El aula de Ciencias de la escuela primaria Hipólito Yrigoyen de San Francisco se parece a una sala de acopios de una cooperativa recicladora, como las que existen en la ciudad. Y es que casi funciona como tal, en el marco de un proyecto integral que busca cuidar el medioambiente a partir del reciclado y también vender parte de lo recolectado para mejorar el establecimiento y comprar elementos para los estudiantes.

Dicho proyecto involucra a toda la comunidad educativa de la institución y comenzó hace unos años con la creación de una huerta orgánica -que actualmente produce verduras y, próximamente, frutas- para consumo de las familias de alumnos y docentes.

Con el tiempo se sumaron otras actividades, como el proyecto municipal de los “Puntos Verdes” para la separación de papeles, cartones, plásticos y aluminios, que le brindó otra posibilidad a la escuela de generar movimiento y recursos.

La iniciativa involucra además la creación de ecoladrillos que son destinados a la separación de canteros para la huerta, y también la recolección de tapitas que son intercambiadas con un comercio que le otorga litros de pintura a la escuela.

La escuela que trabaja en el cuidado del medioambiente y mejora sus instalaciones

“Este proyecto lo llevamos adelante durante la jornada extendida en el área de Ciencias y trabajan los alumnos de cuarto, quinto y sexto grado, con lo que es la huerta, la fabricación de los ecoladrillos y la clasificación de papel y cartón”, explicó a El Periódico, Belquis Monina, maestra de Ciencias de la escuela.

“Pero después, toda la escuela y las familias aportan tapitas, cartones y papel”, agregó.

Incentivo

Según la docente, “cuando desde la Municipalidad se propuso el tema de los ‘Puntos Verdes’ con la separación de residuos, nosotros ya lo veníamos implementado, pero nos vino bárbaro también para seguir insistiendo y motivar más a las familias”, aseguró Monina.

Luego añadió: “Este año salió lo de las tapitas, los enganchamos a todos los chicos y chicas con las tapitas. Y por esas cosas de la vida, los papás llegan todos los días con cartones y con tapitas que vamos acumulando en el aula y cuando tenemos una cantidad importante se venden; eso se reinvierte en elementos para la escuela y la huerta”.

Ana Caffaratti, directora interina del establecimiento, comentó que “la última compra la destinamos a cosas que necesitábamos, como seis televisores para las aulas que ya hemos instalado y las maestras están usando en sus clases”.

Las mujeres coincidieron también en que parte de lo invertido regresa en herramientas, semillas y plantines para la huerta. “También con la venta anterior compramos árboles frutales, un limonero, otro de naranja y de mandarina. Compramos más semillas. Año a año vamos sumando cositas a nuestra huerta”, acotó Belquis.

En la huerta se trabaja todos los días.
En la huerta se trabaja todos los días.

“Todo vuelve para el alumno”

Las docentes destacaron el compromiso y el involucramiento de las familias en el proyecto integral de la escuela: “Nos gusta decir que es una semillita que la escuela fue aportando a los hogares”.

Además destacaron a dos papás que, por ejemplo, uno es camionero y otro tiene una camioneta, y son los que trasladan los papeles, cartones y tapitas a los puntos de reciclaje.

Para Caffaratti, el proyecto institucional está “pensado en el alumno”, en que todo lo que se recolecte y venda quede a disposición de mejoras de elementos didácticos o de infraestructura.

La escuela ya cuenta con varios litros de pintura -gracias al intercambio de tapitas plásticas- y se gestionó a través del FODEMED el pago de la mano de obra para pintar todas las aulas.

“Se van generando recursos para renovar la institución o para mantenerla”, agregó Monina.

Compromiso diario

Sheila y Luz son dos alumnas de 6to año A, turno mañana, que forman parte activa del proyecto. Participan tanto en tareas de la huerta como en reciclaje.

“En mi casa juntamos todo lo que podemos, pero mucho más las tapitas. También me gusta ayudar en la huerta, siempre hay cosas para hacer”, admitió Sheila. Por su parte, Luz sostuvo: “Es importante cuidar el medioambiente. En mi casa siempre les digo a mis papás que no tiren cosas que se pueden reciclar”.

La escuela Yrigoyen es un ejemplo de cómo la educación puede contribuir al cuidado del medioambiente y que las políticas de la economía circular sobre el reciclado, cuando llegan a los más chicos pueden generar cambios sustanciales.