No existe una regla general para combatir el bullying (acoso escolar). Pero sí es sumamente relevante trasladar conceptos a los más chicos que puedan sentar las bases de la tolerancia, la aceptación, la empatía y la solidaridad con sus pares.

“No hay fórmulas mágicas para el bullying. Empezar a hablar de esto es muchísimo, la palabra es sanadora y nos lleva a modificar cosas”, sostiene la psicóloga Marisa Olmedo en una entrevista con el ciclo Yo Digo de El Periódico TV y El Periódico Radio (FM 97.1), donde analizó la importancia del diálogo en casa y en la escuela con los más chicos, pero también sobre las conductas violentas que niños y adolescentes suelen experimentar.

- Si bien el término bullying parece algo actual es una problemática que viene de antaño: ¿existe mayor visibilidad hoy?

- Sí y eso está bueno. La palabra bullying es un término empeñado por un psicólogo noruego hace un tiempo que hace referencia a una determinada conducta que tiene que ver con una persecución física y psicológica que se da de manera repetida y sostenida. Suele darse en el contexto escolar, en menor medida en otros lugares, donde un alumno escoge a una víctima para perseguirla, hostigarla y acosarla. Es una conducta agresiva e intencionalmente dañina que da cuenta de un desequilibrio de poder, de alguien que es líder, que lleva la batuta del curso y donde no hay una causa. Existir, existió siempre, pero hoy se le da más visibilidad. De todos modos se debe diferenciar porque existe la cargada, la broma, por eso hay que prestar atención.

- No hay una cuestión de inocencia en el medio.

- No, el bullying es un acoso sistemático, el querer hacer daño. La broma o el chiste queda ahí. Por eso hay que estar muy atentos en todos los contextos. Ese hacer daño tiene que ver con lo que al otro le duele, una cuestión física, el color o si se es aplicado en la escuela.

- ¿Se habla mucho de bullying social, pero son varias las formas que tiene de manifestarse?

- Son varias formas. La física que tiene que ver con pegar, rasguñar, empujar, patear siempre al otro; la verbal que tiene que ver con discriminar, decir cosas, insultar, desacreditar, que es el más común. El social que aísla al otro con rumores donde se hace un vacío. También existe el ciberbullying a través de las redes sociales. Todo es trasversal al bullying psicológico donde se daña emocionalmente.

Yo Digo - Marisa Olmedo

- ¿Qué pasa por la cabeza de quién lo ejerce?

- Considero que tanto víctima como agresor tienen alguna estructura psicológica o emocional muy débil, pero se defienden de distintas maneras: la víctima con el aislamiento, el aguantar, y el agresor agrediendo y maltratando, pero el trasfondo en ambos es el mismo.

- Es clave que haya ojos y oídos atentos en el contexto porque la víctima suele aguantar en silencio.

- La palabra silencio es fundamental en este círculo vicioso que tiene tres actores: la víctima, quien lo provoca y el resto. Muchos compañeros lo ven y prefieren callar. Está el silencio de quien lo hace, pero el más terrible es el de quien lo recibe. Por ahí para los mayores es más difícil de detectar.

- ¿Qué mitos hay que derribar en esta problemática?

- Desterrar el decir “esto siempre pasó”. Sí, pasó. Pero estamos en otra época, hay muchas cosas que pasaban desde la violencia, el género y que no se hablaban. Decir que “es cosa de chicos” o “algo habrá hecho”. Nadie merece algo así, pero repito que es independiente de la provocación. También los agresores son personas con poca tolerancia a la frustración, con poca norma, límites. Lastimosamente son líderes negativos, pero líderes y es difícil para la víctima hablar. Hay casos extremos donde se llega al suicidio. Por eso es importante hablar, en la casa, en la escuela, no normalizar nada.

- ¿La víctima llega a hacer un clic en algún momento o lo detecta siempre el entorno a lo que pueda ocurrir?

- Generalmente hablamos de niños chicos de una primaria o adolescentes en etapas conflictivas. Por mi experiencia son los de afuera quienes se dan cuenta. Los cambios son significativos, la víctima no quiere ir a la escuela, baja el rendimiento, se aísla, se lo nota triste. Ahí se debe empezar a indagar. A veces son compañeros que lo detectan y le dicen a la mamá y se puede lograr una red. Por eso son importantes las charlas en las escuelas.

- ¿Hay compromiso en las escuelas, hay una mirada fina de lo que pueda pasar?

- Sí. La única manera es hablarlo, discutirlo y buscando un equilibrio, no todo es bullying y no todo es una broma. Cuando alguien me dice que pasa algo hay que escuchar y luego analizar.

Marisa Olmedo.
Marisa Olmedo.

- Hablabas de impactos trágicos como llegar a un suicidio.

- Muchas veces hay un trasfondo psicológico y emocional de esa criatura que no pudo pedir ayuda y llega a un hecho trágico. Por eso debe haber premura para actuar. El agresor elige al más vulnerable, los afecta en su seguridad, su autoestima. Es silencioso pero repetido, te golpeo constantemente y te termino destruyendo en algún momento. Es difícil que lo manifiesten. Un proceso de terapia seguramente ayuda, modifica, uno tiene que elevar su autoestima, trabajar en su seguridad, por eso en las escuelas es bueno trabajar las diferencias.

- ¿Qué secuelas quedan cuando los casos son graves?

- Golpea la autoestima, esas personas se vuelven más retraídas, inseguras. Les cuesta ir a buscar un trabajo, tener relaciones porque afecta lo psicológico, social y emocional que termina atravesando todo. Antes se normalizaba. Hoy se ve una escalada de violencia social, todo esto sale más a la luz, quizás 30 años atrás era más imperceptible. No es algo que pasa rápido, sino que deja una huella.

- ¿Es posible reeducar a quien ejerce bullying?

- Lo ideal sería con terapia, para mí en esa psicología algo pasa… el tener necesidad de hacer daño. Algunos sufrieron violencia, otros casos me encontré con que no. El acompañamiento familiar también ayuda a revertir esa situación porque la base está en la familia, la responsabilidad, no digo la culpa pero somos responsables los padres de nuestros hijos en una franja de edad. Si me llaman de la escuela una, dos o tres veces y me dicen que mi hijo o hija hizo tal cosa, tenemos que ver qué pasa con ellos, por qué tienen esa necesidad de hacer bullying. Algo no anda bien.

- El diálogo es lo esencial entonces…

- No hay fórmulas mágicas. Empezar a hablar es muchísimo, la palabra es sanadora y nos lleva a modificar cosas.