Javier Cabrera (47) sale en su Guerrero Trip con carrito enganchado y varias máquinas en su interior. Lo hace desde su casa en calle Esperanza, de barrio Parque. En el recorrido saluda a diestra y siniestra a todos los que se cruza por el camino.

Nacido y criado en ese sector de la ciudad, conoce a casi todo el mundo en aquellas latitudes y en gran parte de San Francisco, no solo por su trabajo como jardinero sino también por sus años de fútbol amateur.

“Javito”, como lo llaman todos, es un personaje de la ciudad y aunque lo sabe, no hace alarde de ello. Se dedica a hacer jardinería general desde hace más de 15 años. Antes trabajó en fábricas, pero cuando descubrió el mundo de las plantas y el paisajismo sintió el llamado de la naturaleza y se convenció de que era lo que quería hacer.

“Arranqué trabajando por un tiempo con una paisajista que me enseñó muchas cosas; ahí le fui agarrando la mano, me gustó y sentí que era lo que quería hacer. No dependo de nadie, manejo mis tiempos, soy mi propio patrón y eso es lo mejor que hay”, confiesa.

El barrio y el trabajo

Nacido en 1974, hijo de empleados municipales, José “el chino” Cabrera -ya fallecido- y Graciela Perassi, Javier es el tercero de cinco hermanos que de chiquitos se las rebuscaron para ayudar en casa.

“Empecé a trabajar a los 12 años-cuenta-, como peón de albañil, juntaba cartones, no tenía vergüenza de nada. Mi viejo trabajaba en la Municipalidad en la recolección así que yo sabía lo que se podía juntar para después vender. En tiempo de fiestas salía a juntar botellas, siempre me defendí solo y me las rebuscaba”.

Con una máquina o la “redonda”, Javier se destaca en el verde césped

Aunque tuvo posibilidades de trabajar como empleado municipal, casi por tradición familiar, denegó esa oportunidad para desempeñarse por su cuenta.

Por otro lado, “Javito” no reniega de su barrio, por el contrario, se muestra orgulloso de continuar viviendo en Parque, pero reconoce que en los últimos años la situación no es la mejor a causa de las drogas que hacen estragos en muchos jóvenes.

“Este siempre fue un barrio de trabajadores, yo nunca me sentí discriminado por decir que era de barrio Parque. Lamentablemente ahora están un poco mal las cosas, los chicos se están echando a perder por la droga en lugar de buscar una salida, un trabajo. Algunos se mandan sus mocos y parece que eso hace quedar mal al barrio. Pero yo nunca me quise ir de acá”, asegura.

La competencia desleal

Aunque las tareas de jardinería general varían según la temporada, para Javier el trabajo es durante todo el año: “Por ejemplo en otoño comienzan las podas de árboles, el recambio de plantas, hay muchísimas cosas para hacer. Es un poco más tranquilo que en verano porque el pasto se mantiene más corto, pero también uno tiene que andar”, remarca.

En varias oportunidades, Javier y otros jardineros de años de trayectoria habían pedido al municipio un registro de personas que desarrollan esa tarea para regular diversas situaciones, una de ellas, la competencia desleal en los precios.

“Hoy en día hay muchos que con una máquina y una escoba te ofrecen cortar el pasto por 200 pesos; no son jardineros, te cortan el pasto, después me llaman a mí para que arregle algunos desastres que se mandan. La jardinería, la limpieza de plantas, la poda, es lo que más tiempo te lleva, porque cortar pasto lo hace cualquiera, aunque también hay que ver también cómo te lo corta”, explica.

Cabrera cuenta que existe buena comunicación con los colegas y hasta se ponen de acuerdo en mantener un precio por sus trabajos, asegurando: “Pretendemos que si un cliente te cambia que lo haga por otro que ofrece un mejor servicio, pero no por el precio”.

Por esto, manifiesta: “El que tiene ganas de trabajar de esto puedo decirle que hay trabajo, el tema es hacerlo bien, con responsabilidad para ganarse la confianza del cliente pero sobre todo, mantenerla, eso es fundamental”.

Con una máquina o la “redonda”, Javier se destaca en el verde césped

Siempre rodeado de verde

A pesar de pasar la mayor parte de sus días rodeado de plantas, árboles y césped, “Javito” espera deseoso la llegada de los sábados para hacer de las suyas en otros espacios verdes, esos rectángulos marcados y adornados por arcos metálicos que son las canchas de fútbol.

Allí, siempre con la “10” en la espalda, pasa horas con los muchachos y es uno de los más conocidos por su larga trayectoria en distintos clubes y ligas de la ciudad. 

Recuerda que empezó el Baby Fútbol en Barrio Jardín, tuvo un paso por Sportivo Belgrano y después jugó en varios equipos de la vieja liga Amateur como Presidente Roca, 1° Mayo, La Florida, entre otros.

“De eso estamos hablando hace 20 años, cuando la liga era muy fuerte y daba gusto jugar ahí. Espero que ahora que la han reactivado la mantengan de esa forma”, confía. A la vez brinda su opinión al respecto: “Deberían hacer como era antes, sería lindo que los clubes incluyan a los juveniles en categorías como la reserva y la cuarta. Para sacar un poco a los chicos de las calles”.

Luego, entre risas, declara que aún no pretende dejar el fútbol ni menos todavía el tercer tiempo. “Siempre jugué de enganche, de 10 o de wing-extremo-, aunque me defendía en varias posiciones. Por eso los sábados de fútbol son sagrados para mí y mi señora lo sabe. Y lo más lindo cuando termina el partido es compartir con los amigos el asado y la tarde. Eso todavía se disfruta mucho”, afirma con una sonrisa.

“Javito” pasa la vida de césped en césped por San Francisco, haciendo figuras tanto con una motoguadaña o tijeras como así también con la redonda.

"Javito" siempre con la "10".
"Javito" siempre con la "10".