"Soy un pecador, pero como esta dignidad se me ha conferido, acepto". Con esas palabras, pronunciadas en el cónclave vaticano del miércoles, el cardenal Jorge Mario Bergoglio aceptó el desafío de su vida: convertirse en Francisco, el sucesor de Benedicto XVI, el jefe de la Iglesia Católica, el papa número 266 y el primero de origen no europeo, según cuenta este viernes el diario La Nación en su edición impresa.

Ocurrió, según consigna el diario, al cabo del quinto escrutinio que realizaron los 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina, y luego de que su par italiano Giovanni Battista Re le preguntara si aceptaba el papado.

"Cuando Bergoglio llegó al voto número 77, estalló un aplauso. Todos estábamos muy felices por el resultado; son emociones muy fuertes", contó el cardenal norteamericano Timothy Dolan, el expansivo y simpático arzobispo de Nueva York, relata el artículo.

Según La Nación, más allá de que ya en el primer escrutinio Bergoglio pudo haber sido el más votado, superando incluso al italiano Scola, el voto fue disperso. "Hubo varios candidatos", reveló el cardenal irlandés Sean Brady.

Entre ellos, el candiense Marc Ouellett, prefecto de la Congregación de los Obispos, habría cosechado unos 20 votos. El resultado fue la primera fumata negra de la noche del miércoles.

La mañana siguiente, el campo de juego se limitó a menos candidatos. Scola seguía con buenos números, pero sin avanzar. Bergoglio, en cambio, en una dinámica psicológica tipo avalancha, seguía captando consensos. Hubo dos votaciones y una nueva fumata negra, la segunda: nadie había obtenido los 77 votos necesarios.

A la hora del almuerzo —sigue la reconstrucción que publica este viernes La Nación—, el papable norteamericano que cautivó a muchos, con sandalias y barba, Sean O'Malley, se sentó junto al cardenal argentino. "Parecía muy abrumado por lo que estaba pasando", contó. Entonces, según la agencia ANSA, el mismo Scola habría dado un paso atrás haciendo entender claramente que no quería ser una "candidatura de división" e invitó a "trabajar por la unidad".

Algo parecido a lo que habría hecho Bergoglio en 2005, llamando a quienes lo impulsaban a apostar por Ratzinger. Lo cierto es que la quinta votación fue la vencida. Se presume que Bergolgio superó con creces el número mágico de los 77 votos. "Fue un momento muy conmovedor a medida que se escuchaban los nombres: «Bergoglio, Bergoglio...» y de repente llegamos al número mágico de 77", contó Brady. Los cardenales aplaudieron al voto 77 y nuevamente cuando el conteo terminó.