Pero parece que nos debemos acostumbrar además a la situación siguiente a las lluvias. Un escenario bochornoso y por demás oloroso. Calles totalmente sucias, con agua que brota de las alcantarillas y que todavía no escurre. Desde hace días, el barro se acumula en las calles sin que nadie lo barra.

Por ejemplo, los comerciantes de calle Iturraspe están que trinan. Sostienen que siempre sufren este inconveniente y que la situación los supera.

“La gente no va a dejar de venir a comprar, es cierto, pero tampoco podemos tener este olor dentro del negocio, no se puede abrir la puerta. Y por estar en esta zona pagamos altos impuestos”, se quejó la dueña de un local de venta de ropa.

Otra comerciante aseguró que todas las mañana baldea con lavandina su entrada y tira a la calle. “Es un intento en vano, con esto no logro nada pero por lo menos limpio para descargarme”, indicó.

La única que queda –dicen- es rezar para que el sol se mantenga bien luminoso y seque las calles. Claro, también rezan para que por ahora no vuelva a llover.