Dejaron la primaria por bullying, violencia o para salir a trabajar: hoy de adultos pudieron volver a estudiar
De lunes a viernes, un grupo de adultos asiste a la escuela primaria nocturna para adultos José Bernardo Iturraspe, que funciona en el edificio de la escuela Hipólito Yrigoyen. Sus historias.
Cada uno con una historia diferente pero todos con la misma ilusión, la de poder terminar sus estudios primarios. Cada noche, la escuela primaria nocturna para adultos José Bernardo Iturraspe, que funciona en el edificio de la escuela Hipólito Yrigoyen, recibe a estudiantes que promedian los 40 años, aunque también cursan adolescentes y adultos mayores. El miércoles 15 de marzo la escuela cumplió 110 años de trabajo en educación y hoy sigue vigente y con las inscripciones abiertas en Jujuy 205, de 19 a 21.
Los motivos por los que debieron abandonar sus estudios son diversos y algunos, tristes. Algunos debieron salir a trabajar, otros perdieron a sus padres y no encontraron el acompañamiento necesario a tan corta edad, incluso están los que sufrieron bullying y prefirieron abandonar, o los que padecieron alguna enfermedad que les impidió culminar las clases en tiempo y forma. Por mencionar algunos ejemplos. Una sociedad que culturalmente le impone mayores responsabilidades domésticas y de crianza a las mujeres tampoco ayuda.
Claudia Pioli, la directora, recordó que las clases están dirigidas a personas mayores de 14 años sin límite de edad que no hayan terminado la primaria. “El contexto social es bastante parecido pero a la vez diferente, hay gente que no ha podido terminar sus estudios cuando eran pequeños porque han tenido que salir a trabajar, o porque eran muchos hermanos y de pronto el más grande quedaba al cuidado del más chico, o porque vivían en el campo, hay un montón de historias”, sostuvo.
Pioli indicó que las clases están abiertas a todas las personas interesadas que residan en nuestra ciudad: “Son todas personas que tienen la necesidad y el deseo de terminar una etapa más de sus vidas. Tenemos personas jóvenes, como una chica de 17 años que por distintas problemáticas no ha podido completar sus estudios en su momento y lo está haciendo ahora, así como una mujer de 82 años. También viene gente de otros países, como Colombia y Perú. Asimismo hay personas de la zona rural, que saben que todas las noches tienen las puertas abiertas. Y hay una señora que viene con su hijo. Ian es uno más de nosotos, es un excelente chico. No es algo común, pero esto quiere decir que la posibilidad está abierta a todos los que residen en nuestra ciudad”.
Las historias
Lorena Juárez tiene 46 años y es de San Francisco. Fue hasta quinto grado hasta que por una enfermedad debió abandonar sus estudios: “Tuve que dejar porque la directora del colegio no me quiso recibir más porque yo tengo una enfermedad, epilepsia, y me discriminaban porque decía que yo a los chicos los distraía. Entonces dejé de ir por un tiempo y ahora quise empezar de nuevo”.
Juárez se mostró entusiasmada con su regreso: “Las clases me gustan mucho, ya vine el año pasado y ahora empecé de nuevo porque quiero seguir con el secundario. Tengo tiempo a la tarde y puedo venir”.
Junto a su hijo
Gracias a la posibilidad de asistir a las clases junto su hijo, Natalia Córdoba pudo retomar sus estudios. Oriunda de Córdoba capital, y luego de vivir casi 20 años en La Francia, San Francisco la recibió con los brazos abiertos.
“Aprovecho a estudiar ahora que puedo porque cuando los chicos eran chiquitos no podía. Tengo cinco hijos y nunca tenía tiempo para mí. Las que somos mamás, sabemos que primero los hijos y después nosotras. Y ese después nunca llegaba. Ahora tengo un nene de 10 años y ahora me dediqué a mí", dijo.
Estudiar fue una decisión que tomó a partir del apoyo de su hija: “Siempre me pidió que lo hiciera y yo por mis hijos, porque siempre ellos estaban primeros, nunca empezaba. O dejaba, porque aunque no parezca de grande es más difícil. Y ya el año pasado en junio o julio empecé, yo ya iba a otra escuela pero esta me queda más cerca de donde vivo”.
La mujer se quedó sin empleo en diciembre, pero igual se las ingenia para poder trabajar. Justamente tener horarios flexibles es lo que le permite poder ir a la escuela.
Pero también puede hacerlo a partir de la posibilidad que le dio la escuela de asistir a las clases con Ian. “Mi nene es un amor, él no tiene problemas para nada, algunos días lo traigo. Él va a la escuela a la tarde, sale y nos venimos corriendo para acá. Me acompaña porque vivimos los dos solos y no me animo a dejarlo solo”, comentó, recordando que en una escuela a la que asistía anteriormente no se lo habían permitido", dijo.
Seguidamente, agregó: “Acá nunca hubo problemas, me lo permitieron, porque sino no lo podría hacer, seguiría dándole la prioridad a mis hijos y yo no podría ir a la escuela”.
