El sacerdote Marcos Andrés Joaquino (48) abre la puerta de la casa diocesana sobre calle Alem al 400, en Devoto, a un costado de la Parroquia San José. Es lunes 24 de mayo, feriado puente previo a la fecha patria y en medio de la pandemia. Vestido con su larga sotana negra, del estilo de las antiguas, Joaquino recibe a El Periódico para hablar de un tema tan candente como delicado que representa la lucha contra el demonio o, como él lo denomina, “el mal espíritu”, dentro de la Iglesia Católica. En 2018, este sanfrancisqueño, nacido y criado en barrio San Martín, fue designado por el obispo diocesano, monseñor Sergio Buenanueva, como el sacerdote exorcista de la diócesis y desde entonces intervino “en varios casos” de lo que la Iglesia considera posesiones satánicas, aunque –remarca- que el rito está protegido por estricta confidencialidad.

La sala en la que nos recibe es austera, sobresalen un cuadro de Jesús misericordioso que ocupa casi una pared y a un costado la estatua de un ángel (pareciera ser San Miguel Arcángel), que porta en su mano una lámpara, además de unos sillones, una mesa, sus sillas y más lejos un televisor. 

Nacido un 27 de junio de 1972, Joaquino proviene de una familia conformada por sus padres, Eduardo y Blanca -que todavía viven-, un hermano mayor, Eduardo, y su hermana 15 años menor, María Cecilia.

“Recuerdo que desde muy pequeño todos íbamos a misa los domingos, éramos muy cercanos a los sacerdotes de la comunidad de la Catedral y de a poquito fue madurando en mí el deseo de ser sacerdote”, narra. Recuerda haber conversado por primera vez sobre su vocación con el padre Baldomero Martini, que luego fue obispo de San Francisco -por entonces era el párroco de la Iglesia Catedral- y con él realizó su discernimiento vocacional. Ingresó al Seminario Mayor "Nuestra Señora de Loreto" en Córdoba en el año 1990 y se ordenó sacerdote el 27 de septiembre de 1998. Asumió como párroco en la parroquia San Eduardo Rey de Altos de Chipión; en 2008 fue trasladado a Alicia y en el 2014 designado párroco de Devoto.

El propio Martini lo había designado para estudiar derecho Canónico en la Pontificia Universidad Católica ‘Santa María’ de Buenos Aires, lo que le valió luego ser designado presidente de la Comisión de Justicia de la diócesis y juez del Tribunal eclesiástico de Córdoba desde el año 2011.

El exorcista

Entre sus múltiples tareas, sin dudas la que llama la atención es su rol como exorcista, algo que se desconocía hasta hace muy poco tiempo. El antiquísimo rito del exorcismo, siempre según la creencia religiosa, consiste en una práctica por la cual se expulsa a una fuerza maligna del cuerpo de una persona.

Joaquino es hoy el único exorcista en la provincia de Córdoba y aunque su “jurisdicción” sea la diócesis de San Francisco, admite que solicitaron su servicio de provincias vecinas.

“Comencé con esta labor primero porque fui escéptico y me encargaron intervenir en el discernimiento de un caso. Me entrevisté en diversas ocasiones con la persona en cuestión y mi dictamen fue que sufría problemas psíquicos y que debía intervenir un psiquiatra; los familiares se enojaron y continuaron dando vueltas con esta persona hasta que terminaron en La Plata. Allí había un famoso exorcista, el padre Mancuso, y enseguida les confirmó que estaba poseída. Realizó el rito del exorcismo y en la actualidad esa persona lleva una vida normal”, revela.

“Me dejé mover por el escepticismo en ese momento -agrega- y eso después me chocó mucho, me dije no puedo ser tan escéptico, entonces fue allí donde comencé por propia voluntad a estudiar algunas cosas referidas a estos temas y cuando entendí que tenía cierto conocimiento, le sugerí al obispo –Buenanueva-, teniendo en cuenta el pedido de la Santa Sede del nombramiento de un exorcista en cada diócesis, si él lo consideraba conveniente de poder intervenir en estas cosas. El señor obispo aceptó y me nombró por decreto en el año 2018”.

