En más de una oportunidad Diego Villalba (41), papá de Emanuel (13), joven y talentoso violinista de la ciudad, dejó su trabajo o cualquier otra actividad que estaba realizando solo para volver a su casa y cambiar la cuerda del instrumento de su hijo.

Esa actitud no solo revela el amor de un papá por su hijo, sino también el compromiso familiar de acompañarlo en sus sueños y aspiraciones. Emanuel busca transformarse en músico profesional y todos los Villalba van detrás de eso, así el adolescente deba emigrar hacia otro país para continuar su perfeccionamiento.

Desde los 4 años Emanuel toca y se destaca con el violín, incluso se presentó en numerosas ocasiones en distintos escenarios locales como del país, ya sea como solista, con otros artistas y hasta acompañado de su papá Diego en guitarra.

Un papá que alimenta el sueño de su hijo de ser violinista profesional

"Desde el principio los profesores vieron que Ema tenía una capacidad y una sensibilidad distinta. Él nació con este talento y desde ahí lo fue trabajando siempre acompañado de toda la familia ", remarca Diego con orgullo.

Legado de familia

Los Villalba tienen una importante vinculación con la música. El abuelo de Emanuel, Ovidio, fue acordeonista del Cuarteto Mayor e integró la banda de Fabián y Javier. Diego se destaca en guitarra, a la que siempre tomó como hobby; a la vez, su hija Jazmín, con 8 años, también tomó al violín como su instrumento y en tiempos de pandemia, donde Emanuel –su hermano- hizo las veces de maestro particular.

“Vengo de una familia de músicos -acota Diego-, mi papá que falleció hace ya seis años era un acordeonista muy conocido. Yo arranqué con la guitarra de chiquito. No seguí sus pasos, lo hacía más por hobby pero sus nietos parecen que van por su camino”.

Y es que en un principio la idea de Diego y su esposa Paola, era que Ema aprenda a tocar el acordeón. “Él tenía 4 años cuando lo llevamos y con esa corta edad lo único que podía aprender era violín. Lo anotamos con la idea de que cuando sea más grande cambie de instrumento. Pero sus profesores empezaron a ver algo distinto en él y le gustó, tenía ganas de aprender, así que todos nos comprometimos para que pudiera seguir con esto”, explica el papá.  

Desde hace años, el joven toma clases en el Conservatorio de Música ‘Arturo Berutti’ y además cuenta con un docente particular de Villa María, especializado en el instrumento.

“Él nació con algo para esto, puede ser un don, un talento, pero para que prospere uno como familia tiene que apoyarlo para que no quede en el camino”, insiste Diego.

Por su parte, Emanuel cuenta que le gusta todo tipo de música, desde la clásica de cámara, hasta el folklore, el tango y su alegría es poder tocar junto a su padre que lo acompaña con la guitarra. “Mi sueño es poder llegar a tocar en alguna orquesta internacional y perfeccionarme cada vez más”, asegura tímidamente el violinista. 

Un papá que alimenta el sueño de su hijo de ser violinista profesional

También integra la Orquesta infanto-juvenil a cargo del director Gustavo Juncos, aunque algunos de sus docentes le ven futuro en el exterior.  Por todo esto, el adolescente le dedica más de cuatro horas diarias de intensa práctica y participa de diferentes masterclass con referentes de la música a nivel nacional.

En este sentido, Diego revela: “Algunos profesores después de escucharlo tocar se me acercaban y me decían ‘acompáñalo, porque tiene mucho futuro’. Me recomendaron que comience a estudiar inglés porque su futuro puede estar afuera. Y bueno, si es lo que él quiere lo acompañaremos en todo. Es un orgullo para toda la familia”.   

Su prioridad

Diego celebra el hecho de poder trabajar por su cuenta –tiene un taller de chapa y pintura- para poder acompañar a su hijo. “Siempre ha sido la prioridad acompañarlo. Por ahí me llama: ‘Pá se me cortó una cuerda’, dejo lo que estoy haciendo, voy hasta casa, coloco la cuerda, lo afino y vuelvo al trabajo, nada de esperá hasta mañana. Si es su sueño dedicarse a la música y uno puede darle todo para que lo consiga, lo haremos”, asegura.

Lo único que lamenta el hombre es que su padre, el acordeonista que tanta alegría brindó a toda la familia, no pueda disfrutar del presente de su nieto. “Me hubiera encantado que lo pueda ver, incluso ahora como profesor de su hermana. A mí ya no me sorprende lo que Ema hace, pero en sus comienzos era un orgullo que seguro su abuelo lo hubiera sentido igual”, confiesa.