verte entonces tenés que atraer al público y mantener el interés. Eso es un ritmo totalmente diferente al del teatro, que la gente va y se sienta a ver. Hay un ritmo tranquilo, en cambio en la calle están los autos, el vendedor de tal cosa, un perro que se te cruza y todo es un material para improvisar sobre lo que está pasando. El payaso tiene que estar muy abierto con todo lo que sucede.

- ¿El payaso puede ser un personaje que ponemos para seguir siendo niños o resistirnos a algunas conductas del mundo adulto?
- Creo que sí. No sé si le pasa a alguno, pero a veces siento que no crecí. Petunia es una excusa para no olvidarme de ese niño, donde uno no tiene responsabilidades y tu única función es jugar, disfrutar y aprender. Creo que pasa por ahí, el impacto de sentirnos apremiados por las obligaciones de la vida adulta, que es normal, y descomprimir por ese lado. Creo que tiene mucho que ver el arte en todas sus expresiones cuando los adultos van a buscar un medio de expresión como para liberar la presión de la vida adulta.

- ¿Qué es lo que más disfrutás en tu espacio del circo y qué te gusta de todo lo que hacés?
- La reacción de la gente, la risa. “Me cambiaste el día”. O los mensajes que te mandan: “Qué linda función, nos dejaste pensando”. Tenemos varios espectáculos, algunos son más de calle, todo el tiempo entretenimiento; y otros más reflexivos, que pretenden dejar un mensaje más profundo acerca de los sueños, de los miedos, del deber ser, y que también dejan pensando al público. La satisfacción pasa por ahí, por las devoluciones de personas que te dicen que les alegraste el día o que por un momento volvieron a ser niños. Creo que los adultos se divierten con nuestro espectáculo es porque en principio los artistas nos permitimos divertirnos. Creo que a la gente le viene bien y por eso gustan tanto este tipo de cuestiones.

- Esto que decías antes que el payaso no actúa, sino que es.
- A diferencia del actor, el payaso es. Por eso te decía que no sé si soy actriz del todo. Todos tenemos un payaso adentro, cuando estamos solos, cuando nadie nos ve y nos juzga, nos dejamos ser y ahí está la esencia del payaso.

- Como cantante tenés además una tarea reconocida como docente. ¿Qué es lo que tratás de enseñar y transmitirle a las personas que van a tu academia?
- He pasado por muchas etapas. Empecé a los 16 años como cantante y como a los 25 empecé a dar clases, mientras enriquecía mis herramientas como cantante también iba sumando herramientas para transmitir mi experiencia a la gente que quiere aprender. A la gente que llega a mi espacio, lo primero que le pregunto es qué quiere hacer con el canto. Si va para el lado profesional o para el lado del hobby. La mayoría lo hace por hobby, como cable a tierra, pero terminan descubriendo que la propia exploración, la búsqueda para evolucionar, es una terapia en sí misma. Si no, no elegirían pararse en un escenario frente a sus seres queridos en las muestras que hacemos en distintas etapas del año. Es como el momento del juego, como que me voy a vestir de artista y por este rato que estoy acá arriba soy una cantante. Eso tiene un atractivo y una motivación para trabajar. Es muy lindo ver cómo van desbloqueando capacidades, porque si hay algo que observo es que los alumnos no son del todo conscientes de las capacidades que tienen, hasta dónde pueden llegar con el instrumento. 

- O sea lo que pueden mejorar con la voz.
- Sí, mejorar con la voz y expresivamente también porque a la hora de expresarte te encontrás con trabas: la vergüenza, algunos traumas, por ejemplo cuando eras chiquito a lo mejor tenías una voz muy chillona o muy fuerte y te decían “Shhh, callate, gritás mucho, dejá de hablar”. Y todo eso uno lo incorpora y después en la adultez van haciendo efecto. Veo que hay muchos que les cuesta soltar. La voz es un instrumento que está vivo, no como un piano o una guitarra, que uno lo toca, le da vida y lo deja. A este lo tenemos puesto todo el día y lo usamos para expresar todo tipo de emociones, y está sujeto a la influencia de muchos factores. Eso es lo divertido, el instrumento nunca es el mismo.

- ¿Qué te gustaría que pase con tu carrera como cantante y tu trabajo con el circo?
- No sé qué me gustaría que pase en el futuro, sí sé que me gustaría que siga pasando esto, que es seguir transformando un espacio común en un espacio mágico. Poder seguir haciendo de esto un medio de vida, que es difícil. Nos gustaría poder visitar otros países, venimos planificando hace un tiempo una gira europea, creo que es posible en el futuro. Sería un proyecto lindo cruzar el charco grande.

- ¿Como cantante te hubiera gustado llegar a un nivel más reconocido como solista a nivel provincial o nacional, llegar a los grandes teatros? 
- No lo veo como una necesidad lo de ser famosa o reconocida, creo que el reconocimiento viene a distintas escalas. No fue un proyecto que yo me haya planteado. Disfruto mucho de cantar con quién sea, donde sea y compartir con distintas personas, desde los que recién empiezan hasta los más grosos. Estoy muy llena con lo que soy. Si las cosas se dan más adelante para otro lado, bienvenido sea. Aparte tenemos una hija de 14 años, tengo una vida sencilla, apacible, con sus toques explosivos y por ahora es el equilibrio justo. El día que necesite algo más, saldré a buscarlo.