Ahora, Natalia sueña con terminar el primario y seguir el secundario para poder, algún día, ser una profesional. “Si Dios y la vida me lo permiten, quisiera hacer una carrera corta como para hacer algo en mi vida, siempre quise y me gusta mucho Recursos Humanos. Me cuesta mucho, pero la sacaré algún día”, cerró.
De la calle a la escuela
Claudio Ramos (42) retomó la escuela hace unos años. Fue a partir del impulso que le dieron desde Red Solidaria, quienes lo asistieron cuando murió su mamá y el dinero que obtenía de las changas que realizaba dejó de alcanzarle para pagar una pensión y debió mudarse a la explanada de la iglesia Catedral.
“Empecé a estudiar por trabajo, porque las fábricas te piden estudios. Estuve durmiendo en la calle un tiempo y gracias a Dios la gente me ayudó y pude seguir adelante”, recordó.
Respecto a los motivos por los que no pudo cursar en tiempo y forma, rememoró sus años de infancia: “Me crié en la Casa del Niño, antes era distinto, mi mamá trabajaba todo el día, no estaba la Asignación por Hijo, y mi mamá tenía que hacer de papá y mamá, y yo la hacía renegar y no iba al colegio. Ahora empecé de vuelta así que hay que seguir para adelante”.
Ahora, Ramos trabaja en una fábrica en donde realiza trabajos de pintura por la mañana y la tarde. “A veces cuesta porque es medio pesado el laburo, pero hay que seguir para adelante, arranqué el año pasado pero cuando enganché este trabajo tuve que dejar porque tenía que hacer horas extras, ahora se abrió una fábrica y me dijeron que estaba todo bien, que puedo seguir estudiando”, sotuvo.
Su deseo, en ese momento, es poder encontrar un trabajo seguro y estable: “Hoy laburo todo el día bajo el sol, pero estoy alquilando, en ese sentido estoy bien”.
Otros testimonios
Verónica Carusillo (44) es de San Francisco. Intentó hacer sus estudios primarios varias veces, pero sin éxito. Ahora arrancó nuevamente, con la idea de poder aprender más.
“Dejé la escuela cuando tenía 14 años y preferí ir a trabajar, no quise seguir porque me veía grande al lado de los otros chicos, prefería trabajar”, dijo.
Ahora trabaja durante la mañana y a la tarde se toma su tiempo para hacer cosas en su casa. A la tardecita, en tanto, va al colegio. “Ya había compañeros que conocía del año pasado y con otros nos estamos conociendo, me gusta el grupo y como nos enseñan”, reflejó.
Por su parte Sandra Córdoba, nacida en Rafaela, dejó de lado los estudios para criar a sus hijos. “Supe venir una época a la escuela pero tenía una hija adolescente y otro trabajo en el que salía tarde, así que renuncié a todo hasta que mi hijo tuviera una edad como ahora, que es grande y ya está criado y crecido. Y tengo un trabajo en el que salgo a las 17 y me da tiempo para ir a la escuela”, contó.
Córdoba perdió a sus padres a temprana edad y sintió esa falta de acompañamiento: “Cuando te faltan tus padres como a mí, que quedé huérfana de chica, uno va un poco a cada lado. Pero hoy quiero retomar la escuela porque me hace falta. No es que no sepa, sino que mi mente tiene que estar en practica”.
“Quiero terminar la secundaria porque me hace falta muchísimo, me faltan armas en la vida. Mis hijos me decían que viniera años atrás pero no podía. Ahora cambié de trabajo, acomodé todo y este año dije ‘es el mio, quiero terminar la escuela’. Y acá estoy”, sumó.
Otro caso de adultos retomando sus estudios es el de Verónica López (37), que sufrió problemas con su expareja y tuvo que priorizar el cuidado de sus hijos por sobre otros objetivos.
“El año que pasó estudié, pero venía salteando, venía un día sí y uno no por mi hijo, porque tengo un nene de 3 años y otro de 13. Además no podía venir porque tenía problemas con mi expareja”, manifestó.
La mujer, además, sostuvo que si bien hizo el primario y el secundario, no aprendió lo necesario ya que sufrió bullying por parte de sus compañeros por una situación que pasó de chica: “Sentí desprecio”.
“Este año estoy libre, tranquila, en paz, nadie me molesta. Mi hijo más grande se queda de sus compañeros en el barrio, hay buenas familias, y al más chico lo dejo en la guardería, me puedo mover tranquilamente”, explicó López, que aseguró que desea avanzar “con los números”.
Sobre sus compañeros, en tanto, apuntó: “Son amables, son buenos y la directora es un amor, me tiene que tener paciencia, pero de a poco voy aprendiendo, tengo fe y voy a seguir viniendo”
“Mi marido me apoya, quiere que estudie, que sea alguien en la vida, que siga contabilidad, pero le dije que todo a su tiempo”, cerró.
Otro de los estudiantes es Pablo Carusillo (42), que es de La Francia pero vive en San Francisco.
Carusillo empezó a estudiar animado por su hermana y su novia: “Me hicieron entusiasmar y empecé”.
“Lo que más me interesa es estudiar los números, vamos a ver si puedo terminar el año. Trabajo mañana y tarde y esta hora me queda libre, las clases me parecen interesantes, me están entusiasmando”, concluyó.