Muy querido en la ciudad, Jorge Bianchini dejó de ejercer su profesión como médico allá por el 2006, pero desde entonces se las arregló para mantenerse activo y vinculado a la medicina. Ya sea en su trabajo en el Centro de Medicina Nuclear de San Francisco, del cual es uno de los socios desde hace 32 años, como en otras actividades, como la que tuvo durante 10 años al frente de un programa de divulgación en temas de salud en televisión.

Bianchini, que tuvo además un paso en la función pública al frente de la Asistencia Pública, es lo que se define como un médico clínico de familia o de cabecera de vieja escuela y defiende un ejercicio de la profesión con más tiempo para escuchar y atender a las personas que son pacientes, en lugar de la consulta rápida y los estudios complementarios casi por obligación.

En la entrevista en Yo Digo, el programa que se emite por El Periódico TV y El Periódico Radio FM 97.1 (martes a las 19), explicó por qué cree que la consulta médica suele hacerse tan rápido en la actualidad y, en oposición a la idea de que para patologías complejas hay que atenderse con profesionales de Córdoba o Buenos Aires, subrayó que en San Francisco hay muy buen nivel de medicina, tanto en la parte privada como pública.

- ¿Qué lo llevó a estudiar medicina? 
- Un par de años antes de empezar a estudiar se me despertó la vocación fundamentalmente por ayudar al otro, es decir, cómo ser útil a la gente y de qué forma. Tuve también mis dudas, porque cuando fui a Córdoba la materia de Anatomía eran cuatro tomos de mil y pico de páginas cada uno, más otros tres tomos de sistema nervioso. Así que me vine al mes y me dije voy a hacer lo que era mi papá en esa época, trabajar en una fábrica. Y después recapacité, volví y opté por la medicina, de lo cual no estoy arrepentido.

- Usted es especialista en cardiología y se lo podría definir como médico de familia o de cabecera, algo que ya casi parece desaparecido. ¿Qué perdemos con la desaparición de la figura del médico de familia?
- Yo empecé acá como médico interno en el hospital, me hice cardiólogo después. Vine acá en el 70 y rendí la especialidad en Córdoba en la década del 80, pero yo seguía haciendo las dos especialidades, la clínica y cardiología. Lo que a mí más me gustó siempre fue la clínica médica, es decir ver al paciente en forma integral. No en todos lados, pero ahora uno es un órgano a veces, y yo soy un gran defensor de la clínica médica. Tengo una muletilla, que no es mía, que dice que el médico clínico sabe poco de mucho y el especialista sabe mucho de poco. Creo que ahora se está revalorizando de nuevo esta figura del médico.

- Esto implica un médico que presta más atención al paciente, le dedica más tiempo y escucha un poco más.
- Exactamente. Inclusive cuando uno cursaba las materias los profesores de Córdoba en aquella época decían que si uno escuchaba al paciente, hace un buen interrogatorio, ahí se ve el diagnóstico, que el paciente en definitiva le dice al médico lo que él tiene. Pero obviamente que hay que saber interrogar, hay que tener paciencia. Después uno sigue con un examen físico prolijo desde la cabeza a los pies. No quiere decir que yo haya hecho todas las cosas bien, pero le daba mucha importancia al examen clínico y fundamentalmente a la primera visita.

- O sea, lo que usted dice es que con más atención, un papel y lapicera se puede tomar nota de los síntomas antes que ordenar los estudios como tomografías. 
- Todos los estudios, por eso se los llama así, son complementarios para ayudar el diagnóstico presuntivo que hace el médico clínico, que a veces se confirma con alguna imagen o laboratorio y a veces no. El diagnóstico muchas veces no es fácil, pero es fundamental hacerlo.

- No estamos diciendo que estos estudios complementarios no sean importantes. Sobre todo con los avances en la tecnología, lo que pueden detectar.
- Indudablemente, pero siempre guiado por el médico clínico de cabecera, porque por ahí hay alguna experiencia en el consultorio que dicen doctor vengo a hacerme una resonancia…

- Es decir que el paciente ya viene con el pedido.
- Claro, no digo que no necesite una imagen, pero vamos a ver en qué momento y si se justifica.

