Muchas veces los cambios sociales llegan tras situaciones límites, donde gran parte de la sociedad dice así no, ya no. Hechos locales y privados, en principio de poca trascendencia, pueden convertirse en el disparador de modificaciones hacia la sociedad entera. Sobran los ejemplos y algo de eso está pasando con el perrito despellejado en La Milka. Con sus ojos tristes, su cara de total inocencia y su cola de a ratos movediza, el pequeño Chocolate está trazando la línea de antes y después en San Francisco en cuanto a la tenencia responsable de mascotas y las políticas públicas en ese sector.

Y esto porque el triste sufrimiento del animal por este aberrante hecho trajo en contrapartida, como algo positivo, una avalancha de colaboración con los gastos para su tratamiento, insumos, alimento y también puso en evidencia la importancia de las campañas de esterilización para mascotas, con el fin de evitar la sobrepoblación animal que muchas veces tiene destino de calle y maltrato.

Tal fue el interés por el caso en la ciudad que hasta el intendente Ignacio García Aresca intervino para asegurar que trabajaban junto a la Policía para hallar a los responsables y anunciar que en febrero comenzarán a realizar castraciones gratuitas a domicilio con el “Canimóvil”. Algo que el municipio tenía previsto, pero que ahora tiene fecha gracias a Chocolate.

Chocolate, el perrito que se volvió un símbolo contra el maltrato animal

María Rosa Elena, colaboradora de la Protectora, junto al veterinario Roberto Ferrero.

Toma de conciencia

El cachorrito agredido tenía seis hermanos en la misma situación desde hacía unos meses, sin pedido alguno de adopción, y tras la difusión del caso fueron todos entregados a distintas familias en apenas una tarde. Desde la Protectora de Animales, su presidenta Mariana Ghigo confirmó a El Periódico que como nunca antes tuvieron un aumento notable en la cantidad de donaciones  y consultas para adoptar. “La realidad es que nunca nos pasó una situación como esta”, admitió.

“No lo defino como un cambio de conciencia, pero sí como un despertar en la comunidad, porque esta gravedad se da a diario y muchas veces los que formamos partes de estas instituciones no encontramos repercusión a situaciones gravísimas”, señaló.

Ghigo insistió en que el caso Chocolate es una oportunidad para comprender que el nacimiento descontrolado de animales es el primer paso de la cadena de maltrato, ya que nacen en situación de calle y en mal estado.

“Por ejemplo, el caso de los perritos quemados vivos con agua hirviendo tiempo atrás se producía, sin justificativo, porque la perra de este hombre estaba en celo y los perros del barrio que deambulan por la calle iban ahí. Este hombre con gran crueldad tomó la decisión de quemarlos. Nos ocupamos de al menos prevenir que esto vuelva a ocurrir castrando a las perras”, explicó. Y agregó: “No es todo, pero hay que dar el primer paso: no tener perros deambulando reduce el índice de maltrato en animales”.

“Choco”, todo un mensaje

La repercusión del caso también trajo una ola de donaciones. “En cuestión de insumos ya estamos bastantes cubiertos para estos dos meses en los que creemos que Chocolate va a seguir recibiendo operaciones; lo que más estaríamos necesitando ahora son los recursos económicos para poder hacer frente a este período de internación, si bien hemos recibido mucha colaboración en ese sentido”, precisó la presidenta de la Protectora.

Ghigo además reiteró el pedido para que los vecinos se acerquen a cualquiera de las instituciones que trabajan en defensa de los animales para adoptar aquellos que no tienen hogar.

El cachorro aún corre peligro de vida, pero ya tiene decenas de pedidos de adopción. Con apenas tres meses, el sobreviviente perrito se convirtió en un símbolo de que el maltrato ya no se tolera bajo ningún concepto, de que los vecinos deben ser más responsables con la tenencia de mascotas y de que los gobernantes tienen que promover más y mejores políticas públicas hacia los animales. Y pase lo que pase con su salud, Chocolate trazó una línea para no volver atrás.

Campaña de esterilizaciones

Como bien sostienen desde la Protectora y otras entidades animalistas, reducir la cantidad de perros en la calle no puede quedar librado a la buena voluntad de proteccionistas y vecinos adoptantes, sino que tiene que haber políticas públicas para controlar la natalidad. Desde el municipio se anunció una campaña de esterilización masiva que llegará a los barrios a través del Canimóvil. “Nos parece un excelente proyecto. El propio secretario de Salud dijo que a la gente le cuesta llevar a esterilizar sus mascotas por diferentes motivos. Entonces si tenés toda una población que no castra, tenés que llevar el servicio a los barrios”, fundamentó Mariana Ghigo.

“Era uno de los cuestionamientos que veníamos realizando desde hace mucho tiempo en el trabajo que desarrollamos con la Municipalidad en este sentido, diciéndoles que hacía falta más difusión, hacía falta más trabajo educativo y más servicio público”, añadió.

Ghigo concluyó señalando que localidades más chicas brindan también ese servicio y que han logrado reducir la población, y por ende el maltrato.

¿Qué pena le corresponde al agresor?

 Del agresor o los agresores del perrito poco y nada se sabe hasta ahora. El delito se encuadraría en este caso en la ley 14.346, la llamada Ley Sarmiento, que establece una pena de un mínimo de 15 días a un año de cárcel. Desde la Fundación Bio Animalis, especialistas en derecho animal, su presidenta Gretel Monserrat remarcó que la gran mayoría de estas penas son excarcelables. “Como abogados animalistas pedimos condenas ejemplificadoras. Los jueces no pueden olvidar que es facultad de ellos dejar en suspenso o no una condena; el Código Penal establece que es facultativo para los jueves hacer efectivas esas penas, más allá de que entendemos toda la situación de aliviar los establecimientos penitenciarios y los excesos de causas”, explicó Monserrat.

La abogada subrayó que en este caso el autor de la agresión reviste una peligrosidad importante no sólo para los animales sino para la sociedad en general. “Siempre hablamos de la íntima relación que existe entre el maltrato animal y la violencia doméstica o violencia de género. Estamos apoyados en estudios científicos que se vienen realizando en otros países, inclusive en la mayoría ellos se está considerando el maltrato animal como un delito grave, porque tratan de cortar con el ciclo tempranamente para que este sujeto no se convierta en el día de mañana en un criminal”, detalló.