Juan Carlos Mandrile (75) señala una gran mesa ubicada casi en el centro del taller de reparaciones de televisores –en el local de Juan B. Justo 214- y se sienta.

“Esta es mi mesa de trabajo, desde siempre y como que uno se acostumbra y no puede ponerse a trabajar en otra. Creo que mi vida se pasó más adentro de un taller que afuera y ahora sigo igual”, cuenta con una sonrisa mientras observa orgulloso a sus dos hijos reparando distintos aparatos desplegados en la sala.

El hombre lleva 10 años jubilado, pero no hay día que falte a su trabajo en Electrónica San Francisco, o más popularmente conocido como Casa Mandrile. “Ahora mis hijos -Federico y Marcelo- son los dueños del negocio, pero yo les vengo a ayudar. Hago todo tipo de cosas, desde arreglos, diligencias, un poco de todo para mantenerme activo y ayudar con la jubilación, que cobro la mínima”, refiere.

Consultado sobre su oficio, Juan Carlos dice primero: “Jubilado, de profesión técnico en radio y reparaciones de televisores, desde hace casi 60 años”.

Tres generaciones detrás de la TV

El apellido Mandrile y su vinculación al mundo de la reparación de radios y televisores comienza en plena Segunda Guerra Mundial, con Juan Pedro Pablo Mandrile, padre de Juan Carlos, que por entonces residía en la localidad de Sastre (Santa Fe).

“Mi papá -manifiesta el entrevistado- empezó el tema de las reparaciones de radio allá por 1941. Como no había componentes, él se las ingeniaba para hacer funcionar las radios porque no se podían traer de Europa”.

A su vez, el hombre cuenta con orgullo que su padre, que solo había estudiado hasta quinto grado de escuela primaria, se apasionó por aquellas radios de la época y haciendo un curso por correspondencia -como era costumbre por esos años-, se fue enfocando en el mundo de los televisores. “Decidió empezar a armar televisores porque era el futuro que se venía. Así que en un pequeño tallercito que se armó con sus hermanos comenzamos a armar televisores en 1965, en pleno auge de Canal 13 de Santa Fe. Se armaban en Sastre y se distribuían en la región”, recuerda.

Mandrile, la historia de un apellido emblema en el arreglo de televisores

Juan Carlos tenía 17 años cuando decidió dejar la escuela secundaria para trabajar en el taller de su padre: “Le dedicaba muchísimas horas en el armado de los televisores. Se hacían completos, venía una chapa simple y ahí tenías que poner todos los componentes, se armaban, se calibraban y salían a la venta. En esa época no necesitabas un título para trabajar, había mucho trabajo”, asegura Juan. Casa Mandrile llegó a comercializar más de 5000 televisores en una amplia zona de pueblos a la redonda.

Sin embargo, esto se mantuvo hasta la aparición de las grandes casas de ventas de electrodomésticos que generaron una desigual competencia contra la pyme familiar. “En el año 1975 se disuelve la sociedad con los hermanos de mi papá y él se viene a instalar a San Francisco, aquí arranca Electrónica San Francisco”, explica, y agrega: “Los grandes negocios que traían varias marcas de televisores hicieron imposible la competencia, porque fabricar uno nuestro salía igual o un poco más que un televisor de marca. Así que dejamos la fabricación y nos dedicamos directamente a la reparación”.

Un nuevo lugar que atrajo clientes de la gran región

Cuando arranca en San Francisco, el negocio de su padre tuvo que hacerse de una clientela nueva, si bien ya era conocido en la zona. “Empezamos en un taller que alquilábamos por calle Iturraspe esquina Perú y en el año 1987 nos vinimos aquí sobre Juan B. Justo, era una casa antigua que se reformó y se hizo el taller”, rememora.

Pese a tener que arrancar de cero, los Mandrile tuvieron el acompañamiento de muchos clientes a los que les habían vendido televisores o se los habían reparado de una amplia región. Juan Carlos enumera: “Venía y por ahí sigue viniendo gente de Sastre, San Jorge, María Juana, Pellegrini, Castellar, Santa Clara, Clucellas, Esmeralda, Colonia Cello, La Francia, Morteros y hasta de Balnearia”.

Padre e hijo trabajaron juntos hasta que en la década del ’80 Juan Carlos pasó a ser el titular del negocio. Y sostiene con orgullo: “Creo que impusimos un apellido en la reparación de televisores, siempre tratando de hacer las cosas bien para dejar satisfecho al cliente”.