Jorge Bianchini, en el estudio de El Periódico Radio.
Jorge Bianchini, en el estudio de El Periódico Radio.

- Hay un comentario actualmente generalizado: ¿por qué hoy atienden tan rápido los profesionales médicos? 
Es algo multicausal, como todas las cosas. Si el médico trabaja en un sanatorio, un poco tiene la obligación de ver tantos pacientes en el día y entonces tiene que ponerlo cada 10 minutos, entonces hay que hacer rápido. Otra de las cosas es que como la remuneración de las obras sociales en general no es buena y en épocas como ahora de inflación si se pagan a los 60 o 90 días… La remuneración de los de los médicos no es buena, en general. Veía una huelga de los médicos residentes en Buenos Aires porque les pagan 300 pesos la consulta, entonces tienen que hacer mucha consulta en el día. Es complicada la eficiencia con el tiempo y con la retribución. Yo insisto en jerarquizar siempre al médico clínico y que el paciente sea respetuoso de su médico, es una relación de a dos, que no piense que la tecnología va a suplantar al médico. 

- ¿Cómo evalúa hoy el nivel de atención en San Francisco? Se lo pregunto porque sigue sonando esto de que hay que irse a Córdoba para determinadas cuestiones.
- Esa es una de las cosas que yo trataba de hacer entender a la gente, de que en San Francisco hay una muy buena medicina tanto privada como pública. Mi médico de cabecera me dijo hace unos años: “Si a vos te pasa algo importante, que te lleven al Hospital”. Y en la medicina privada casi todos los médicos instalados en San Francisco han tenido la suerte de hacer una residencia médica y tienen especialidad. Soy un gran defensor de la medicina de San Francisco. A veces yo sugería hacer una consulta en Córdoba o en Rosario cuando tenía dudas, que las tenía bastante frecuentemente, pero siempre orientadas por el médico de cabecera. No es cuestión de irse a Córdoba o Buenos Aires porque tampoco sabemos quién nos va a atender. Es como decir ¿qué va a saber este que vivía a la vuelta de mi casa y lo conozco desde chico? Creo que hay algo de eso. Indudablemente que hay veces que se necesita la consulta con un súper especialista y es lícito hacerlo para tener una segunda opinión, pero yo aconsejo orientadas por el médico. 

- Después tantos años en el ejercicio de la medicina, ¿qué cosas le dieron más satisfacción?
- La medicina hospitalaria, hice un año como médico interno y después me quedé en el servicio de clínica médico. Y fueron unos años espectaculares, para mí los mejores, porque nos juntábamos los médicos, veíamos a todos los pacientes y cada uno aportaba lo que sabía. Fue un aprendizaje muy importante. Y después hacíamos lo que se llama anatomoclínica, cuando se muere un paciente. Se le hace la autopsia y me acuerdo que íbamos los sábados los médicos de distintos servicios, se presentaba el caso y debatíamos qué enfermedad tenía y de qué murió el paciente. Fueron años inolvidables. Dejé de ir al Hospital y me equivoqué, porque vino el golpe de Estado en 1976 y aparecieron médicos que nunca habían aparecido por el Hospital, entonces me enojé y me fui. Me arrepiento hasta el día de hoy.

- ¿Y no intentó volver? 
- Sí, cuando me vine de Buenos Aires lo intenté, pero me querían hacer de nuevo el “servicio militar”, es decir las guardias y esas cosas, y yo ya lo había hecho. Yo había pagado el piso cinco años antes. Me quedó la espina.

- ¿Y en el trato con el paciente, qué satisfacciones le quedaron?
- Tengo una caja llena de cartitas de agradecimiento y eso no tiene precio. O la docena de huevos, el pollo o la botella de vino de gente muy humilde, que lo hacían de mucho corazón.