En 2014, y luego de analizarlo durante varios años, Israel Giurda decidió abandonar San Francisco y embarcarse en una travesía por Latinoamérica para ampliar horizontes.

La idea fue surgiendo con el correr de los años. “La decisión no se toma de un momento para otro. Hay muchas cosas que te llevan a tomarla”, aseguró.

Hoy, de regreso en San Francisco, contó algunos de los pormenores de su aventura.

La decisión y el primer viaje

Su iniciativa tuvo muchos condimentos: “Yo crecí bajo un concepto religioso que me llevó a buscar un respaldo espiritual. Leí al apóstol Pablo y el loco viajó por todo el mundo antiguo, entonces yo pensaba qué tan equivocada estaba mi idea de vagar. Toda la gente que fue sabia, conocedora de filosofía, fue gente que se movió en el mundo. Inconscientemente siempre estuve en la búsqueda de lo que existe más allá de lo que nos enseñan. Y siempre hay personas que te limitan”, explicó el viajero.

La idea nació, según contó, desde muy pequeño: “El concepto de viajar lo tenía desde muy chico, de preguntarme qué había en el mundo. Después me metí en el mundo artístico, me empecé a inquietar, hasta que un día un amigo que también viajó por Latinoamérica nos dice a mi hermano y a mí ‘vamos al norte’. Y cuando llegue ahí dije ’esto es lo que tengo que hacer’”.

En esa oportunidad viajó al norte argentino a bordo de un Renault 9 donde permaneció por apenas diez días.

Por Latinoamérica

El segundo viaje nació en 2014. “Dije ‘me voy de nuevo’ y mi hermano me dijo lo mismo y ahí empezamos a proyectarlo y a tomar decisiones. No me quería escapar de la realidad que tenía. Empecé a acomodar mis cuestiones personales y a proyectar el viaje. Nos compramos un Renault 12 con mi hermano pero salió él. En junio de 2014 tomé la decisión de irme, sin saber cuál era mi destino, y el primero fue Paraná”.

A la ciudad entrerriana llegó invitado por unos amigos de aquella localidad que ya habían parado en la casa de su hermana en su paso por San Francisco. “Dije ‘el lunes voy para allá’. Y así fue”, contó Giurda.

El viajero recordó: “Me iba con prejuicios, porque te dicen cosas de cada país. La sociedad vive con mucho miedo y la sociedad no es nada que ver, el mundo en que uno vive es el mundo que uno crea. A lo que le temés es lo que te llega”.

Los aprendizajes

El hombre contó algunos de los aprendizajes que tuvo tras la aventura: “Yo no dije ‘me voy a viajar’ y empecé a vivir en la calle. Desde muy niño vivía en la calle, pero no en el concepto que se tiene, sino que fui criado a rebuscármela. Y el mundo se maneja de la misma forma. Los sistemas políticos son iguales en todos lados, las fronteras lo único que hacen es dividir, la Policía lo único que hace es ser marioneta del poder. Y no quiere decir que esté a favor ni en contra de personas que trabajan en instituciones, pero no creo que el camino de la felicidad sea la institucionalización”.

Y agregó: “Creo en los ideales pero no comparto los idealismos, porque son conceptos concretos de una idea y de una forma, porque cada uno tiene que tener un criterio personal de lo que son las cosas”.

Por último rememoró el primer choque cultural: “Cuando crucé mi primera frontera, que fue Paraguay, me encontré en la triple frontera y es fuerte. Te topas con un mercado que acá si no vas a Buenos Aires o Córdoba no te encontrás, y con otras realidades”.

Trayecto

Giurda viajó desde Argentina pasando por Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México.

Parte del trayecto lo hizo solo y parte con su hermano a bordo de un Renault 12. En algunos lugares, además, tuvo contacto con su hermana que también se encontraba de travesía. En Nicaragua, por su parte, se compró una bicicleta con la que viajó hasta el sur de Guatemala. La última parte, en tanto, la hizo a bordo de una combi junto a unos chicos que conoció en el trayecto.

Fueron alrededor de tres meses en cada país.

Lo más lindo

Consultado acerca de los lugares más lindos que conoció, el viajero afirmó: “Los choques culturales son muy fuertes. Cada lugar tiene su magia. Que hay lugares donde te sentís más cómodo es otra cosa. Todo el mundo es hermoso. Lo lindo de viajar es que te das cuenta de que hay más gente buena que mala”.

“El otro día me preguntaban por qué volví y no sé. Uno se transforma en lo que dice la canción de Facundo Cabral 'No soy de aquí ni soy de allá'. Para mí es lo mismo estar acá que allá”, concluyó sobre lo que se viene tras su regreso.