Con el auge del psicoanálisis como herramienta para solucionar ya no graves problemas o situaciones límites que puede atravesar una persona en alguna etapa de su vida sino vivencias que hacen a la vida cotidiana o problemas derivados del ámbito laboral o familiar, entre otros, los conceptos de la salud mental dejaron de estar limitados a lo hospitalario o al consultorio psicológico, sino que llegan a incorporarse en la conversación pública y también en la agenda de los medios de comunicación.

En San Francisco, el psicólogo Daniel Rossa es uno de los jóvenes profesionales que utiliza las redes sociales y aprovecha espacios en medios de comunicación para divulgar conceptos y exponer problemáticas diarias, cuyo trasfondo es una idea de la salud mental como algo que nos abarca en lo cotidiano y que requiere una atención especial en las políticas de salud públicas. Desde aspectos de identidad, relaciones de pareja o familiares, futuros laborales, problemas de adicciones y de cualquier otro tipo que afrontemos en la sociedad actual.

Además de la atención clínica privada que ejerce tanto de manera presencial como virtual, Rossa es miembro del área Salud Mental de la Municipalidad de Arroyito y también asesor en el club San Isidro para jugadores de tenis en competición.

El profesional participó de Yo Digo, el programa de entrevistas de El Periódico TV que también se emite por El Periódico Radio FM 97.1, y allí subrayó que "lo que se silencia no se conoce" y por eso consideró que "la salud mental tiene que estar en los medios".

Daniel Rossa: “La salud mental está en lo cotidiano y tiene que estar en los medios”

¿Por qué elegiste este perfil de divulgador de los temas de la salud mental?

La psicología está en boga, hay mucha matriculación e interés por la salud mental. La salud mental está en lo cotidiano, en cada paso, y por qué no abarcar eso desde lo mediático. Siempre me gustó aportar, no figurar. Lo que agradezco a los medios de San Francisco es que se interesan por la salud mental, me parece que es muy necesario sobre todo teniendo una alta tasa de suicidios. Que no es lo único de que se tiene que hablar.

Está el tabú viejo de que no hay que hablar del suicidio en los medios porque se genera un efecto cascada. En este medio cada información sobre suicidio incluimos un párrafo de por qué es necesario hablar de estos temas y dejamos los teléfonos de ayuda.

También hay una falsa creencia sobre efecto contagio al hablar de los casos de violencia de género. ¿Están pasando más casos que antes? En realidad antes se tapaban y no se hablaba. Lo que se silencia no se conoce y creo que la salud mental tiene que estar en los medios. Ese perfil lo fui adoptando sin darme cuenta, no es algo que planifiqué ni me lo puse postulé como profesional. Tengo una ductilidad para transmitir ciertas cosas y me parece que son necesarias conocerlas.

Es decir tu idea es contribuir a que las cuestiones de salud mental dejen de estar recluidas a un consultorio o vinculadas solo a personas con graves problemas.

A que se siga pensando en lo manicomial. En Córdoba el Morra y el Neuropsiquiátrico están del otro lado del río, porque antes era como que había que esconderlo, como una miseria humana que había que poner bajo la alfombra. Queremos ponerle una cuota de interés social a algo que nos atraviesa, como la salud mental.

Tenés una actividad en la parte pública pero también en consultorio en la parte privada. ¿Cuáles son los síntomas más frecuentes que te encontrás en el consultorio?

En estos últimos años, veo muchos ataques de pánico, trastornos de ansiedad y también muchas rupturas vinculares, gente que decide no estar más junta y con todo lo que eso conlleva. Hoy la familia ensamblada es el común denominador. Yo atiendo a adolescentes, jóvenes y adultos y lo que más sucede es esto, cuestiones que tienen que ver con la pandemia y la crisis. También cuestiones que tienen que ver con las sustancias, el suicidio y estos últimos años bastante críticos que hemos transitado.

También es un buen síntoma que las personas puedan tratar en la terapia temas como el de la familia ensamblada, cuestiones que ya no quedan solo en la consulta con amigos.

