“Nuchi” es una vecina de barrio Corradi de San Francisco que llegó antes de las 18 del pasado lunes a la sede de la Asociación Civil Amigos del Bien para abonar la cuota contribución por una silla de ruedas que una amiga tuvo que solicitar en esa entidad solidaria.

En la esquina de España y Cabrera, “Nuchi” hizo fila para ingresar al edificio, junto a otras cinco personas que aguardaban.

“Mi amiga tuvo un accidente y sufrió una lesión en la cadera, por eso necesitaba una silla de ruedas. Me dijo que los doctores le recomendaron que la pida acá y yo me ofrecí a ayudarla, soy la garante y vine a pagar la contribución”, le cuenta la mujer a El Periódico. “Es la segunda vez que me toca pedir ayuda en Amigos del Bien y hay que agradecer el trabajo que hacen”, agrega.

Por su parte, Paula se encuentra con su hijo esperando para devolver una bota ortopédica que tuvo que usar el pequeño tras un accidente. “Vinimos acá a buscarla porque en otros lugares nos pedían un precio muy alto. Me sacaron de un aprieto porque con todos los gastos que tenía se me iba muchísimo alquilarla en un privado”, sostiene.

Diez minutos después de abrir sus puertas -de lunes a viernes de 18 a 20-, la sala de espera del lugar se llena de rostros preocupados o ansiosos al aguardo de ser atendidos y esperando una ayuda a sus problemas: personas que van a solicitar una medicación a la farmacia, parientes o amigos de un accidentado y hasta vecinos que actúan de nexo y que averiguan condiciones para alquilar algún elemento ortopédico.

Las historias que se escuchan en las distintas “secciones” de Amigos del Bien son un reflejo de las dificultades que atraviesan muchos sectores de la sociedad, en un contexto social azotado por la crisis económica y social que se agudiza.

Las "chicas" del roperito solidario siempre brindan una cordial atención.
Las "chicas" del roperito solidario siempre brindan una cordial atención.

Alarmante demanda de medicamentos

La farmacia solidaria de la organización ha experimentado un aumento significativo en el número de personas que buscan asistencia para cubrir sus necesidades médicas básicas.

Mari, la secretaria de la farmacia, describe la actualidad con preocupación: "Ahora viene cualquier cantidad de gente todas las tardes. Con esto del dengue muchos vienen hasta pedir repelentes, que no tenemos, así que en ese sentido no los podemos ayudar; y todo para la fiebre y los malestares estomacales".

La situación se torna aún más compleja cuando se trata de pacientes con condiciones crónicas, como cáncer o diabetes, que también se acercan a la institución buscando una ayuda por la falta de medicación o porque las prepagas ya no les cubren sus tratamientos. "En los últimos meses empezaron a venir personas con enfermedades oncológicas porque no les mandan sus drogas y vienen a preguntar si tenemos medicación, pero nosotros lamentablemente no tenemos”, explica. Y agrega: “También llegan las personas con diabetes, porque las mutuales les han cortado las tiras de insulina y continuamente vienen y mientras tenemos le damos. Nosotros damos todo lo tenemos, siempre que nos presentan la receta médica”.

-¿Cómo funciona la farmacia de Amigos del Bien?

Mari: -Tienen que traernos las recetas, es lo primordial, sin receta no damos ni una aspirina. La receta y el documento, y si pueden una colaboración, pero eso se les pide después que le dimos el medicamento, nunca se deja a nadie sin el medicamento. Aunque la mayoría de las veces es muy poco los que nos dejan de colaboración. Por ejemplo, lo que son los antibióticos, que aumentaron una barbaridad, no les dan ni en el Hospital ni en la Asistencia, entonces vienen todos acá.

-¿La gente le dice por qué viene acá a buscar su medicamento?

Mari: -Mucho es por el boca a boca: ‘Andá a Amigos del Bien que te van a dar’. Pero también hay médicos que directamente les dicen a sus pacientes que vengan acá a pedir. Hay gente que tiene trabajo y que tiene que venir a pedir porque no le alcanza con tantos gastos que tiene y esto es algo que venimos viendo en los últimos meses.

La mujer comenzó a trabajar en la institución ad honorem, hace 40 años, cuando apenas finalizó sus estudios secundarios: “Vine para hacer algo, para ayudar y me quedé”, le dice a El Periódico. Pese a lo difícil de la situación actual, asegura que Amigos del Bien es parte de su vida, un servicio a la comunidad: “Escuchás y ves los problemas de la gente y no podés dormir a la noche, te parte el alma, pero tratamos de ayudarlos en todo lo que podemos y eso en parte es algo que nos gratifica”, reflexiona.

Ante la crisis, hay un grupo de Amigos que ayudan y sostienen

Escaleras arriba

Subiendo las escaleras hacia el primer piso, se encuentra el ropero solidario de Amigos del Bien, donde hay charlas, risas y un constante movimiento entre las voluntarias que seleccionan, acomodan y organizan las prendas, y aquellas personas que las llevan con distintas necesidades.

