Nancy Mugas de Lencina (55) todavía recuerda una noticia que le partió el corazón. Se convocaba a interesados a “adoptar a un niño de ocho años con condiciones especiales de salud -presenta retraso mental leve en el lenguaje y madurativo, y asiste a escuela especial-”.  Pero más la afectó aun cuando al averiguar sobre esta situación se enteró que nadie se había interesado por la suerte del pequeño.

Era octubre de 2015. Al poco tiempo, el Juzgado de Niñez, Juventud y Violencia Familiar de San Francisco entregó en adopción a Alexis. Sí, a Nancy. Desde entonces se integró al nuevo grupo familiar y si bien la mamá asegura que fue “un proceso con altibajos”, el ahora adolescente de 15 años se va superando día a día con el apoyo de sus hermanos.  

“Ale está mucho mejor, no quiero decir con esto que está bien del todo, pero con los años se ha ido adaptando a convivir en familia. Él sufre cambios en su personalidad, por ahí está enojado o se encierra en sí mismo, pero hemos ido aprendiendo a tratar un poco con eso. Fue difícil porque no estábamos acostumbrados, pero ya es parte de nuestra familia. Lo queremos y por eso hemos soportado cosas que a lo mejor con nuestros hijos no lo hubiéramos hecho”, se sincera ante El Periódico Nancy.

Y es que antes de ser adoptado por los Lencina, de pequeño Alexis había sufrido varios desencuentros con otras familias y “había sido devuelto”, así, aunque suene cruel. Sin embargo, Nancy sostiene que “muchas de las cosas que ha vivido o que nos han costado con él fueron porque no tuvo una familia y entonces debe aprender a convivir con integrantes de una casa y dentro de todo se fue acomodando”.

Colegio, danza y música

Durante los primeros años de estadía en su nuevo hogar, la mujer recuerda que viajaron en numerosas ocasiones a Córdoba para realizar distintos tratamientos con Alexis. En la actualidad, asiste al Instituto de Modalidad Especial ‘Apadim’ y también acompaña a su familia a la Iglesia evangélica.

“Hubo un tiempo en que se encerraba en él mismo -comenta la mujer-, no quería jugar con los chicos o jugaba un ratito y peleaba. Ahora tiene sus amigos, está mejor en el colegio, va a la iglesia con nosotros -Jesucristo Pan de vida de San Francisco- y ahí también se siente parte, está en un grupo de danza y está aprendiendo a tocar la batería”, destaca.

La familia se encuentra viviendo en barrio Eva Perón de Frontera, en una casa que le prestan unos conocidos, peleándola diariamente ya que el padre de la familia, César, se quedó sin trabajo y realiza changas para asegurar el plato de comida diario para todos.

Luego de intentos fallidos, una familia con cinco hijos lo adoptó y le cambió la vida a Alexis

Pese a todo, la familia se las rebusca para contener a Alexis y en este sentido, Nancy comenta que todavía hay personas que los felicitan al tomar la decisión de adoptar al joven. “No somos una familia pudiente, siempre la luchamos como todos, realmente cuando uno tiene misericordia por el otro, porque eso fue lo que sentimos, porque era un niño al que lo iban a llevar lejos de acá porque no lo podían mantener más en la Residencia y siempre reconocen lo que hicimos con Ale”, sostiene.

En Apadim, el adolescente cuenta con un grupo de psicólogos y terapistas que lo asisten y lo contienen: “Y por nuestra parte siempre estamos viendo todos los tratamientos que van saliendo para ver si podemos seguir ayudándolo. Él tiene que continuar desarrollándose física y psicológicamente, pero de a poco va mejorando”.

Por su parte, si bien Alexis se muestra algo tímido, cuenta que es hincha de River, que todavía le cuesta seguir algunos ritmos en la batería, pero que cuando aprenda le gustaría poder tocar en una banda de cumbia.

Una ayuda para Ale

Apenas se mudaron a barrio Eva Perón, la familia sufrió un robo domiciliario en el que le llevaron, entre otras cosas su televisor led y otros elementos. Pudieron conseguir un antiguo y pequeño TV,  aunque estarían necesitando conseguir un aparato ya que es importante a la hora de entretener al joven en momentos donde no puede salir o por las noches.

También necesitarían una computadora –aunque sea usada, aclaran- para los más pequeños de la familia: “Sería ideal para los chicos, que se conectan a las clases virtuales porque tengo un único teléfono y se lo tienen que ir pasando uno al otro; eso nos ayudaría muchísimo”, pide la mujer.