La falta de frecuencia y mayores horarios en el transporte interurbano de pasajeros le está generando a muchos usuarios fuertes dolores de cabeza. Es que, con la pandemia, el servicio ya no volvió a ser lo que era. 

En 2020, los ómnibus estuvieron parados durante 264 días, en el marco combinado de las restricciones por el Covid-19 y de un prolongado paro de choferes.

Las distintas empresas ubicadas en la terminal local reconocen que el sistema de transporte interurbano funciona actualmente al 40 o 50 por ciento, lo que provoca menos horarios de viaje disponibles, demoras y otras dificultades hacia quienes utilizan este servicio para ir a trabajar, a estudiar, realizar trámites en dependencias públicas de ciudades cabeceras o acceder a prestaciones de salud.

Este escenario no sólo se da en San Francisco y el departamento San Justo, sino a lo largo y a lo ancho de la provincia de Córdoba. Incluso, en algunos pueblos el servicio jamás volvió.

De esta forma, quienes deben moverse en colectivo y llegar a horario deben ingeniárselas de cualquier manera para arribar a destino, incluso poniendo en riesgo su integridad física y también la economía familiar.

Por otra parte, trabajadores aseguran que realizaron reclamos sobre esta situación al Ente Regulador de Servicios Públicos (Ersep), pero nunca fueron escuchados. 

“Tuve que hacer dedo con los riesgos que eso lleva”

Riesgos y más horas de espera, lo que provoca un transporte interurbano reducido en pandemia

Liliana Centeno (44) es instrumentadora quirúrgica y trabaja en el Hospital Iturraspe de San Francisco. Vive en la ciudad de Las Varillas y desde hace 17 años viaja cada semana para cumplir sus funciones. 

La pandemia y los límites que encontró en el transporte interurbano hicieron que acorte en días su jornada semanal, aunque para completar sus horas debió acumularlas: “Iba de lunes a viernes y cada dos fines de semana me toca uno, pero ahora trabajo 12 horas cada jornada y voy tres veces por semana. Me permitieron hacer esto por el tema de los costos y la falta de horarios en el transporte”, contó Centeno a El Periódico.

Para recorrer los 90 kilómetros que separan a San Francisco de Las Varillas, la mujer debe gastar 900 pesos de pasaje ida y vuelta. Pero a esa cifra debe sumarle el costo del viaje en remis desde la terminal local hasta el nosocomio público, ya que llega sobre la hora, y viceversa. Sumado todo le implica un gasto de 1500 pesos cada vez que viaja.

“Viajaba antes todos los días, yo tengo un cargo de siete horas. Después por la buena voluntad de mis jefes y la cantidad de años que estoy en el hospital me permitieron 12 horas cada tres días para poder cumplimentar la carga horaria semanal y pagar menos de pasaje. A veces me quedo en la casa de una compañera que se ofrece de buena voluntad”, explicó.

Centeno utiliza el servicio que brinda la empresa Buses Lep, que no cuenta hoy con un horario que la satisfaga: “Tengo que entrar a las 6 y necesito un colectivo que salga a las 5 o que pase por Las Varillas al menos a las 6. Hoy pasa 7.40 y llega 9 de la mañana a San Francisco, una hora que ya es tarde”, indicó la mujer que forma parte del personal esencial desde el inicio de la pandemia.

“Antes tomaba el colectivo de las 3 de la mañana, pero lo sacaron. De todos modos llegaba mucho antes y esperaba en la terminal o el hospital”, añadió.

La instrumentadora quirúrgica sostuvo que los “esenciales” no pararon nunca en todo este tiempo y criticó la desidia del Estado ante este escenario. 

Rebusque 

En más de una oportunidad, Liliana debió recurrir a otras personas para poder llegar desde Las Varillas a nuestra ciudad, muchas veces poniendo en riesgo su integridad física teniendo que hacer dedo en la ruta. 

“En algún momento no pude ir, en la peor parte de la pandemia. Otras veces viajaba con unas chicas que trabajan en la cárcel, con algún comisionista y hasta tuve que hacer dedo para poder llegar, arriesgando la integridad física ante los peligros que existen. Tengo dos hijos que alguna vez fueron muy chiquitos y había que volver lo antes posible a casa”, narró y agregó: “Son cosas que no deberían pasar con un transporte público que tenga horarios acordes”.

