En el Hogar de ancianos Enrique J. Carrá, una persona inquieta se mueve sigilosamente de un lado hacia el otro, buscando, mirando, husmeando y recolectado todo el material plástico descartable que pueda encontrar para luego refugiarse en un rincón y dedicar varias horas de su día a armar ecoladrillos.

Se trata de Elisa Bauzano, una mujer de 84 años que encontró una manera de contribuir con la comunidad y con el medioambiente.

Según le contó a El Periódico, todo comenzó con una nota de este medio que detallaba distintas formas de reciclaje para disminuir la cantidad de basura en el hogar. Desde entonces, para mantenerse activa comenzó a recolectar cuanta botella plástica y materiales similares encontraba en el Hogar para realizar sus “ladrillos”.

En el hogar de ancianos, Bauzano vio que se tiraban a la basura descartes de pañales limpios, pedazos de plástico y otros materiales reciclables. Entonces, decidió proponer a los demás residentes que se sumaran a su iniciativa.

“Le dije al director -el médico Pablo Arri- si podía juntar ese plástico para convertirlos en ecoladrillos y me dijo que sí, así que invité a los demás”, recordó. “Una señora que también está en el hogar me vio haciendo los ladrillos y empezó a ayudar. Así que ahora tenemos como 100 ecoladrillos”.

Así, plácidamente, munida de una varilla de madera, a veces sola y otras acompañada, se pasa horas entre mate y mate en pos de colaborar a no desechar tanta basura en el ecosistema.

Elisa, la residente del Hogar Carrá que colabora con el medioambiente

Informada y solidaria

Su iniciativa no se limita solo a la creación de ecoladrillos, sino que también recolecta cartones, papeles y envases plásticos que guarda cuidadosamente en un rincón del hogar.

En este marco, días atrás, luego de leer la nota de El Periódico: “La escuela que trabaja en el cuidado del medioambiente y mejora sus instalaciones”, que hacía referencia al proyecto integral de la escuela Hipólito Yrigoyen, que recicla elementos para contribuir con la huerta escolar y a su vez mejorar el establecimiento, Elisa decidió acercarse a la institución para hablar con los docentes y ofrecerles los materiales elaborados con sus propias manos.

Ante esta situación, Belquis Monina, maestra de Ciencias de dicha escuela, contó con emoción el día en que Elisa se acercó a la escuela: “Fue un momento hermoso y nos encontramos con una mujer muy comprometida y con ganas de ayudar. Los chicos quedaron sorprendidos y todos agradecidos por el gesto”, manifestó.

El último miércoles, los estudiantes de sexto grado de la escuela Yrigoyen caminaron hasta el Hogar y se reencontraron con Elisa, que les hizo entrega de 154 ecoladrillos, además de cartones y envases plásticos para la huerta.

Se trató de un momento emotivo que los estudiantes y las docentes agradecieron; y aunque a Elisa no le gusta la exposición pública, lograron que la mujer se sacara unas fotos con el grupo de recicladores.

La docente, luego, informó que dichos ecoladrillos serán utilizados para la construcción de un invernadero para la huerta escolar, por lo que próximamente necesitarán algunos materiales para comenzar la obra.

Junto al doctor Pablo Arri.
Junto al doctor Pablo Arri.

Una vida solidaria

Con una humildad digna de ser imitada, Elisa reflexionó sobre su motivación para ayudar a los demás: “Vengo de una familia que mis papás nos inculcaron que hay que respetar y ayudar al prójimo. Nosotros les respondíamos a mis padres: ‘En qué vamos a ayudar, si nosotros no tenemos mucho dinero’. Pero ellos me decían: ‘tienen manos y pies, vayan y pregunten a las abuelitas qué necesitan’, y allá íbamos. Eso me quedó muy grabado, el que hay que ayudar al prójimo y que no siempre sea por dinero”.

Además, con telas que les entregan las enfermeras del Hogar, Elisa realiza acolchados y colchitas para el lugar y también que se venden en las ferias que se organizan: “Yo me mantengo ocupada todo el tiempo”, sostuvo sonriendo.

“Una idea genial”

Pablo Arri, a cargo del Hogar de ancianos del Hospital, dijo al respecto de la iniciativa de Elisa: “A todo esto que junta ella lo tirábamos. Cuando me comentó lo que quería hacer, le dije que me parecía una idea genial. Algunas mujeres le empezaron a ayudar, a veces un poco más, otras un poco menos. Y aparte de entretenerla, también cumple una función muy importante”.