A la panadería Buen Día ubicada en el centro de la ciudad de Devoto la atienden varias personas. Su dueña, Verónica Pérez, su hermana Griselda, y una chica más que les da una mano. Verónica vive arriba de su local, local que, cuenta, le costó mucho poner en funcionamiento. Que empezó siendo casi precario y que hoy, gracias a al trabajo duro y a la fidelidad de los clientes, pudo ir convirtiendo en la panadería que ella quería.

El miércoles pasado cuando apenas abría el negocio en horas de la mañana, entró una señora que no era clienta habitual, y para agradecerle por lo bien que la había hecho quedar por una torta que había comprado en su panadería, le obsequió un café y le dio unos minutos de charla. Verónica cuenta a El Periódico que tras beber el café sintió el cimbronazo rápido pero no cayó. Dice que se fue a sentar en la parte de atrás de el local, allí la vieron un par de testigos que fueron al negocio a primera mañana. 

También cuentan que mientras ella se encontraba sentada lejos del mostrador y con mal aspecto, esta señora se puso a atender el negocio por más que no sabía el precio del pan. Despachó a un par de personas y desapareció. Verónica subió a su casa, bebió agua y durmió hasta entrado el jueves, casi un día entero. Lo último que recordaba era que había tomado un café con una señora amable.

El jueves fue su hermano a abrir la panadería y le consultó si había sacado dinero de la recaudación del día anterior, y Verónica lo negó. Pero los $1000 pesos de la caja no estaban, ni aparecieron aún. Verónica ató cabos, habló con sus clientes y se fue a la comisaría a hacer la denuncia. La hizo y se dirigió a la terminal a preguntar si por allí habían visto a una mujer que tenía el pelo de tal manera, la cara de tal otra y le dijeron que sí, que ya habían tenido problemas con esa persona. Pero esa persona no estaba por ningún lado.

Análisis 

Ante la presunción de que había sido intoxicada, Verónica partió hacía a Córdoba para internarse y hacerse los estudios de sangre correspondientes que confirmen o descarten la hipótesis de intoxicación por somníferos, resultados que se conocerán en esta semana y que acreditarían la versión de la damnificada.

Pérez asegura que no pudo haber sido ningún vecino de la ciudad. "Nadie de Devoto es capaz de hacer una cosas así. La gente de la ciudad sabe lo que me costó tener la panadería que tengo. La persona que lo hizo, evidentemente no está bien, porque podría haberme hecho mucho mal. Por suerte, no pasó nada más”, precisó.

La investigación en manos de la Policía local espera los análisis y más certezas sobre la sospechosa para poder arrojar más luz sobre el tema, que es lo que quiere Verónica: terminar de entender qué pasó después que tomó ese café.