Centeno pidió que las empresas de colectivos sumen horarios porque la situación llegó a un límite: “Lamentablemente nos exponernos doblemente, a veces con el afán de llegar porque un compañero te espera para irse a descansar hacés cualquier cosa y después te das cuenta de eso”.

“Es angustiante no tener horarios”

Riesgos y más horas de espera, lo que provoca un transporte interurbano reducido en pandemia

Lorena Caudana (38) es una docente de San Francisco, madre de una niña de 9 años, que diariamente debe viajar a la ciudad de Arroyito para dar clases en una escuela especial.

“Viajo todos los días y doy clases por la tarde, entre 13.30 y 17.30. Debería estar llegando a esa hora, pero no hay horarios de colectivo que me permitan permanecer solo mis cuatro horas en esta localidad”, explicó la profesora de Artes Visuales.

Caudana tiene que utilizar una empresa de ómnibus martes, jueves y viernes y otra el lunes y miércoles: “Cuando utilizo Fono Bus tengo pasaje a las 10.30 y estoy cerca de 12 en Arroyito, pero recién una hora y media después entro a trabajar. Para volver hay un colectivo de esta empresa pero a las 17.20, pero debo esperar un Mar Chiquita que sale de vuelta a las 19.15”, narró y cuestionó que muchas veces no se respetan bien los horarios: “Para volver espero casi dos horas”.

Los lunes y miércoles, en tanto, tiene posibilidades de llegar a la ciudad donde trabaja recién a las 14.30: “Me muevo además con la empresa Mar Chiquita porque tengo boleto educativo gratuito (BEG), pero se me complica estar las cuatro horas que necesito”, indicó.

La docente recordó que antes de las vacaciones de invierno también fue un trastorno renovar el BEG ante los problemas del sistema, por lo que debía desembolsar un dinero importante para poder ir a trabajar. 

Caudana contó que en el momento más duro de las restricciones, entre mayo y julio pasado, no podía viajar para dar clases y debió presentar un aval del gremio UEPC ante la falta de transporte. 

La docente manifestó “son cien kilómetros que hago para dar clases, siempre lo hice con gran amor porque era un trámite, pero este año ya significan largas horas de espera. Es angustiante no tener horarios”, lamentó y reflexionó: “Si bien elegimos dar clase fuera de la ciudad, a veces es la única forma que tenés de trabajar. El tema es que este año se está haciendo difícil solventarlo económicamente, los salarios son bajos, el sistema del boleto gratuito tiene problemas”.

Como otros trabajadores, la mujer debió apelar a distintas estrategias en varias oportunidades para ir o volver del trabajo: “A veces te arriesgás a hacer dedo o tenés la suerte de contactarte con otros trabajadores que pasan por la ruta. Lo que pedimos es que haya más horarios de colectivos para ir y venir tranquilamente”, resumió. 

Por último, Caudana contó que hizo varios reclamos al Ersep, el ente que regula, entre otras, a las empresas de transporte: “Nunca tuve una respuesta”, afirmó. 

UEPC denunció presiones a docentes 

Desde la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) indicaron que acompañaron a los docentes en su reclamo para lograr que haya mayor disponibilidad horaria para viajar a la zona. 

Fabiana Nocco, titular del gremio en la seccional San Justo, indicó que cuando se volvió al sistema bimodal, que implicaba la presencialidad, “nos encontramos con una cantidad de docentes que se moviliza pero no tenía la misma frecuencia de colectivos”. 

En ese sentido, Nocco informó que tomaron dos líneas de acción. Primero el reclamo gremial puntual, con un escrito que los docentes presentaban en la dirección de las escuelas adjuntando los horarios de colectivos que ya no tienen y con el pedido de seguir en la virtualidad.

El otro punto fue reclamar directamente a la Secretaría de Transporte: “Algunos horarios se recuperaron, otros no”, destacó Nocco y aseguró que los docentes en esta situación sufrieron presiones desde las escuelas: “Hubo presiones lógicas; en la prepandemia cuando uno toma horas cátedras y cargos en otra localidad a la que vive hace el análisis sobre cómo va a llegar. Algunos van en líneas de colectivos, accediendo al BEG porque no pueden gastar más de lo que van a cobrar”. 

Pero con la pandemia –destacó- el escenario fue otro: “Hay empresas que no volvieron a poner sus horarios y les dicen desde las escuelas ‘vos tomaste las horas, tenés que venir’, pero la situación era otra porque antes había líneas y mejor acceso al boleto gratuito”, reconoció la gremialista.