Las interpretaciones políticas de los resultados electorales nunca son sencillas ni tienen una única causa y con el diario del lunes las cosas parecen mucho más claras que cualquier idea hasta un minuto antes del cierre de la elección. Con todo, hay algunos puntos que se pueden analizar de la elección en San Francisco, Córdoba y el resto del país.

El primero es que si bien los referentes de Hacemos por Córdoba dijeron estar conformes con los votos obtenidos a nivel provincial, no fue buena la elección en San Francisco, donde su lista tenía la figura de un intendente. Si comparamos las PASO de 2017, Martín Llaryora obtuvo el 46 de los votos en San Francisco, aunque como cabeza de lista y con su foto en la boleta. La lista que tenía a Ignacio García Aresca en segundo lugar obtuvo en estas PASO 2021 algo más del 23 por ciento de los votos a nivel local. La caída en porcentaje no es menor. Extrañamente, no estaba la foto de Aresca en la boleta, ya que en Hacemos por Córdoba decidieron que solo tuvieran las imágenes de Alejandra Vigo y Natalia de la Sota, primeras en la lista. 

Otra diferencia con aquella elección de 2017 es la menor participación que tuvieron estas PASO, ¿pero de quién son esos votos que faltaron? Nadie se los puede adjudicar directamente y ya se ha visto que no se vota siempre igual.

La campaña de Hacemos por Córdoba contrastó con la de Juntos por el Cambio en la ciudad, cuyos referentes de lista llegaron al menos tres veces cada uno a San Francisco. Aresca definió que no se tomaría licencia y no varió el perfil de su gestión, aunque aprovechó los fines de semana para recorridas por el departamento San Justo. Quizás confiando demasiado en su importante caudal de votos obtenido en las últimas elecciones como intendente, quizás priorizando su gestión local, la campaña de Hacemos por Córdoba no fue fuerte en San Francisco. Y como fuerza política claramente perdió apoyo en las urnas de la ciudad en comparación con las PASO y con las legislativas de 2017. 

Se sabe que el electorado no vota igual a nivel local, provincial o nacional. Es probable, como dijo el intendente, que la elección se haya nacionalizado y primó el voto castigo al Gobierno nacional, en una época atípica por la pandemia. Aunque tampoco en 2017 el entonces oficialismo de Mauricio Macri tenía muchos logros que mostrar, más bien lo contrario, y sin embargo Cambiemos obtuvo esa vez un claro triunfo en la provincia. 

El oficialismo provincial tiene ahora el desafío de mejorar su cantidad de votos para las elecciones de noviembre. Difícilmente pareciera que pueda dar vuelta la tortilla, pero las experiencias de las últimas elecciones parecen mostrar que los oficialismos y quienes no tienen competencias internas crecen desde las PASO a las generales. 

También cabe preguntarse si todos los votos de Juntos por el Cambio en esta interna se trasladarán también en las generales a Luis Juez y Rodrigo De Loredo. De nuevo, las últimas elecciones indican que no necesariamente se conserva el 100% de los votos de la interna, pero sí un gran porcentaje.

Córdoba, ¿macrista o anti k?

A Córdoba siempre se la menciona como uno de los bastiones macristas e incluso el ex presidente hizo campaña asegurando que pensaba radicarse en la provincia, muy probablemente en otra frase para la tribuna. Sin embargo, los candidatos que apoyó abiertamente fueron los derrotados y no por nada en Buenos Aires a Macri en su propio partido lo intentaron silenciar lo más posible. 

Tampoco hay que darlo por jubilado, como ya dicen algunos por lo bajo en su propio espacio. Hasta hace unos meses, Juez parecía un candidato acabado, teniendo en cuenta sus pobres gestiones y los resultados de su última elección en la ciudad capital en la que se postuló para intendente y perdió por mucho con Llaryora. Sin embargo, hoy se erigió como uno de los dirigentes más votados a nivel provincial. Cabe preguntarse si se trata de un voto de apoyo al propio Juez y a Juntos por el Cambio, o más bien un voto castigo al Gobierno nacional. Seguramente hay un poco de cada cosa. Pero ya sea por méritos propios o por errores de su rival, los votos los supo aglutinar y se cuentan en su canasta. 

Si bien a Juntos por el Cambio no se le pueden negar sus méritos en la elección, su estrategia claramente fue canalizar el voto bronca contra el Gobierno nacional, ya que el principal mensaje de Luis Juez estaba dedicado a la figura de Cristina Kirchner, en el cual el candidato se convertía en juez, valga la redundancia, de una supuesta agenda de la vicepresidenta para evadir causas judiciales. Desde el Frente de Todos respondieron que la vicepresidenta se presentó a cada una de las causas en las que fue citada, mientras que el principal asesor de Macri en materia judicial permanece prófugo de la Justicia argentina desde hace meses.

Pero esos son los cruces habituales de campaña. Y las peleas mediáticas y acusaciones de campaña parecen menos relevantes que una realidad bastante más filosa y pesada: los precios aumentan, la plata no alcanza y hay sectores en que la pandemia todavía sigue golpeando fuerte, de una u otra forma. Y se supone que un Gobierno está para resolver eso, no para decir que ahora sí va a escuchar el mensaje de las urnas. No es de hoy: hace ya demasiados años que en la Argentina la inflación va por las nubes y que los sueldos de la mayoría pierden poder adquisitivo. Se podrá decir que la herencia, que la deuda inmanejable, que la pandemia. Pero los precios aumentan, la plata no alcanza y lo que se gana cada vez vale menos. No es el único problema, pero sí uno de los más importantes, aunque la oposición evitó, por conveniencia, mencionarlo demasiado en esta campaña. Y para el Gobierno nacional no parecía ser el principal punto de la lista. En las PASO es probable que se lo hayan subrayado con marcador: lo básico para las mayorías es lo primero, sobre todo para un gobierno que se define peronista.

Con una crisis económica y la inflación más alta de las últimas décadas, en 2019 a otro Gobierno lo pusieron en la calle y por primera vez un presidente que se presentaba a la reelección perdió. Claro que las PASO para el Congreso no son las presidenciales. Pero los votos del pasado fin de semana se pueden entender como un recordatorio de ese mensaje, para cualquier partido que aspire a conducir el país. Si no arreglan los problemas básicos (salarios, inflación, trabajo, pobreza, bienestar), el mensaje parece ser que no esperen ganar elecciones.