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- ¿Cómo es la preparación del sacerdote que quiere ser exorcista?

Estrictamente hablando, recién ahora se está armando el corpus doctrinal de formación, es cierto que hay una parte de la teología que se llama la Demonología, que es un estudio de la realidad demoníaca pero que en el seminario para el sacerdocio se lo ve muy por arriba. Aquí la formación del exorcista debe ser permanente, ayuda mucho en eso el ritual en sí, que tiene una serie de recomendaciones a las que debe atenerse y ajustarse estrictamente el exorcista, tanto para el discernimiento como para llevar adelante los casos. He leído muchas cosas escritas por el padre Gabriele Amorth, gran exorcista fallecido hace poco, donde él vuelca toda su experiencia y cuenta cómo aprendió de otro sacerdote, el padre Cándido Amantini. Cabe destacar que no hay un caso similar a otro.

Pocos exorcistas

Según explica el sacerdote, hubo una época en que el rito del exorcismo quedó “un poco en el aire”, justamente por el escepticismo y el racionalismo dentro de la Iglesia. “Como que no podía ser que en esta época el demonio siguiera actuando. Entonces los pocos exorcistas que había fueron muriendo y no tuvieron reemplazos. Hace dos o tres años en Europa empezó a surgir con mucha más fuerza el tema de los exorcismos porque tienen muchísimos problemas con los ritos satánicos, de hecho hay una Asociación Internacional de Exorcistas que se ha formado en Roma ante esta situación y desde la Santa Sede se ha pedido que, en la medida de lo posible, se nombre a un exorcista en cada diócesis. Hasta lo que sé en provincia de Córdoba no hay otro exorcista nombrado de manera expresa por un obispo”, resalta.

- ¿Qué casos o con qué problemáticas acude a usted una persona supuestamente poseída?

Algunos vienen con la sensación de que ‘les han hecho un daño’, es lo primero que dicen. Otras sienten que están poseídos y en ambos casos piden que se les realice el rito del exorcismo. De entrada uno no puede realizar un rito sin un discernimiento previo y esto es lo que la gente no entiende. Recurren a la ayuda del exorcista como si fueran de un curandero, un hechicero, pretendiendo que el rito actúe de manera mágica, pero no. A todos los invito a hacer un proceso de discernimiento, que es lo más arduo, más lento y que requiere sí o sí la intervención voluntaria de la propia persona. Se le pide que inicie un camino de retorno a Dios, porque en la gran mayoría de los casos que acuden son personas que no tienen una vida de práctica religiosa: no rezan, no frecuentan la Iglesia ni los sacramentos. Y ya eso a muchos no les gusta, algunos pretenden el rito, liberarse, sentirse bien y nada más. Vienen con la urgencia de pedir ser liberada, convencida de que le han hecho un mal, pero no asumen la responsabilidad de sus actos, que se metieron en determinados problemas por decisiones propias, entonces le echan la culpa a otro. Fueron de un curandero, que es lo más frecuente, que le dice que una persona de su familia le hizo un mal, entonces se crean verdaderas psicosis, odios, rupturas familiares, le creen ciegamente al curandero, o le dicen te han hecho un daño o directamente le echan la culpa al demonio. Ahí les digo: el demonio es malo pero no es el autor de todos nuestros males.

- ¿Esto qué significa?

