María Depetris tenía un sueño al terminar el colegio secundario: convertirse en médica e irse a trabajar al Impenetrable en el Chaco para brindar asistencia en salud a los aborígenes, los nativos de esa zona del país. Aunque su sueño estaba firme, a los dos años supo que la carrera de Medicina, la cual estudiaba, no era para ella: “Había materias que me tenían mal”, reconoce.

Pensó en quedarse en la ciudad de Córdoba y empezar la Licenciatura en Trabajo Social, pero debió volverse a San Francisco al quedar embarazada. Era el año 1979 y decidió empezar de cero. Fue ahí que aparecieron la historia y la literatura entre sus planes. Terminó optando por la primera.

“Me gustaba la política, se vivían tiempos muy fuertes en el país, en el mundo. Mi biblia es el libro ‘Las venas abiertas de América Latina (Eduardo Galeano)’. Cuando lo leí entendí cómo uno no puede separar el presente del pasado. Fui con intención de aprender al profesorado, hice la práctica docente y me gustó y quise estar en esa tarea de bajar un mensaje, de abrir la posibilidad de aprendizaje, analizar las consecuencias del pasado y cómo están presentes en nosotros. Hoy eso lo hago desde otro lado”, destacó Depetris en el ciclo Yo Digo de El Periódico Radio y El Periódico TV, quien ya jubilada sigue adelante con su proyecto Somos Viento, un espacio cultural con biblioteca popular que funciona en barrio Cottolengo y que cumplió hace unos días 17 años de vida.

Yo Digo - María Depetris

- ¿Se extraña la docencia o la profesión la seguís ejerciendo desde otro lugar?

- Hace diez años que me jubilé, no extraño pero no reniego de eso porque fueron 30 años maravillosos de mi vida que los pasé de manera espléndida, construyendo un montón de cosas con los estudiantes. La pasé bien, investigando, creando, saliendo con la escuela al barrio, a otras instituciones, a otras localidades.

- ¿Con qué etapa de la profesión te quedás, los inicios o el final al margen del cansancio que pudiste haber arrastrado?

- Mi comienzo fue afuera de San Francisco, arrancar acá no era tan fácil. Empecé en Colonia Marina, luego en Brinkmann, pasé a una escuela de campo en Morteros. Me levantaba a las 4.45 de la mañana, tomaba el colectivo 6.10. Antes desayunaba y leía el diario en papel, me actualizaba de lo nuevo y me iba a dar clases, siempre tenía algo de lo que había pasado en el mundo, en el país para llevarlo al aula.

- ¿Cómo fue el paso de la docencia a convertirte en una referente de la cultura popular, montando un espacio como Somos Viento?

- Fue una locura. Cuando empezamos Somos Viento daba clases (escuela Ravetti) y muchos de mis estudiantes empezaron a frecuentar el lugar. Me acuerdo del primer año y nos dieron un premio de la Municipalidad, el San Francisco de Asís a la Cultura como espacio cultural autogestionado. Fue pasando el tiempo y fuimos mutando en función de muchas situaciones, primero era moda, algo nuevo con propuestas diferentes. Por otro lado, en ese momento no había espacios donde se pudiera ir como espectador. Hoy está el Centro Cultural que hace un trabajo enorme. Hicimos mucho y es gratificante cuando miro para atrás.

María Depetris: “Mi biblia es el libro ‘Las venas abiertas de América Latina’… uno no puede separar el presente del pasado”.
María Depetris: “Mi biblia es el libro ‘Las venas abiertas de América Latina’… uno no puede separar el presente del pasado”.

- ¿Cómo se logra que la gente de un barrio se apropie de un espacio de puertas abiertas?

- Arrancamos como biblioteca, nos trajeron muchos libros de todo tipo y nos siguen trayendo. En un momento no había más lugar, de hecho construimos un entrepiso. Hasta que los empecé a sacar a la vereda arriba de una mesita, pero se la llevaron y ahora están colgados. Estoy ahí y la gente frena para verlos. Tengo el caso de un señor que pasa en la moto con un niño de unos 10 años. Me agradece porque me cuentan que nunca tuvieron un libro y ahora de a poco se están armando la biblioteca. Eso son cosas mínimas pero enormes para mí. De ahí va el viento, de esas cosas mínimas que terminan siendo enormes.

- ¿Cuáles son las bases del espacio?

- Fue de a poco tras la pandemia, lo literario está fuerte con un taller para adolescentes que son los nuevos ‘vientos’ que tienen pila para todo. El de adultos siempre siguió funcionando, tenemos la Tita Editora, entonces lo literario es importante para nosotros, con una clínica de narrativa una vez al mes. También lo teatral y el laburo en derechos humanos que estuvieron muy marcados en los últimos tres años.

- Hablaste de lo importante que fue la llegada del Centro Cultural. ¿Creés que siguen faltando espacios para lo alternativo?

- Faltan, pero veo que en muchas casas se están haciendo cosas y vienen a cumplir con el rol de espacio alternativo. Se convoca gente, se piensa la cultura desde otro lado.

- ¿Cuáles son las luchas que entabla María hoy?

- Son múltiples. Nunca desde el enojo, siempre creyendo en el nosotros, en la capacidad del ser humano. Celebro la Pachamama, entendiendo la defensa del medioambiente desde varios niveles, desalentando el consumo indiscriminado, pensando en cómo tratar mejor a la naturaleza. También está la lucha levantando las banderas de la memoria, verdad y justicia, trabajamos por eso, somos el Espacio por la Memoria y los Derechos Humanos de San Francisco y estamos en la mesa provincial en permanente relación con organizaciones y organismos, difundiendo. La lucha por la cultura popular, las diversidades. Son muchas.

- No tenés ese título de médica que soñaste pero cumplís ese objetivo de estar para el otro.

- Uno está entregado y cuando alguien toma conciencia de lo que pasa, de las necesidades, no te podés salir.