Ricardo Romero, de oficio reparador: “Trabajo para hacer el bien, el sustento me viene solo"
A sus 70 años, este vecino de San Francisco continúa arreglando artefactos del hogar en su taller de la calle Colón. Lleva cuatro décadas de experiencia y no piensa en el retiro. Aunque atravesó momentos difíciles, se siente feliz de poder trabajar y disfrutar de su familia.
En calle Colón al 644 de San Francisco, llama la atención las decenas de ventiladores de pie apostados sobre la vereda, que aguardan pacientemente su retiro o el ingreso al taller de Ricardo Dante Romero (70), vecino de nuestra ciudad que desde hace más de cuatro décadas se dedica a la reparación de artefactos del hogar.
Desde septiembre hasta la actualidad, el hombre atraviesa una época de creciente demanda de reparaciones y el taller de Ricardo se convierte casi como en un centro de acopio de estos artefactos, como así también de bordeadoras y cortadoras de césped, los aparatos eléctricos más utilizados en época estival.
Aunque jubilado, Romero continúa firme en su taller trabajando varias horas diarias. Sus motivos: una jubilación limitada pero, sobre todo, el disfrute de su labor, el intercambio con los clientes y el sentirse "relativamente joven y con ganas".
En diálogo con El Periódico, el hombre contó la historia de su profesión y parte de su vida, que no ha estado exenta de difíciles momentos, aunque Ricardo asegura que en la actualidad se siente “feliz y contento” de poder trabajar y disfrutar de su familia.
Romero comenzó en el mundo de la reparación de artefactos del hogar, allá por 1978, en pleno año en el que se desarrollaba el Mundial de Fútbol en Argentina. Fue gracias a un cuñado de su esposa, que lo iniciaría en el oficio.
“Estoy jubilado, pero me siento feliz de hacer esto, me gusta mucho, aunque con el correr de los tiempos uno va eligiendo qué trabajos tomar. Pero me encanta atender a la gente y tengo clientes fieles que vienen de unos 150 kilómetros a la redonda, eso es algo que, gracias a Dios he ganado con tantos años en el oficio”, relató.
-¿Cómo nació su profesión?
- De adolescente no me gustaban mucho los libros así que en casa se pusieron firmes: ‘o trabajás o estudiás’. Y me puse a trabajar, comencé en una fábrica de sillas, donde aprendí un montón. Después conoció a mi esposa -Rita Trucco- y junto con un cuñado empecé en el rubro. Trabajé muchos años con él, hasta que pasé a otro negocio de un amigo y recién en el año 2000, me independicé. Siempre tuve la idea de independizarme, de trabajar por mi cuenta, pero pasó que en el año ‘90 se presentó la desgracia en mi familia, perdí a mi esposa por una enfermedad, en aquel momento trabajábamos los dos y tras su fallecimiento se hizo difícil.
A pesar de los obstáculos que enfrentó como padre viudo con tres hijos pequeños, Ricardo perseveró gracias al apoyo de sus padres, su suegra y sus dos cuñadas, que lo ayudaron en el cuidado y contención de Mariela Cecilia, Luciana del Valle y Ricardo Ezequiel.
“Tenía recién 37 años cuando quedé viudo y la familia y mis amigos fueron fundamental para ayudarme con mis hijos-recordó-. También creo que tuve la ayuda de Dios, soy católico, muy religioso, en aquel momento pertenecía al movimiento familiar cristiano y eso me ayudó mucho a no bajar los brazos. Me defendí como pude”.
Ricardo se emociona la hablar de su familia: “Tengo tres hijos maravillosos, he tenido la suerte de que han salido muy buenos chicos, todos trabajadores y estoy muy orgulloso de ellos porque me han dado muy lindas satisfacciones. Hablar de mi familia me emociona porque a partir que quedamos los cuatro solitos seguimos el camino juntos”, admitió.
En este sentido, Ricardo reconoce que la familia, su fe y el trabajo fueron pilares que le permitieron seguir a flote en una época triste de su vida. “Siempre digo que trabajo, primero, para hacer el bien y después el sustento me viene solo. Trato en lo posible de hacer, el bien, con todos mis errores y con mis aciertos. Trabajar para hacer el bien y después el dinero me parece que me viene solo, por lo menos esa es mi teoría”, confesó.
Si bien admitió que a veces le cuesta sobrellevar la soledad, sus horas en el trabajo, sus nietos -tiene varios- y su perro Lázaro, son los que le brinda su descarga a tierra y sus momentos de felicidad.
De “fierros” a descartables
Tras independizarse, Romero armó su taller en la que era la casa paterna, “esto primitivamente era un pasillo, después se techó y quedó como un garage chiquito, y acá me puse con mi taller”.
A lo largo de su carrera, Ricardo ha sido testigo de la evolución en la fabricación de ventiladores y otros electrodomésticos. Desde los tiempos en que los artefactos eran duraderos y de calidad, hasta la actualidad, donde la producción importada ha inundado el mercado con dispositivos descartables.
“En mis comienzos, los años ’70 y ’80, venían por ejemplo unos ventiladores que se fabricaban en Rosario y eran una bigornia. Duros, resistentes y fáciles de arreglar. Después vino la invasión China y ya la historia fue otra. El ventilador es descartable, aspiradoras son descartables, ahora es cantidad contra calidad y se hace más difícil trabajar”, reconoció.
De todos modos, Ricardo manifestó que estos nuevos aparatos se pueden arreglar, aunque ante un cambio de tensión o un nuevo desperfecto, la situación se complica. “No estoy diciendo que los tiempos de antes son mejores-subrayó-, no, de ninguna manera, vamos evolucionando y vamos tratando de acomodarnos en la medida que podemos”.
En este aspecto, Romero admitió que antes que los artefactos importados, recomienda la producción local: “En San Francisco tenemos fábricas muy importantes y muy buenas que construye ventiladores, bordeadoras y máquinas de cortar el pasto. Son firmas que recomiendo siempre, aunque podés encontrar una diferencia de precio con otras importadas, la diferencia lo vale porque no se rompen tan fácilmente”.
-¿Cuánto tiempo más tiempo se imagina siguiendo con el oficio esto?
-Mirá, dicen que este verano va a ser de muy mucho calor y he pensado trabajar por la mañana y no por la tarde. Ya estoy grande y sufro mucho el calor, pero vamos a ver, tampoco le puedo fallar a los clientes. Gracias a Dios el trabajo nunca me faltó, trato de hacer las cosas bien, de ser leal, humilde y responsable con el cliente. Pero tampoco pienso en dejar de trabajar todavía, me siento bien.
Consejo “en nombre de los reparadores”
Casi en tono de súplica, Ricardo quiso dejar una recomendación a la comunidad, en nombre de colegas reparadores de todo tipo de artefactos.
"La reparación es una tarea ingrata", comenzó diciendo. "A veces, solucionamos un problema, pero luego el cliente lo lleva a su casa y ocurre otro desperfecto y es que nosotros como reparadores no siempre podemos ver todo lo que lo que está pasando dentro del artefacto. Por eso, es importante que los usuarios sean cuidadosos".
Y luego resaltó: “Es importante que los clientes entiendan que los reparadores no tenemos guarderías de artefactos. No tenemos espacio, no podemos dejar la heladera, el aire acondicionado, el lavarropas, los ventiladores guardados por semanas en el taller. Si no lo pueden hacer arreglar, hoy que vivimos realidades difíciles, esperen o vemos la forma. Vengan a buscar los aparatos, hablando siempre nos vamos a entender”.