Ese lunes, las mujeres del roperito se encontraban ordenando la vestimenta de invierno y guardando en cajas las prendas de verano.

“Mimí” Dieguez (84) hace 20 años que asiste a la institución y habla alegremente con sus compañeras con una camisa en la mano. “Acá nos ves, abriendo bolsas y clasificando todo para ordenar: por estación, lo de hombre, lo de mujer, para niños, todo bien dividido y acomodado para que cuando llegan las personas a buscar podamos ofrecerle lo que necesitan”, informa.

Son un grupo de ocho mujeres que asisten al lugar los lunes, miércoles y viernes que se han convertido en verdaderas amigas, pero por sobre todas las cosas tratan de ayudar al prójimo: “Este es un espacio al que venís a dar algo, pero recibís mucho más porque la gente que viene ya te saluda y te hacés de conocidos. Es un lugar muy acogedor y es un placer cuando nos juntamos y más cuando podemos ayudar a alguien”, dice “Miní”.

Por su parte, Agustina es una joven voluntaria que colabora con organización desde hace cuatro años y describe el ambiente de la institución: "Me encontré con una institución muy completa, que brinda distintos tipos de ayuda, una gente hermosa. Yo les digo con cariño ‘mis viejitos’ y Amigos del Bien es un nombre que queda perfecto porque acá todos son amigos para todos”.

La joven, una más en el grupo de las mujeres del roperito, comenta que se inició en la institución porque hacía mucho que buscaba un lugar para hacer algo con su tiempo libre y también “para devolverle algo a la sociedad”. 

Agustina y las mujeres del roperito aseguran que la ropa con la que cuentan es de muy buena calidad y ellas se cercioran de ello. Para los que buscan prendas en el lugar, se les pide una mínima colaboración. "Y es por dos motivos -aclara Agustina-, porque nosotras además hacemos compras como frazadas, zapatillas y pañales y porque acá hay que pagar luz, agua. Se le pide un mínimo a la gente, la prenda más cara sale 400 pesos y no es que le cobramos a todos, depende de la situación de cada uno”.

En relación a esto, la joven cuenta que se encontró con todo tipo de realidades: “Por ejemplo, una mamá que su nena usaba bolsas en los pies porque no tenía para comprarle zapatillas y tenía que empezar la primaria. Más ahora cómo están las cosas, mucha gente que viene a buscar abrigo porque no le alcanza”, señala. 

La ortopedia, un pilar

El sector de ortopedia de Amigos del Bien es un pilar fundamental en la misión de brindar ayuda a la comunidad de San Francisco. Cuenta con un equipo comprometido y dedicado, tanto en la ayuda de aquellos que requieren dispositivos ortopédicos como para el mantenimiento y la recuperación de dichos elementos.

Silvio y Stella Maris son dos de los cuatro miembros del área -además de Edgardo y Graciela- y ambos han sido testigos de la creciente demanda y la importancia vital de este servicio.

Silvio, Graciela y Stella Maris, los integrantes de la sección ortopedia.
Silvio, Graciela y Stella Maris, los integrantes de la sección ortopedia.

"Es permanente la necesidad de la gente", comenta Stella Maris, reflejando la realidad que enfrentan día a día al atender a aquellos que buscan ayuda. Sin embargo, esta tarea, que realizan ad honorem, no está exenta de desafíos, como lo señala la mujer a la hora de tener que explicarle a quienes ayudan que cada prestación tiene una contribución necesaria para mantener los elementos, repararlos y tratar de recuperar aquellos que no les son devueltos.

En la sección de ortopedia se ofrecen una variedad de dispositivos ante diversas necesidades de las personas. Los más requeridos según detallan, son las sillas de ruedas, muletas y camas articuladas. Pero también cuentan con andadores, botas Walker, cabestrillos, inmovilizadores de rodillas, fajas, bastones canadienses, entre tantos otros elementos.

Una característica distintiva de Amigos del Bien es su enfoque en hacer que estos dispositivos sean accesibles para aquellos que los necesitan: "Cobramos muy poco el alquiler de los bienes. Los privados les arrancan la cabeza", explica sin tapujos Silvio.

En medio de historias conmovedoras de familias luchando contra la adversidad y la desesperación, los voluntarios de Amigos del Bien continúan su labor con dedicación y empatía.

Llamado a la acción

Las palabras de Miguel Ángel Diéguez, presidente de Amigos del Bien, resume el espíritu de la organización: "Es un servicio a la comunidad, dar algo, devolver. Hay muchas cosas por hacer. Lo hacemos con amor, cada compra de la farmacia es una barbaridad lo que nos cuesta, pero nosotros seguimos entregando lo que tenemos. Si le damos un medicamento para que alguien no pase dolor, o pueda curarse, para nosotros es suficiente”, indica.

Y por último deja un mensaje a la comunidad para seguir adelante con su importante labor: “Necesitamos gente joven porque todo esto nos supera, nuestra misión era ayudar al carenciado. Y cada vez hay más".

Ante la crisis, hay un grupo de Amigos que ayudan y sostienen