Por Faustino Rizzi
@faustinorizzi 

Pasan los años, cambian las autoridades, se renuevan los presupuestos y lo único que se mantiene inalterable en la ruta nacional 158 es el alto riesgo de accidentes debido a su pésimo estado. Pese a innumerables proyectos y promesas, sigue plagada de baches, grietas, banquinas en erosión, pozos y falta de señales. Como si fueran pocos méritos, desde hace meses suma también la falta de demarcación en el nuevo acceso a San Francisco.

Si bien su estado es bastante malo en casi todo su trayecto, principalmente hasta Villa María, la peor parte se concentra entre las localidades de Saturnino Laspiur y Quebracho Herrado, donde las fallas en la calzada son prácticamente la norma, en lugar de la excepción. Es un pozo detrás del otro, a cual más profundo y extenso, lo que la convierte en una ruta de altísimo riesgo, sobre todo con los “piletones” que se forman en los días de lluvia.

Lo grave del caso no es que por su estado los usuarios sufran sobresaltos en los vehículos o el desperfecto de sus automóviles, o simplemente que deban circular a menor velocidad, sino el riesgo de accidentes. Los cuales, en una ruta, se traducen en graves heridos o en pérdida de vidas.


El zigzag, un clásico

Cualquiera que transite con frecuencia por esta ruta habrá observado el característico zigzag que emplean los conductores de todo tipo de vehículos para evitar los baches. Como si presenciáramos una competición de karting en un parque de diversiones, es frecuente ver a camiones, autos y colectivos moviéndose de una mano a otra para no “comerse” los sempiternos pozos. 

En el tramo entre Laspiur y Quebracho Herrado también es frecuente que los automovilistas circulen a baja velocidad, incluso a unos 70 kilómetros, para evitar roturas en sus coches. Eso contrasta con la velocidad de camiones, que aun con el zigzag soportan mejor los baches.

Algunos carteles señalan que hay tramos en reparación, lo cual es falso. Ya en abril de 2012 este medio alertaba del mal estado de la ruta y que era todo un peligro en los días de lluvia. Después de varias idas y venidas, anuncios y reuniones, el año pasado se hicieron unos poquísimos arreglos menores en baches que ya amenazaban con convertirse en cráteres. Las reparaciones se hacen notar porque sobresalen de la calzada, en lugar de estar al ras. Desde entonces, y como hace años, la ruta sigue casi abandonada.

SIN DEMARCAR

En el nuevo acceso a la ciudad llegando desde el lado de Las Varillas, el año pasado se realizaron algunos kilómetros nuevos, los cuales son los únicos en buen estado. Sin embargo, no se hizo la demarcación necesaria y obligatoria, y apenas pusieron un cartel que lo advierte. Un olvido más en esta ruta.

SIN INFORMACIÓN

Desde Vialidad Nacional, organismo responsable de esta ruta, no dieron respuesta a los numerosos pedidos de información realizados por este medio para conocer si había proyectos para repararla.

“Es un desastre”

Esto opinó sobre el estado de la ruta la legisladora provincial Graciela Brarda, quien aseguró a El Periódico que la próxima semana elevará un nuevo reclamo a Vialidad Nacional, distrito Córdoba, para que se realicen distintos arreglos.

Brarda se reunió en el mes de abril último con el titular de Vialidad Nacional Distrito Córdoba, Raúl Daruich, para reclamarle por el mal estado de esta arteria. Según sostuvo los trabajos en esa oportunidad se encontraban diseñados y ya presupuestados.

OPINIÓN

No tiene gracia

F.R.
Jefe de Redacción El Periódico

Con el mal estado de esta ruta se podrían hacer los característicos chascarillos de que la convierten en una opción para el turismo de aventura o un deporte extremo, pero la verdad es que el asunto no tiene ni la menor gracia. Y no la tiene porque una ruta casi abandonada tarde o temprano se termina pagando con personas muertas o heridas. Lo más sincero con su actualidad sería declararla en ruinas.

No se sabe además cuándo se va a reparar, y si alguna vez se hará. Los más de 20 muertos por día en las rutas del país, una tragedia que gotea jornada tras jornada, parece que no son suficientes para que nuestras autoridades, en plena campaña electoral, tengan proyectos para este enorme problema. Ni siquiera para que alguna vez se refieran al tema. Pareciera que no interesa. Eso, tampoco tiene gracia.