- ¿Cómo definiría usted su trabajo?

- He trabajado siempre con la televisión analógica, a tubo, ahora viene toda esta tecnología digital que es de la que se encargan mis hijos. Lo que no estás viendo acá -en su mesa de trabajo-, es toda una generación de osciloscopios y otros instrumentos para la calibración y para el armado de los televisores. Componentes que ahora ya no se usan para esta generación de televisores. Están guardados, se usaban para detectar dónde estaba la falla.

El negocio de la familia Mandrile, ya en San Francisco, siempre se dedicó a la reparación de televisores, aunque Juan Carlos menciona que llegaron a ser servicio oficial de la firma Noblex, y también arreglaban videocaseteras, DVD, radiograbadores y centros musicales, entre otros aparatos. “Todo esto hasta la aparición de la televisión digital donde hemos dejado de arreglar esos componentes para dedicarnos de lleno a la nueva tecnología”, confirma.

Luego, Juan Carlos revela que fue su padre el que convenció a sus nietos Federico (46) y Marcelo (43) de unirse al negocio familiar. “Mientras mis hijos iban terminando sus estudios secundarios, al tener a mi padre aquí adentro, él los inició, los convenció de seguir en esto y les gustó. Hoy ellos son los dueños”, declara con una sonrisa.

Juan Carlos junto a sus hijos en el taller familiar.
Juan Carlos junto a sus hijos en el taller familiar.

- ¿Las épocas de crisis son una oportunidad de más trabajos para su rubro?

- Nunca fui de meterme en política, no me interesa, pero sí son momentos que pasan por la política que imponen los gobiernos. Estamos en un momento de crisis y sí, acá hay trabajo, aunque a veces se complica porque en Argentina no se fabrica ningún componente electrónico. Los precios de los televisores son altos y la reparación sale mucho más económica. Pero también hemos pasado momentos en los cuales era más fácil ir a comprar un televisor porque daban muchísimas cuotas y no teníamos trabajo. No había tanta diferencia entre comprar uno nuevo que repararlo, así que tuvimos épocas que la pasamos bastante mal, sentados mirando desde la vidriera sin saber si íbamos a poder pagar los impuestos. Ahora, esta problemática es más específica, los televisores tienen un precio muy alto y la gente opta por reparar.

El futuro

Juan Carlos transita su jubilación contento, aunque ocupado, pero también disfrutando de sus nietas. “La realidad es que no sé lo que va a pasar en el futuro con el taller, todo está cambiando muy rápidamente. Lo único que sé es que por la gran cantidad de televisores que hay vendidos en estos años el trabajo se va a mantener. Y con respecto al futuro de la cuarta generación ya veremos, mis hijos tienen dos nenas cada uno, así que no sé lo que ellas elegirán”, sostiene con una sonrisa.

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Inventos marca Mandrile

Además de haber fabricado televisores que llevaban su marca, Juan Pedro Pablo Mandrile, el iniciador del negocio, se las ingenió para dejar su huella en el actual taller de la familia.

Así lo recuerda alegre su hijo: “Mientras remodelaba el local mi papá le dijo al arquitecto: ‘Yo quiero una escalera para hacer un depósito arriba y poner el ascensor’, el arquitecto lo miró y le dijo ‘no, eso no te entra nada’. A los 15 días, mi papá lo llama al arquitecto para que vuelva, cuando llegó se encontró con que había instalado los hierros para un ascensor y los caños para la escalera. Y los terminó haciendo a los dos. El ascensor tiene más de 30 años y todavía funciona. Hizo eso con quinto grado, pero con muchas ganas y trabajo”.

A su vez, el hombre mostró los dos primeros televisores construidos por su padre, ambos de 20 pulgadas, uno de pantalla banco y negro y el otro a color, que aún conserva en el depósito. El primero de marca Mandrile TV y el otro, bautizado en honor a su hijo JM por Juan C. Mandrile.

“Mirá -dice emocionado Juan Carlos- me había olvidado de esto, le puso mi nombre. Mi papá era así, era un apasionado, un italiano que siempre le gustó ir para adelante y siempre arriesgó”. 

El TV marca JC en honor a Juan Carlos.
El TV marca JC en honor a Juan Carlos.