Su apellido está ligado a la historia de la fotografía en esta ciudad y a los negocios históricos del centro. Dejó de trabajar hace apenas un par de años, con 66 temporadas de oficio.

¿Cómo se inició en la fotografía?

Fue una casualidad con suerte. Al lado de mi casa vivía un señor que era fotógrafo del estudio Luz y Sombra. Cuando terminé la escuela primaria me ofreció trabajo porque yo no iba a seguir estudiando. Fui a probar y me encantó. La fotografía me atrapó para toda la vida.

¿Cuántos años tenía?

Empecé a los 14 años. Siempre trataba de mejorar, ya sea “curioseando” con lo que podía ver ahí adentro o leyendo las pocas revistas que llegaban sobre este tema. Fui pasando por las distintas facetas hasta convertirme en fotógrafo.

¿Cómo eran las cámaras en ese tiempo?

Eran enormes, pesadas y con esos fuelles largos y grandes donde uno no se podía mover para sacar la foto.

¿Y cómo era el laboratorio?

Eso sí que era difícil, todo era manual. En esa época realizar el revelado era una proeza. La base de las placas que se usaban eran de vidrio, manipularlas y pasar de un líquido a otro sin que se contaminen o que se golpeen implicaba un gran trabajo artesanal. Hoy me parece mentira con la tecnología que hay para realizar esos pasos.

¿Cómo continuó su carrera?

Seguí unos años más en ese local hasta que el fotógrafo se separa del socio. Entonces, Jorge Bucco (padre) se queda con el comercio y me ofrece ese puesto. Ahí me dediqué de lleno a sacar fotos y la gente empezó a elegir mi trabajo. Al poco tiempo hicimos una sociedad con Bucco. A la casa de fotografía le anexamos una óptica, ortopedia y venta de instrumental médico. Ahí empezó a llamarse Bucco y Curriotto. Ese negocio duró cuatro años hasta que nos separamos. Mi socio mudó su óptica al edificio de la torre Bucco y yo me quedé con el local que hasta hoy permanecemos.

¿Cómo hizo para adaptarse a los cambios?

Las revistas sacaban las máquinas y después venían los viajantes para realizar la venta. Luego te enviaban el equipo con un técnico que se quedaba unos días hasta que aprendíamos a usarla. Fui el primero en traer un mini labs blanco y negro a San Francisco. También, el primer mini labs con monitor color que entró al país fue acá.

José Curiotto


¿Y la llegada del color?

Esa fue una revolución. Hice cursos en Buenos Aires y Santa Fe. Fue una emoción ver aparecer el color en las fotos que hasta ahora habían sido todo blanco y negro. En esa época, con un socio, abrimos por la calle 9 de Julio un local de revelado color y fue un éxito porque venían clientes de toda la zona y otras ciudades. Todos querían sus fotos a color.

Después vino lo digital

Ese fue otro momento importante. Cuando vi los aparatos en las revistas no dudé en comprarlo. Nuestro equipo fue el primero en la provincia y recién 15 meses más tarde otra casa de fotografía de la capital cordobesa tuvo el suyo. Fuimos por mucho tiempo los únicos que podíamos revelar las fotos.

¿Cómo hizo para mantenerse en todo este tiempo?

La fotografía fue mi hobby y mi sustento. Siempre hice la fotografía con amor, nunca como un trabajo más. Jamás dejé ir a un cliente disconforme, siempre busqué la forma de complacerlo y eso me dio muy buenos resultados. Por eso la gente se volcó a mi negocio y si había 15 casamientos en la ciudad unos 13 estaban a mi cargo.

¿Qué fue lo que más le gustó hacer dentro de la fotografía?

Me destaqué como retratista ganando hasta premios internacionales y luego fui pasando por paisajes, composición con elementos figurativos y en estos últimos años terminé haciendo abstracciones. Son técnicas mías que las descubrí jugando con la cámara en mi casa y distintos objetos. Son algo inédito y con mi propio sello. Me jugué y a la gente le gustó.

LEGADO A LA CIUDAD

José Curiotto fue uno de los primeros en plantear la necesidad de renovar el centro de la ciudad. Durante el gobierno del intendente Jorge Bucco, era vicepresidente del Centro Empresarial y presentó su propuesta, la cual implicaba unificación de veredas, colocación de farolas y la construcción de un cantero central para la protección del peatón en el bulevar 25 de Mayo. La entidad apoyó la iniciativa, pero le solicitó que organice una comisión por afuera de la misma.

Prácticamente en soledad, Curiotto decidió llevarlo adelante y se reunió con autoridades y arquitectos hasta lograr concretar un proyecto que permitiría mejorar las cuadras del microcentro. Bucco terminó su mandato sin la posibilidad de llevarlo a cabo debido a la falta de interés y trabas presentadas por una empresa y distintos comerciantes, según recordó Curiotto. “Me gustaría que se respetara del proyecto original la construcción del cantero para protección del peatón, porque es muy peligroso cruzar la avenida“, apuntó.