Anuario 2021/ El único exorcista de Córdoba es sanfrancisqueño y contó cómo ejerce el rito
Marcos Joaquino pertenece a la diócesis local de la Iglesia Católica y ejerce una tarea que se mantuvo oculta de la faz pública hasta este año. Lo contó en una nota exclusiva de El Periódico.
El sacerdote Marcos Andrés Joaquino viste a la vieja usanza, con larga sotana negra y eso ya marca una diferencia: no se trata de un cura común, desde 2018, este sanfrancisqueño fue designado por el obispo diocesano, monseñor Sergio Buenanueva, como el único autorizado en la diócesis para llevar adelante el rito de exorcismo y desde entonces intervino “en varios casos” a los que la Iglesia Católica consideró posesiones satánicas.
El antiquísimo rito, siempre según la creencia religiosa, consiste en una práctica por la cual se expulsa a una fuerza maligna del cuerpo de una persona.
A raíz de un caso que lo marcó decidió estudiar y capacitarse en el rito del exorcismo: “Me dejé mover por el escepticismo ante una situación y eso después me chocó mucho. Fue allí donde comencé por propia voluntad a estudiar algunas cosas referidas a estos temas y cuando entendí que tenía cierto conocimiento, le sugerí al obispo –Buenanueva-, teniendo en cuenta el pedido de la Santa Sede del nombramiento de un exorcista en cada diócesis, poder intervenir en estas cosas”.
El rito
Joaquino manifiesto que el ritual del exorcismo es una celebración litúrgica donde la persona que la Iglesia considera poseída, junto a sus familiares, asisten a un espacio controlado por el sacerdote y un grupo de laicos que auspician de ayudantes.
Según la creencia cristiana, el ritual de exorcismo consiste en la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión. Y el uso de objetos que pueden repeler al “mal espíritu”, tales como crucifijos, agua bendita, reliquias, entre otros.
El sacerdote debe utilizar sotana, estola morada –según explica el cura “hace referencia a la penitencia y es signo de la autoridad sacerdotal de Jesucristo”-, el crucifijo y para los ayudantes un rosario y el correspondiente libro de oraciones. Se realiza la lectura del Evangelio y una oración puntual para pedir la intervención de Dios y luego – donde muchas veces se produce el momento de mayor actividad y tensión entre el exorcista y el poseído- es la oración dirigida al mal espíritu para que abandone a la persona.
“Parte del rito establece que el sacerdote debe colocarle el extremo de la estola sobre el hombro de la persona y en un momento imponerle sus manos, para recitar la oración en la que se le ordena al demonio, en nombre de Dios, que se vaya. No tiene nada que ver con lo que muestran en las películas, en absoluto. Son fórmulas ya redactadas y lo que se manda es ajustarse estrictamente a lo que dice el ritual, no introducir nada raro y seguirlo puntillosamente”, aclaró.