La idea primordial sería que priorice el respeto cuando algo no va más y también tener la responsabilidad afectiva suficiente, que eso es también es un concepto nuevo. Para tomar una decisión primero tiene que pasar por uno mismo, intentar ser lo menos lesivas hacia el otro. De manera general, para cualquier tipo de problema, tiene que triunfar lo sincero, la responsabilidad.

¿Te parece que en San Francisco todavía hay cierto recelo de ir a tratar esos temas a la terapia o contar que se va al psicólogo porque van a decir uno está loco?

Sí y no. En pleno siglo 21, hablar de esa manera es como retroceder en el tiempo, como creer que solamente existe el hombre y la mujer. Lo social siempre avanza más rápido que las leyes o la creencia en ciertas franjas etarias. Me parece muy necesario entender que la salud mental nos atraviesa, que somos seres biopsicosociales, lo viene diciendo la Organización Mundial de la Salud hace años. Lo que hay que cambiar es el chip este de “lo que veo, lo creo”. Esto de que no estoy mal, salgo a correr y se me va a pasar. Pero vuelvo de correr y estoy mal. ¿Qué te está pasando que hace días que estás mal? ¿qué es esa angustia? ¿qué te estás preguntando y teniendo la angustia como motor de arranque de algo que no te podés responder? También uno de los grandes problemas del ser humano es querer responderse todo.

Y no se puede.

No se puede, y no se puede tapar. Hoy en día también existe eso, gente que no elige responderse algo sino taparlo. Taparlo con actividad física, corriendo 42 kilómetros sin parar, sin ningún chequeo; tapando con sustancias, lo que genera todo lo que ya sabemos. Volviendo a la pregunta, esta cuestión de decir que voy al psicólogo, hay gente que dice que va al médico. Uno se ríe desde la empatía, porque cada uno puede decirlo como quiere. Sí hay más gente que acude al psicólogo y entiende, y también hay gente que no va porque no quiere cambiar ciertas cosas.

¿La terapia es para todos? ¿en qué casos aconsejarías a alguien que hiciera la consulta?

Si es para todos, te diría que no. Hay gente que no va a ir nunca, si hablamos de una estructura con rasgos psicopáticos no va a acudir nunca a la consulta, no se preguntan nada y se angustian por lo que sucede después, por las consecuencias, pero no por la causa de sus actos. Si es para todos, es una pregunta compleja de responder. Las teorías en las que uno se asienta para generar un vínculo terapéutico no son para todos. Hay herramientas homologadas por la psicología, que es una ciencia, a diferencia del coaching o las constelaciones familiares, que también abundan y hacen mucho daño, porque es gente que no está matriculada. La psicología es una ciencia y el motor del que hace una consulta es la angustia.

Algo que te está haciendo mal.

Claro, que no puedas desarrollar tu vida funcionalmente a como la venías desarrollando. Que puede ser multicausal, en lo que te va pasando en lo cotidiano, en lo que tenías y no tenés. En Argentina pareciera ser que siempre estamos empezando de nuevo.

Eso del coaching pareciera que está en auge, sé de gente que evita la terapia pero va a hacer imposición de manos o constelaciones familiares. ¿Qué hacemos con eso?

Podemos hacer poco, ya está instalado, hay gente que cree en eso y va a eso. No te puedo decir que está bien y qué está mal, sí te puedo decir qué es ciencia y está legitimado. Esta gente está bien que se gane el pan, pero… Nosotros estamos legitimados, estamos colegiados, hay una Facultad avalada que es la que emite los diplomas, al igual que un médico, un ingeniero o cualquiera que estudia una ciencia.

Pero más allá de eso, hay una responsabilidad de quienes se dedican a eso interviniendo en la vida de personas que están sufriendo o la pasan mal, y que a lo mejor te echan la culpa o responsabilidad de las cosas.

No digo que no haya colegas míos que no ejerzan mal la psicología, en el sentido de que se abocan a estas prácticas.

¿Hay psicólogos que hacen eso?

