Juan Domingo (69) y Marta (69) están sentados sobre calle López y Planes esquina General Paz, charlan tranquilamente aunque entre ambos hay un espiral encendido para espantar a los molestos mosquitos.

Casi todos los días del verano, este matrimonio de barrio Catedral tiene la costumbre de sentarse a pasar el tiempo, tomar unos mates o algo fresco (dependiendo el calor de la jornada) y de tanto en tanto alguno de los vecinos o la visita de sus hijos suman otra silla a la vereda.

Los sillones, reposeras o la clásica silla de mesa suelen hacer su aparición en las veredas un rato antes de las 20, cuando comienzan a aplacarse los rayos del sol y baja cierto fresquito.

“Después de las 21 ya nos vamos adentro-relata Juan-, antes cenábamos y volvíamos a sentarnos afuera, pero ahora cambió todo. Uno tiene en cuenta la seguridad”. Y agrega: “A mitad de cuadra tenemos otros vecinos que también suelen sentarse afuera y nos vamos viendo, si ellos se van adentro nosotros también”.

Marta no confía tanto en este sistema. “Si te tiene que tocar te va a tocar afuera, adentro, con 20 llaves, o como sea”, confiesa incrédula.

Cuando los días son muy agobiantes el matrimonio se queda dentro de la casa con el aire acondicionado. Pese a esto el matrimonio sigue la tradición de la silla en la vereda: “Uno se entretiene afuera, pasa el rato”, confiesa Juan con una sonrisa.  

Repelente para los chicos

Detrás de la Catedral, sobre Libertador Norte al 800, Pablo aprovechan para limpiar su auto mientras que su pareja, Noelia, cuida a su hija y a su sobrino sentada en un sillón.

“Es la única hora que se puede salir afuera aunque con repelente”, sostiene la joven, y confiesa que alrededor de las 20 sacan uno o dos sillones y aprovechan para pasar un poco de tiempo libre antes de la cena.

“Por lo general a la hora de la cena ya nos vamos para adentro”, agrega Pablo, para quien esa zona del barrio es bastante tranquila aunque reconoce que, lamentablemente, la inseguridad está en todos lados. 

Las sillas vuelven a las veredas pero con repelentes y espirales

Doble turno

Roberto y Dora, cuentan entre risas que, generalmente, hacen doble turno en los sillones en la puerta de su casa. Por un lado bien tempranito a la mañana comparten el desayuno antes de ir trabajar y luego a la tardecita.

“Cuando baja el sol y empieza a dar la sombra, siempre tomamos algo fresco, alguna gaseosa o jugo, en la semana se trabaja así que a la cervecita la dejamos para el fin de semana”, explica Roberto. “Sabemos quedarnos hasta tarde-agrega-, más los fines de semana. Es tranquila esta zona, lo único que molestan son los mosquitos”.

Las sillas vuelven a las veredas pero con repelentes y espirales

Encontrarse con los vecinos

Edelmiro (84) y Dorita (77) forman un matrimonio que todos los días saca sus sillas afuera en calle López y Planes al 2200. Charlan amistosamente con los vecinos que se acercan y cuando los visita un familiar.

Están sentados en la vereda y detrás de ellos una reja protege el frente de la casa. Cuenta Edelmiro que hace poco tiempo la colocó, luego de que le desvalijaran el hogar.

Según Dorita su vereda siempre está llena porque las vecinas pasan y se quedan siempre un rato a charlar. 

“A eso de las 20 salimos a sentarnos, después de cena ya no salimos más. No tenemos más confianza como antes”, refiere Edelmiro mientras toca la reja de su casa.

Las sillas vuelven a las veredas pero con repelentes y espirales