La tusca dorada es una de las pocas especies autóctonas que quedan todavía en nuestra región. En el caso de San Francisco hay uno sobre calle Güemes, en un sector de barrio Savio.

Su particularidad, además de ser una especie arbórea con más de cien años, por lo que debe preservarse, es su ubicación. En el lugar se están abriendo calles para lo que será el nuevo loteo Senderos de Horizonte, un sector donde se piensan edificar en el mediano plazo 94 viviendas.

El árbol se halla sobre la calle Güemes, por lo que desde la empresa que lleva adelante el loteo decidieron resguardarlo saliéndose unos metros de la línea municipal de la vereda y rodeándolo con el cordón cuneta.

“Se llama tusca dorada por el color de su semilla, además su corteza no es negra, sino que es también más rubia”, le cuenta a El Periódico la guardafauna Ernestina Saravia, quien explica que se trata de un árbol nativo de nuestra región.

La descripción botánica de la tusca indica que se trata de un árbol pequeño a mediano, de 2-9 metros de altura, posee una copa aparasolada, ramas ascendentes; hojas fasciculadas, verdosas intensas y amargas. Posee flores perfectas, completas, diminutas, 4 milímetros de largo; cáliz y corola tubulares, numerosos estambres, como pompones, compactas, amarillas, muy perfumadas.

Saravia aclara que al ser las únicas especies que quedan “no se deben tocar porque son referentes de la historia geológica y biológica del ambiente. Para que tenga ese cuerpo, esa estructura, frondosidad, tenés que hablar de más de 200 años de existencia”.