Acá en San Francisco no conozco, pero en Traslasierra sí. También tiene que ver con la idiosincrasia de ciertos lugares. Es algo que está, no podemos taparlo, pero la regulación es muy escasa y no se puede estar todo el tiempo viendo qué hace el otro. En el Colegio de Psicólogos de la provincia existe lo que se llama el Observatorio Deontológico Gremial, que al colega que se vende como coach se lo debería denunciar para que le inhiban la matrícula, y que pueda seguir ejerciendo como coach si quiere.

¿Cómo llegaste a la parte de la salud pública?

Tuve experiencias en hospitales públicos, tengo un posgrado en psicología hospitalaria en el Hospital Clínicas de Córdoba. Después seguí en el Hospital de Sastre y acabo de firmar un contrato con la Municipalidad de Arroyito, que se le está dando mucha importancia a la salud mental, tiene un hospital y dispensarios hermosos, me sorprendió mucho. Estoy integrado en un equipo interdisciplinario, con lo cual también hay que mirar al sujeto de una manera integral. Uno cuando tiene una persona en frente tiene una complejidad tan grande que si no lo mirás de manera interdisciplinaria, la pregunta sería qué estás viendo, desde dónde te estás parando.

¿Y en lo público qué tipo de situaciones enfrentás?

En lo público hay un montón de atravesamientos distintos que en lo privado. Puede ser alguien que no come, alguien que tiene problemas de adicciones, que puede ser madre y que no sabe quién es el padre. En lo público siempre hay una urgencia. No quiero decir que algo es más válido, cada uno tiene sus miserias y lo que los psicólogos hacemos, junto a un equipo y una mirada más integral, es indagar en eso, y es muy importante intervenir en estos casos tan urgentes de una manera interdisciplinaria. La medicina familiar es una de las tantas ramas de la medicina, y de ahí vas derivado a que te escuche un psiquiatra o psicólogo. Ese tipo de intervenciones, sobre todo en lo público, es hermoso. Yo vengo más de lo privado, ojalá haya más oportunidades en lo público.

¿Te parece que falta incorporar la salud mental en las políticas públicas?

Sí, muchísimo. Yo invitaría a cualquiera que vaya al Neuropsiquiátrico provincial a ver si puede vivir ahí. Es también un tirón de orejas para lo público en la provincia. También la ley de salud mental actual complica bastante las cosas.

¿Por qué?

Porque si bien hace hincapié en la externalización, en que sea todo voluntario, entran en juego los recursos. Sin recursos, poco podés hacer. No está asentado sobre lo manicomial, sino que la persona que tiene problemas pueda estar incluida en lo social, a fuerza de recursos, de pagar un acompañante o enfermera. ¿Hay eso? ¿la persona que se externa puede pagar eso?

Hoy parece que la vida es complicada, todos estamos a las corridas, con situaciones nuevas, desbordados por el trabajo, con rupturas de parejas, familias ensambladas que cuesta acomodar; y todos la vamos remando y saliendo adelante. Insisto con la pregunta anterior: ¿cuándo aconsejás tomarse un tiempo para la terapia?

Principalmente, cuando en lo cotidiano no podés funcionar como te gustaría, cuando hay una angustia que te lleva a hacer cosas que no hacías o no harías. También para analizar qué te desestabiliza tanto. En general, cuando uno va al psicólogo busca herramientas, no va a buscar consejos. Si alguien va al psicólogo y le da todo el tiempo consejos, no es por ahí. Tiene que ir a la consulta dispuesto a trabajar, sobre uno mismo o sobre lo que va devolviendo. Uno no tira respuestas, uno hace pensar o por lo menos lo intenta eso, a no ser que de manera directa me pregunten qué aconsejo. En realidad, en el lenguaje uno tampoco lo dice todo. Cuando uno trabaja con lo vincular, con una cuestión de parejas, yo trabajo con el contexto, no me quedo solamente con el adolescente o joven que tengo enfrente, indago también con gente del contexto, porque esa persona no está sola. Se labura mucho con los padres, con el contexto. Hay que entender que somos contexto, lenguaje e interacción, y no simplemente entendernos como algo individual.