La historia de superación de Diego “Chucho” Lafarina se volvió viral luego de que este sanfrancisqueño de 37 años que sufrió la amputación de su pierna izquierda en 2021, compitiera el pasado 20 de febrero en una de las postas del triatlón realizado en el Sport Automóvil Club.

Pero además de su protagonista principal, la historia tiene “actrices secundarias” sin las cuales “Chucho” no habría logrado, no solo su adaptación a la prótesis, sino cumplir su deseo de retomar la actividad deportiva. Es por ello que para Diego, las tres kinesiólogas que lo atendieron durante todo su proceso de rehabilitación -que todavía continúa- se convirtieron en fundamentales y para él fue “una bendición” que se cruzaran sus caminos.

Las profesionales, para quienes también fue un desafío trabajar la complejidad del caso de Diego, son las kinesiólogas Soledad Borello y Viviana Butignol, del Instituto Ámbar y Carina Borello, de ALPI.

En diálogo con El Periódico las mujeres repasaron la ardua tarea en el trabajo de rehabilitación con “Chucho”, pero a su vez destacaron la enorme predisposición y las ganas de superarse del paciente.

De izq. a der: Soledad Borello, Carina Borello y Viviana Butignol.
De izq. a der: Soledad Borello, Carina Borello y Viviana Butignol.

Trabajo coordinado 

Lo primero que remarcaron las profesionales fue el trabajo coordinado entre dos instituciones y colegas, como ALPI y el Instituto Ámbar. “El trabajo en conjunto dio sus furtos porque cada una le pudo aportar lo que ‘Chucho’ necesitó en cada momento, estamos seguras que una sola persona no hubiera tenido las herramientas que él necesitaba”, admitieron.

Carina Borello era conocida de Diego por haber cursado juntos el colegio secundario y fue la primera que lo recibió tras la amputación: “Les ofrecí que podía hacer una parte del tratamiento pero estaba muy limitada a nivel de prótesis, manejo de cicatriz, entonces les recomendé que se contacten con Vivi -Butignol- que tiene amplia experiencia con pacientes amputados y así comenzamos a trabajar, luego se sumó Carina”, relató.

Por su parte Butignol comentó que en su formación que tuve en el Hospital Córdoba donde atendió a múltiples pacientes amputados nunca había trabajado con un caso como el de “Chucho”. Pero destacó: “Lo que tuvo de particular con él es que lo pudimos recibir y acompañamos desde el primer momento. A veces el paciente llega después de mucho tiempo de estar está amputado, tiene dificultades o algunos vicios que son difíciles de corregir”.

Con respecto al caso de Diego, la kinesióloga destacó que “si bien es impactante su caso por ser una persona joven, él nunca presentó ni resentimiento, ni depresión, nunca se cuestionó por qué a él, siempre tuvo el objetivo de estar bien y hacer una vida normal, que eso creo que fue lo que lo ayudó a salir adelante”.

Paciente singular

A “Chucho” Lafarina, por un cáncer en su fémur izquierdo debieron realizarle una desarticulación de cadera, es decir “cortar la pierna de raíz”. Sin embargo, desde su adolescencia, por padecer una “osteogénesis imperfecta tardía” o la “enfermedad de los huesos de cristal” y sufrir múltiples fracturas, lo que lo obligó a usar en muchas ocasiones muletas o sillas de rueda, esto le permitió una mejor adaptación a su rehabilitación post cirugía.

“De alguna manera fue una ventaja todo ese conocimiento previo que Diego tenía en el manejo de muletas, en mantener equilibrio en un solo pie, pasar de una posición a la otra en una sola pierna, que ayudó a una más rápida rehabilitación”, destacó Butignol.

Aunque las tres kinesiólogas destacaron la personalidad y el optimismo de Diego, que “está siempre predispuesto a cualquier actividad que se le propone”.

Durante el proceso de rehabilitación, las profesionales fueron recibiendo ayuda y asistencia del equipo de kinesiólogas del Hospital Británico de Buenos Aires, donde Diego fue intervenido y que desde un principio colaboraron con las dudas e inquietudes de las sanfrancisqueñas.

Chucho rehabilitación

El desafío de la prótesis y el deporte como motor

Para Butignol uno de los grandes desafíos en el proceso de rehabilitación de Lafarina fue la adaptación de la prótesis. “No es que una persona sufre una amputación y a los 15 días le ponen una prótesis, tiene que haber una adaptación corporal, de cicatrización del muñón, adaptación al soporte y la carga de peso, fue todo un trabajo preparar su cuerpo para que él reciba y pueda mover la prótesis”, admitió Viviana.

En medio de esos trabajos, le ofrecieron a Diego realizar ejercicios acuáticos como complemento a su rehabilitación. Allí es cuando Soledad recibió a “Chucho” y comenzaron los primeros ejercicios aunque todavía no imaginaban que la voluntad del paciente influiría tanto para en menos de un año, competir en un triatlón.  

“Empezó con unos largos de crol, vi que tenía una buena postura y cada vez iba haciendo más metros de pileta. Un día le pregunte qué te parece si el año que viene competimos, me dijo sí pero algo tranqui. En febrero cuando retomé de las vacaciones me dice ‘tengo una carrera, me anoté en el tría de San Francisco en el Sport’. Yo quedé sorprendida porque tenía que hacer 750 metros y nunca habíamos entrenado esa cantidad. Así que bueno, nos encaminamos en ese desafío”, contó sonriendo Soledad.

Y agregó: “Es un paciente ideal porque no se opone a ningún desafío y te impone que lo esfuerces, cosa que a veces hay que bajarle un cambio porque hay que tener cuidado en las sobrecargas musculares. Así y todo en 15 días se preparó, lo armamos y el día de la competencia fue un momento fue un momento muy emotivo y hermoso”.

“Chucho” no se pretende quedarse quieto y analiza competir en una competencia aguas abiertas para más sorpresas a sus kinesiólogas que se continúan asombrando por la voluntad y el empeño que este guerrero le pone a su rehabilitación.