Uno tiene que ayudar a la persona a ubicarse en la realidad, hay males que son de índole natural, pretender una vida sin problemas es bastante utópico, no detrás de todas nuestras penurias está el mal espíritu. Por eso se plantea una charla profunda con la persona y eso te da la pauta de que el discernimiento es una parte muy importante que no se debe saltar. También le dejo ciertos deberes como volver a misa, confesarse y la entrevisto nuevamente. Muchas veces las personas que aceptan el proceso van notando un cambio. Otros casos, la gran mayoría, son más de naturaleza psiquiátrica y uno con mucha delicadeza y diplomacia tiene que informarle a la persona que debe ver a un profesional en cuestión. Ahí también uno se da cuenta cómo en el medio de su desesperación esa gente ha acudido a supuestos curanderos o hechiceros que han terminado complicando el cuadro patológico de la persona. Entonces le recomiendo ver a un profesional médico y la ayuda espiritual como acompañamiento. Y contados son los casos en el cual al componente psíquico se le agrega ya otra cuestión, cuando uno pregunta desde cuándo comenzaron a experimentar ciertas vivencias se encuentra con que la persona ha tenido algún tipo de contacto con el ocultismo, con lo esotérico y a partir de entonces comenzaron a experimentar ciertos trastornos. Si eso es verificable uno debe atender que puede estar lo otro, algún tipo de acción extraordinaria.

Al referirse a una acción extraordinaria, Joaquino hace referencia implícita a la acción del Diablo que según se concibe en diversas culturas y tradiciones religiosas, como la personificación del mal, se lo toma como la objetivación de una fuerza hostil y destructiva.

Según el cristianismo, el Diablo, también conocido como Lucifer, es un ser angélico maligno y tentador de los hombres (demonio), que inició una rebelión contra Dios y por ello fue expulsado del Paraíso junto a otros seguidores.

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- Esto lleva a la pregunta de, según la Iglesia, cómo actúa el demonio en la vida de las personas.

Lo común y paradójicamente más grave, que pasa desapercibido, es el pecado, la tentación, es la acción más ordinaria, común y que tiene por objetivo por parte del demonio la de apartarnos de Dios y que caigamos en el pecado. El daño moral que implica el pecado es mucho más grave que una posesión. En la actualidad, por ejemplo, hay un montón de conductas que son contrarias al Evangelio de Jesús que pasan desapercibidas y son justificadas; gente que vive en situación de pecado y ahí el demonio se hace la ensalada por decirlo de alguna manera (ríe). No hay necesidad de posesión, la persona ya está en situación de pecado y ahí está la gravedad de la situación.

“El rito del exorcismo no tiene nada que ver con lo que muestran en las películas, en absoluto”

Otras actividades extraordinarias

Según la concepción del cura exorcista las fuerzas malignas no actúan solamente con la posesión de una persona. diferentes tipos de actividades extraordinarias del demonio: “En el caso de la posesión, el mal espíritu, para usar una expresión común, es un ocupa, toma posesión del cuerpo de la persona, pero no así de la inteligencia, ni de la voluntad ni menos del alma. Entonces en los momentos de crisis, el que actúa, es el mal espíritu que se manifiesta. Puede ocurrir que la persona no sepa en los momentos de crisis lo que está haciendo, o sí lo sepa y se dé cuenta que no puede hacer nada por detenerlo”, explica.

Pero el sacerdote luego devela otros tres modos de acción extraordinaria, como la obsesión:  cuando el “mal espíritu” ataca la esfera psíquica del individuo y como ejemplo detalló posibles ideas recurrentes de suicidio en alguien de vida normal, o de atentar contra otros. Otro modo sería la vejación: está dirigida al cuerpo de la víctima, a la parte somática de la persona, por ejemplo, individuos que amanecen con rasguños o marcas extrañas que no pueden explicar, o sienten movimientos interiores en el cuerpo, o una suerte de ataques con empujones, cuando se encuentra en soledad. Por último, refiere a la infestación: “Cuando ya no es un ataque contra la persona sino en el lugar donde vive. El sentir que una silla se mueve sin ninguna explicación natural, o pasos pesados, o sentir que alguien la llama, puertas que se abren y se cierran sin explicación natural”.

De todos modos, para este tipo de acciones extraordinarias no es necesaria la realización de un exorcismo, “cualquier sacerdote puede realizar una oración de liberación”, aclara.

El rito

Joaquino manifiesta que el ritual del exorcismo que realiza es muy simple. Se trata de una celebración litúrgica donde la persona que la Iglesia considera poseída, junto a sus familiares, asisten a un espacio controlado por el sacerdote y un grupo de laicos que auspician de ayudantes.

