Las ferias americanas son espacios de compra y venta de ropa usada, los cuales toman en impulso principalmente en épocas de crisis económica. Generalmente se ofrece indumentaria y calzado de segunda mano pero en buen estado, a precios más bajos que en cualquier tienda donde se compra ropa nueva.

En Suipacha al 1400, en el popular barrio La Florida, se ubica “Mi Gente”, una feria de este estilo atendida por Mónica Aliva, quien encontró en este rubro su medio de vida. Mamá de una joven con parálisis cerebral, cuando sus otros hijos se casaron, debió dejar su trabajo en Tribunales, donde limpiaba oficinas, para poder dedicarse de lleno a su hija.

“El tema de la feria surge cuando tuve que dejar el trabajo que yo tenía, que era en Tribunales. Limpiaba oficinas con gente muy buena. En el momento en que una hija toma la decisión de casarse, después se casa mi otro hijo, yo decidí quedarme al cuidado de mi otra hija, ella es especial y yo no se la dejo a nadie. Por eso decidí quedarme al cuidado de ella”, recordó Aliva a El Periódico.

Para poder montar su negocio, la mujer contó con la colaboración de sus antiguos compañeros de trabajo: “A mí me ayudaba toda la gente de Tribunales. Son garantes de mi casa. Necesitaba trabajar. La feria se puso no por tener plata, sino por necesidad”, dijo.

La feria nació hace unos 2 años en el domicilio donde vive Mónica junto a una de sus hijas.
La feria nació hace unos 2 años en el domicilio donde vive Mónica junto a una de sus hijas.

Aliva señaló que la gente la ayuda dándole mucha ropa y en buen estado, aunque reconoce que en el caso que no le sirva decide regalarla: “Hablé con la gente que me ayudaba y les dije que necesitaba trabajar y que no podía dejar a mi hija, y les pregunté si con la ropa que me daban podía dejarme lo que necesitaba, y si no se enojaban si ponía una feria, trabajando en mi casa. Y esa fue la forma de empezar a trabajar”, agregó.

A pulmón

La feria comenzó con poco y fue creciendo con la ayuda de la gente que empezó a comprar: “Tengo mucha gente que me responde, a ellos les debo un montón. Por más mínima que sea la compra, a mí me ayuda. No hago un dineral, pero me ayuda al sostén del día, y a no tener que andar golpeando puertas, si tengo dos manos y dos pies”, describió.

Los muebles en donde se exhibe la ropa fueron hechos por ella misma, con tarimas y ladrillos. Después le llegó la posibilidad de comprar dos o tres estantes. Todo el espacio se mantiene impecable, ya que para Aliva la higiene es fundamental en el recibimiento del cliente.

En esos muebles se encuentran prendas que cuestan unos pocos pesos. Se trata de ropa que desde que llega se lava, se enmienda, se dobla y se perfuma.  Lo más caro, cuenta la mujer, llega apenas a los 500 pesos y generalmente es calzado.

“A la gente que viene y compra por mucho se les hace un precio mucho menor. Hay gente que viene del campo. Ayer, por ejemplo, vino gente de Arroyito. Se queja mucho la gente de los precios, de calzados que están a 12 o 13 mil pesos, aunque yo no sé los precios del centro”, sostuvo.

La relación con su hija

Para atender a su hija, que recientemente cumplió 35 años, Mónica debe cambiarse la ropa e higienizarse por completo. Ella no se comunica, pero pese a ello es su sostén.

“Está en mi pieza, le abro la ventana. Los fines de semana la hago dar vueltas si está lindo. El barrio me conoce, la ve. El sábado que fue su cumple la saqué a dar una vuelta. La tengo más en los brazos. Ella no habla, tampoco camina, en todo depende de mí. Su hermana está embarazada, sino me ayuda. Su hermano también. Pero ella no le quiere comer a la hermana ni al hermano, si no estoy yo… y duerme en mis brazos”, contó sobre la relación que las une.

Además de sus otros hijos, también colaboran con ella su nuera, que atiende el negocio por la tarde, y su yerno, entre otras personas: “La familia acá es muy unida, nos ayudamos los unos a los otros, eso es algo hermoso”.

La feria de los Papá Noel

A la par que acondiciona ropa, Aliva también realiza muñecos para vender. En Navidad, por ejemplo, suele fabricar muñecos de Papá Noel y colgarlos en la reja, en donde también se pueden apreciar dos pizarrones y algunos maniquíes que llaman la atención a cada persona que pasa por el sector.

“Soy muy conocida por eso”, reconoció la mujer, que agregó: “Me gusta hacer muñecos. Ahora viene el Día del Niño y me gustaría hacer muñecas de tela. Siempre hice, pero no tengo más guata. Antes me donaban o me vendían, pero ya no. Pero este año quiero hacer los Papá Noel, son famosos. Están en todos lados. Tuve llamados de gente que los quería de Buenos Aires, Miramar, Arroyito, Morteros pero se me hacía imposible llevarlos, tenía muchos pedidos. El Papá Noel fue un éxito muy grande. Eso hizo que mi feria creciera. Ahora pasan autos y camionetas que vienen y bajan cosas y eso a mí me ayuda muchísimo”, finalizó.