Hay mucha seguridad en el andar y la forma de hablar de Micaela Giménez, se nota que no le tiene miedo a los desafíos. Se le infla el pecho además cuando cuenta su historia y escoge palabras para motivar a otros jóvenes, pero adquirir estos rasgos no ha sido fácil ni tampoco hablar ante empresarios pyme líderes del país como lo hizo hace una semana.  

La joven fue una de las oradoras del 23° Seminario Propymes organizado por el Grupo Techint donde se reunieron empresarios grandes, pymes, especialistas, líderes y jóvenes técnicos. Allí debatieron sobre la nueva agenda país y el valor social de la industria para la movilidad social y su perspectiva a futuro.  

Micaela “caminó” mucho y la participación en el seminario fue una suerte de recompensa ya que la postularon y tras una serie de entrevistas la escogieron los organizadores. 

¿De dónde viene y quién es? “Salí del barrio primero, me crié en barrio Parque donde como todos sabemos hay un contexto económico y social particular, cuando era chica no tenía las más altas expectativas hacia futuro, pero sí crecí rodeada de herramientas porque mi papá es dueño de un taller mecánico y mi mamá no lo hace para afuera, pero siempre se dedicó a la repostería”, expresó a El Periódico.  

Si se hubiera quedado con esa visión de falta de posibilidades quizás no habría llegado a este presente que atraviesa. No lo dijo porque hablara peyorativamente, sino que hizo un análisis de la realidad que muchas veces resulta condicionante para las aspiraciones de todos. 

Su visión de las cosas cambió cuando entró a la escuela secundaria, en su caso eligió ir a la misma técnica que existe en este barrio, el popular Ipet 264 Teodoro Asteggiano; de allí egresó como técnica en Electromecánica y encontró el puente para obtener su primer trabajo.  

“Mi hermano es un año más grande y me gustaba lo que me contaba de la escuela, elegí entre la agrotécnica y el Ipet 264 y mis papás me guiaron también viendo mis habilidades”, contó sobre la elección.  

Puente 

La escuela secundaria le exigió pasar todo el día dividida entre las materias convencionales y las prácticas de taller, pero fue acostumbrándose a ese ritmo con la vista puesta en que al finalizar seguiría Ingeniería Electrónica.  

Además, como si hubiera adivinado el futuro, aprovechó que quedaban cupos libres para hacer de forma adelantada en 6° año las pasantías laborales. Es por eso que el efecto de la pandemia en 2020 cuando cursó 7° año la afectó de otra manera.  

“Fue una disrupción muy grande para todos porque no entendíamos absolutamente nada y hacer cosas que por ahí con nosotros era algo más manual, fue muy complicado tener que aplicar esos conocimientos, pero nos recibimos igual”, resaltó la joven que fue abanderada. 

A pesar de todo y que su familia fue afectada por pérdidas derivadas del Covid encontró también en los docentes un refugio: “El colegio se destaca mucho por esa calidez humana de acompañarte y de siempre estar ahí para vos conteniéndote”. 

Salida al mundo 

Las pasantías las realizó porque así se lo designaron en la empresa Macoser, ubicada en el Parque Industrial. Ahí comenzó su etapa de ascenso y se transformó en un periplo de 12 meses de aprendizaje y formación desde otro lugar.  

“Era todo nuevo, yo nunca había trabajado, pero sí estuve en contexto de taller. Al inicio estuve dos meses en Producción donde preguntaba y era curiosa por todo porque tenía una necesidad de aprender, de ahí me derivaron a Calidad donde redactaba instructivos, controlaba lo que venía de afuera. En 12 meses nutrís toda la teoría que viste en la escuela”, sostuvo orgullosa de la educación que recibió.  

Llegó el momento de cursar 7° año y con la pandemia aún vigente optó por hacer el seminario de ingreso adelantado de UTN en Ingeniería Electrónica, pero todo cambió en febrero cuando sonó su teléfono.  

“Me llamaron de Macoser, yo ya sabía que cuando fuera a la universidad iba a tener que trabajar por mi realidad económica y social. En la entrevista me dijeron que la vacante era para Producción y cuando me vio mi jefa me capacitaron para ser auditora de calidad, que era el área donde yo ya había agarrado el gusto”, recordó.  

No fue nada fácil ese traspaso, debía chequear todo lo que se hace en la fábrica y muchas veces le tocó dialogar y pedir que se corrijan a compañeros que tenían décadas trabajando allí. “El colegio también me dio herramientas para negociar, aprendí sobre lo técnico y eso me respaldaba porque yo había aprendido como eran esos procesos”, aseguró.  

Al final, la carga horaria de trabajo desplazó a la idea de la Ingeniería, encontró con el tiempo una vocación por otra área como es el marketing y esa carrera es en la que se forma actualmente.  

Cumbre 

Las cualidades de Micaela sobresalían solas y desde la misma empresa la postularon en el Seminario Propyme, algo que la tomó por sorpresa y resultó una experiencia muy valiosa.  

“No sabía que iba a haber tantas personas, eran 1000 empresarios de distintos sectores y en mi caso fui seleccionada con Santiago Romero de la Escuela Roberto Rocca para compartir en primera persona cómo yo viví ese proceso desde el colegio técnico y como me vinculo después con la empresa y termino haciendo toda una carrera profesional ahí”, describió todavía sorprendida.  

La historia de Micaela es de superación, explica por sí sola las oportunidades a las que enfrenta la vida y como los giros del destino terminan dando lecciones. Podrá ser una especialista en marketing, una supervisora de calidad, una líder, pero cada una de esas mujeres no existiría sin esa que al inicio de la entrevista dijo haber salido del barrio y egresado del Teodoro Asteggiano.