Belquis Monina (56) lleva dos décadas de experiencia en la educación primaria en su querida escuela Hipólito Yrigoyen de San Francisco, donde no solo dicta clases, sino que también es referente en los proyectos institucionales de huerta escolar, cuidado del medio ambiente y reciclaje.

Monina compartió su experiencia y la importancia de inculcarle a los niños el cultivo de la tierra, cuidar las plantas y colaborar con el medioambiente mediante el reciclaje en sus distintas formas: desde papeles y cartones, plásticos y hasta aluminio.

Belquis confesó que inició su carrera docente con 30 años, luego de formar su familia, pero que siempre le interesó el magisterio y hoy se muestra feliz de poder ejercerlo: “Para mí, la mejor profesión del mundo es la docencia, te llena el corazón y el alma”, afirmó.

El haber trabajado como maestra en la escuela rural Constancio Luxardo le permitió adquirir conocimientos en el desarrollo de la huerta orgánica, proyecto que propuso en el colegio Yrigoyen y que fue aprobado. Aquel fue el punto de partida de varias actividades para generar un aprendizaje integral a sus alumnos y las familias.

Belquis junto a un grupo de sus queridos alumnos.
Belquis junto a un grupo de sus queridos alumnos.

Proyecto trasversal

“Empezamos con un rectángulo pequeño de tierra y nos fuimos agrandando. Esto quedó como un proyecto de jornada extendida en donde trabajan los alumnos de cuarto, quinto y sexto grado. La verdad que estamos muy felices porque ya los nenes que entran a primer grado quieren empezar a trabajar en la huerta”, destacó.

Este proyecto ha evolucionado con los años y en la actualidad involucra a toda la escuela y ha sido reconocido por el Ministerio de Educación de la provincia.

En este sentido, Belquis explicó: “Por ejemplo, en educación física los chicos trabajan con las posturas y los movimientos para trabajar en la huerta; en Literatura y tics, se investigan distintos métodos y plantas para después llevarlo a la práctica; desde las ciencias, estudiamos todo lo que es la alimentación saludable y la economía circular”.

Además de la huerta, Monina es la responsable de llevar adelante los proyectos de reciclado de papel y cartón, de botellas y plásticos y últimamente de latitas de aluminio.

Para Belquis, la docencia es más que una profesión, es una forma de vida: “Trato de dar el mil por ciento a mis alumnos. Porque yo los considero parte de la familia, los maestros convivimos seis años con ellos, sabemos si desayunaron, si están tristes o felices”, explicó.

Con los proyectos institucionales como la huerta y el reciclado, Monina y sus colegas de la escuela demuestran que la enseñanza va más allá de las aulas. “La profesión docente es impagable”, concluyó la maestra, cuyo ejemplo inspira a todos los que la rodean.