Según la creencia cristiana, el ritual de exorcismo consiste en la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión. Y el uso de objetos que pueden repeler al espíritu inmundo, tales como crucifijos, agua bendita, reliquias, entre otros.

En este caso, al tratarse de una celebración litúrgica de la Iglesia, el sacerdote debe utilizar sotana, estola morada –según explica el cura “hace referencia a la penitencia y es signo de la autoridad sacerdotal de Jesucristo”-, el crucifijo y para los ayudantes un rosario y el correspondiente libro de oraciones. Se realiza la lectura del Evangelio y una oración puntual para pedir la intervención de Dios y luego – donde muchas veces se produce el momento de mayor actividad y tensión entre el exorcista y el poseído- es la oración dirigida al mal espíritu para que abandone a la persona.

“Parte del rito establece que el sacerdote debe colocarle el extremo de la estola sobre el hombro de la persona y en un momento imponerle sus manos, para recitar la oración en la que se le ordena al demonio, en nombre de Dios, que se vaya. No tiene nada que ver con lo que muestran en las películas, en absoluto. Son fórmulas ya redactadas y lo que se manda es ajustarse estrictamente a lo que dice el ritual, no introducir nada raro y seguirlo puntillosamente”, aclara.

-El sacerdote no se encuentra solo durante el rito, lo acompaña un grupo de laicos, ¿qué función cumplen esas personas? ¿Corren algún peligro durante el exorcismo?

El ritual del exorcismo es un sacramental de la Iglesia, esto significa que es algo menor que los sacramentos, por eso el mismo padre Amorth decía que ‘no hay mejor exorcismo que una buena confesión’. Es una oración a través de la cual la Iglesia en nombre de Jesús y con su autoridad, le ordena al demonio abandonar a una persona. Y cuando decimos Iglesia, hablamos del entero pueblo de Dios, no solamente los curas, todos juntos con los laicos. En primer lugar, es también importante la participación de los familiares de la persona afectada.  Quien sí tiene la autoridad para realizar el rito es el sacerdote, pero es la Iglesia la que acompaña esta oración, por eso la intervención de los laicos es importante. Si bien ellos participan con sus oraciones, no pueden nunca ordenarle al demonio abandonar a una persona. La misión de ellos es la de asistir al sacerdote en el ritual. También ayudan en el proceso previo y posterior al rito, haciendo un acompañamiento a la persona. Cabe decir que dependiendo de los casos no basta un solo rito, hubo casos en que me han llevado tres o cuatro ritos a lo largo de un mes, una vez por semana, hasta lograr la liberación que es una gracia de Dios. Y, en cierta manera, cuando se produce la liberación es un milagro, porque es Dios el que interviene expulsando al demonio. Y acerca de los peligros ellos no corren ninguno, ni el sacerdote, primero porque antes de la realización de cada rito nos encomendamos a Dios para que esté con nosotros y nos proteja, no hay peligro en absoluto. A veces, la liberación no necesariamente se demuestra en el rito, suelo aconsejarle a la persona que vaya a alguna Iglesia dedicada a la Virgen María y rece frente a su imagen y a veces ahí se produce. El rito es más motivo de alegría, de serenidad y de paz que de temor u otra cosa.

- ¿En cuántos rituales participó?

Eso no se puede decir. Una de las cosas que expresa la praenotanda del ritual que son leyes litúrgicas, es que todo lo que el sacerdote realiza está bajo secreto de confesión, pero en algunos he participado. Cabe decir que dependiendo de los casos no basta un solo rito, hubo casos en que me han llevado tres o cuatro ritos a lo largo de un mes, una vez por semana, hasta lograr la liberación. El rito es más motivo de alegría, de serenidad y de paz que de temor u otra cosa.

