Hace mucho calor en casi todo el país, pero a millones de personas lo que más les afecta es la posibilidad de no tener comida siempre en su mesa. La situación se repite en todo el territorio nacional, a lo lejos en otra provincia y también en San Francisco.  

El hambre y la pobreza son temas que no se van de la agenda argentina y esta época no viene a ser la excepción, sino que la crisis económica agrava la situación. Esta semana se conoció un comunicado de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que advirtió que "cientos de miles de familias" en el país tienen problemas para "alimentarse bien".  

En el texto señalaron que "la comida no puede ser una variable de ajuste", por lo que los comedores comunitarios, entre otras instituciones sociales y religiosas, deben recibir asistencia "sin dilación" para que la situación "no profundice la crisis alimentaria", en referencia al corte de las ayudas del Gobierno nacional.  

En San Francisco y Frontera los comedores, merenderos y otros espacios de ayuda social también atraviesan un momento muy complicado.  

Pedido  

El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, pidió que “no se afecte la alimentación y los derechos básicos de las personas más vulnerables”, en coincidencia con el documento de la CEA.  

En este sentido, manifestó que en las últimas semanas hubo un aumento significativo de personas que buscan ayuda en las distintas sedes de Cáritas parroquiales. Señaló que comprende que existe una nueva gestión gubernamental y que quieran revisar cómo se administraba la ayuda del Estado, “pero el alimento, sobre todo para los sectores más vulnerables, especialmente para los más chicos, no se debe esperar”. 

Asimismo, expresó a El Periódico: “Hay un diálogo con la administración actual para que se supere esta situación que se ha dado en este último tiempo de falta de la llegada de los alimentos como se estaba haciendo habitualmente. Esperemos que esto se solucione”.  

Cáritas Diocesana tiene a cargo el comedor La Virgencita en barrio Parque, un lugar que es un termómetro para conocer de cerca cuán urgente es administrar medidas sobre la pobreza.  

“Se han acercado muchas personas –reveló el obispo-, no solo de barrio Parque, sino de otros sectores. Hay una gran preocupación por el costo de los alimentos, el poder adquisitivo se ha derrumbado, mucho más en quienes no tienen un trabajo formal o dependen de changas”. 

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Comedores con urgencias 

En la semana también se conoció el reclamo que realizan comedores comunitarios para que se actualicen partidas atrasadas de alimentos que envía el Gobierno nacional. Fue en paralelo de la decisión del Gobierno de revisar el otorgamiento de partidas y quitar intermediarios. Sin embargo, contrariamente, luego se informó que entregará ayuda a través de iglesias evangélicas, por lo que no quita intermediarios.  

Los espacios que reciben estas ayudas son parte del Registro Nacional de Comedores (Renacom) y uno de ellos es el Merendero La Amistad, en Frontera, ya que cuenta con el requisito de tener personería jurídica. A esa nómina se refería la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello días atrás cuando dijo que serían los destinatarios de ayuda social cuando los convocara y de acuerdo a lo que necesite.  

“Tener personería jurídica requiere de papeles y gastos, escribanos, contadores y un merendero en realidad surge de los yuyos entre un grupo de gente que quiere ayudar un poco a los del barrio”, dijo Gonzalo Giuliano Albo, que integra este espacio.  

Siguiendo con su análisis explicó que la gran mayoría de los merenderos no tienen personería jurídica y no están en el Renacom. Eso significa que seguirían excluidos de recibir alguna ayuda. “Si van a tratar con los comedores del Renacom eso sería el 2% de la realidad del país”, aseguró.  

¿Alcanzan esos aportes? Desde el merendero afirman que no. Y agregan que antes de las elecciones Paso 2023 este espacio recibía una ayuda del Gobierno de la provincia de Santa Fe, pero tras los comicios se recortó el gasto y eso afectó mucho el funcionamiento.  

“Nosotros recibíamos fondos del Programa social nutricional, era un monto mínimo con el que se podía comprar solo alimentos. Eran 100.000 pesos, después de las Paso los dejamos de recibir y estamos haciendo trámites, insistiendo, pero todavía no hemos recibido nada. Ahora estamos haciendo una olla popular por semana sacándola de la nada”, lamentó. 

En aquella época realizaban tres comidas semanales, ahora juntan alimento por alimento para saber si llegan a hacer una olla popular en la semana. Ese dinero sale del rebusque de los integrantes de La Amistad. 

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Caídos del sistema 

Son miles de espacios comunitarios en el país los que no están en el Renacom y se solventan a partir de donaciones. Uno de esos lugares es Belén Casa de Pan, que es atendido por Lorena Artaza también en Frontera.  

“Si tenemos para tres cenas le damos tres veces”, indicó, pero la situación no es estable: “Empezamos la semana sin nada y vino una señora me dio trozado y otra trajo fideos y les hicimos”. 

En este lugar la comida se les da a los niños, cuando se puede hay cenas y si no se intenta darles la merienda. Su subsistencia depende de las donaciones y la buena voluntad de terceros, si es dinero se busca un negocio que “haga precio” para comprar en cantidad.  

Todos los días van alrededor de 30 pequeños al espacio de Av. Sastre 944. En ocasiones se les entregan juguetes cuando reúnen una cantidad y también ropa o útiles.  

En La Amistad apelaron a otra modalidad. “Cobramos una cuota de 200 pesos y con eso se junta dinero para comprar y tratamos de hacer lo que podemos. Servimos hasta agotar todo porque cada persona tiene tres o cuatro atrás de sus familias”, agregó Albo y sumó que con el inicio de las clases y los precios de los útiles escolares se van a materializar aún más las diferencias sociales. Y advirtió: “Va a llegar un momento en que no vamos a dar abasto”.