“Pretender una vida sin problemas es bastante utópico, no detrás de todas nuestras penurias está el mal espíritu"

Su lucha

Previo a la “lucha contra el mal”, como la denomina el exorcista, se encomienda a la protección de la Virgen María y de San José “cura” Brochero, y sobre este santo cordobés, Joaquino cuenta: “Cuando el cura Brochero comenzó a construir la casa de ejercicios espirituales en Traslasierra, al colocar la piedra fundacional de la obra, después de bendecirla, la tomó entre sus manos, la tiró al piso y gritó: ‘Te jodiste diablo’, porque realmente la obra que realizó el cura, en beneficio de la gente y la conversión de los paisanos fue extraordinaria. Por eso para mí es muy importante invocarlo”.

-¿Cuándo termina el rito no le sale el mismo grito?

(Risas) No, tampoco hay que provocarlo, hay que tenerle respeto, algún santo supo usar la metáfora de que ‘el demonio es como un perro atado’, el que esté atado tampoco implica que haya que acercarse, tenerle respeto. El exorcismo es una lucha pero uno tampoco tiene que ser irrespetuoso, porque de alguna manera en el rito, el demonio sufre, uno no tiene que ponerse a la altura de su maldad ni de su provocación, tiene que actuar con la autoridad de Jesús y de la Iglesia, pero con respeto.

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- Películas como “El exorcista” marcaron y crearon una imagen del rito del exorcismo, ¿vio esas películas?, ¿qué opinión le merecen?

Me parece que hace del tema de los exorcismos algo morboso, o se banaliza la situación. Por ahí puede llevar a distorsionar lo que es un exorcismo. Por contrapartida hoy asistimos a lo que yo denomino una suerte de catecismo ocultista, si uno se fija en estas plataformas de películas, avisos publicitarios de películas que van dirigidas al público infantil o adolescente, la gran mayoría están relacionadas con el ocultismo, hasta te diría ciertos dibujos animados. Y es una invitación a que los chicos anhelen a tener, por ejemplo, superpoderes, o los que se disfrazan de vampiros, eso se toma como nada y va dejando un mensaje. Las brujitas adolescentes que usan invocaciones u oraciones para lograr ciertas cositas, van mechando y se asume como algo normal y es gravísimo.

- ¿Cuál sería el mensaje que a usted le preocupa?

El gusto por lo oculto, la curiosidad por lo oculto, además con la gravedad de que hoy en Internet podés encontrar cualquier cosa relacionado a eso. El ocultismo viene a desarrollar el manejo de estos poderes que van más allá de la percepción sensible para ponerlas al servicio de las personas y el gran engaños es creer que uno pone al servicio de sus propios intereses cosas que están más allá de uno y después termina uno al servicio de estos supuestos poderes.

- ¿Qué ejemplos encuentra en la actualidad?

Algo que se da en ciertos ámbitos, como el culto a San La Muerte, no existe, es el culto liso y llano a Satanás y hay mucha gente que le rinde culto a ese supuesto santo que no es tal y han hecho pactos de sangre. Después hay muchas pseudoterapias, barnizadas de científicas pero en el fondo no son otra cosa que espiritismo puro y lo sorprendente es que muchos de los que lo practican o recurren a estas terapias son gente en su mayoría profesionales, de cierta clase social. Son cosas antiquísimas, barnizadas con cierta actualidad, ejemplo la así llamada biodescodificación, las constelaciones familiares, es espiritismo, simple y llano. En las Sagradas Escrituras, Dios condena la invocación a los muertos y a los malos espíritus. También hay que decir que el tema de los ritos satánicos en Europa es una cosa muy grave hoy por hoy, porque más allá de lo estrictamente religioso entra a tallar las cuestiones delictivas que implican sacrificios humanos o de animales.

-¿Se tiene conocimiento si en San Francisco y región hay cultos satánicos activos?

Si hay debe ser algo muy oculto, a mí no me consta. Lo preocupante es que hoy en algunos países se va filtrando la idea de legitimar, de poner por ejemplo, imágenes satánicas en imágenes públicas, como diciendo si hay libertad de culto ¿por qué no rendirle culto al demonio? Es su planteo y es algo gravísimo.

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