Carlos Ignacio Viramonte (39) se convirtió en 2013 en el juez más joven en asumir este cargo en el Poder Judicial de Córdoba. Hijo de un matrimonio también vinculado a la Justicia, sobre todo en el fuero penal, asume que su vocación puede estar relacionada a esta “herencia” familiar, aunque destaca que desde muy chico sabía qué quería ser cuando sea grande.

Nacido en Córdoba, educado en Marcos Juárez y de vuelta en la Capital para estudiar Derecho, Viramonte lleva, pese a su edad, una carrera destacada en el ámbito judicial.

“Nunca recibí una llamada de alguien para ejercer algún tipo de poder, presionarme o para tratar de influenciarme. Pero eso tiene que ver con el perfil que uno tiene o muestra”, afirmó en la última entrevista del ciclo Yo Digo de este 2022, el cual se emite por El Periódico TV y El Periódico Radio (FM 97.1).

- Fuiste el juez más joven en su momento en asumir en la provincia de Córdoba. Imagino que cuando sabían de tu edad, 30 años, la gente se sorprendía.

- En ese momento se sorprendía, hoy ya no tanto que estoy cerca de los 40 (sonríe). Pero en ese momento cuando me veían en el Juzgado había cierta sorpresa porque no era tan común que haya jueces tan jóvenes.

- ¿Y eso fue cambiando a lo largo de esta década en que cumplís este cargo?

- Antes era común ver magistrados que asumían a los 40 o 50 años, hoy por el sistema de designación de jueces que se exige los 25 años en adelante, inclusive en la provincia, se fue abriendo y hay mucha gente joven que asumió como juez.

- Lo importante es ser idóneo y estar a la altura de las circunstancias.

- Por supuesto. En ese momento siempre decía que la experiencia es importante para un cargo público como también la idoneidad. Es como la vida: hay personas que con experiencia no son muy buenas en lo que hacen.

- ¿Cómo surge la abogacía en tu vida? ¿Es una herencia familiar?

- Mis dos padres que hoy están jubilados son abogados y trabajaron en el Poder Judicial, en el fuero penal. Pero desde que tengo uso de razón quise estudiar Derecho y además ser juez. Siempre lo tuve en claro.

- Algunos de chicos sueñan con ser futbolista, lo tuyo ya era impartir justicia.

- Sí y creo que viene más allá de lo familiar. Cuando era muy chico me acuerdo que me molestaban mucho las injusticias con los compañeros del colegio, de ahí viene la vocación.

- ¿Algún hecho puntual te llegó a marcar?

- La pelea del más grande con el más débil o el bullying donde hoy afortunadamente hay más conciencia. Hay una anécdota que cuenta mi abuela donde yo tenía unos 4 años y le decía ‘abuela qué vamos hacer ahora con la Ley de Punto Final’. Se ve que lo escuché en ese momento y me quedó grabado del noticiero. Entonces desde que recuerdo siempre quise ser esto.

- ¿Tu infancia se da en la ciudad de Córdoba?

- Sí nací ahí y por razones laborales de mis padres de muy chico fuimos a vivir a Marcos Juárez. Hice el colegio y cuando terminé me fui a estudiar a Córdoba donde me recibí.

- ¿Y cómo se da tu desembarco a San Francisco?

- Trabajé en el Poder Judicial de la Provincia desde los 19 años como pasante, estaba en tercer año de la facultad. Estuve unos cuatro años así, fui luego empleado, entré como prosecretario y en 2012 se hace un concurso para ser juez. Cuando rendí tenía 28 años. Era mi primera experiencia en este tipo de concurso público y tuve la suerte de quedar en el orden de mérito para el interior y justo había una vacante en San Francisco. De un día para el otro me llegó la notificación y asumí un 16 de diciembre. Ya hace 9 años que estoy acá.

Viramonte participó del último Yo Digo de 2022.
Viramonte participó del último Yo Digo de 2022.

- ¿Qué sabías de esta ciudad?

- Tenía alguna referencia porque había venido durante un año a dar un posgrado, era coordinador. Venía una vez por semana a dar clases. Pero no conocía mucho más. La verdad es que me costó irme de Córdoba, extraño mucho a la familia, los amigos, los afectos. Me vine en ese momento con mi novia, con quien nos casamos y tuvimos dos hijos. Costó pero había que adaptarse. Pero como toda ciudad más chica es más tranquila para vivir, sobre todo cuando tenés hijos: las distancias, el tránsito… De todos modos viajo mucho a Córdoba porque sigo conectado con lo académico.

Percepción de la Justicia

- La percepción de la comunidad sobre la Justicia no es la mejor, se habla de que es lenta para resolver, que está politizada y que los fallos suelen darse a favor de los ricos y poderosos. ¿Qué pensás?

- Hay que distinguir un poco la justicia como valor que es fundamental para la paz social y los poderes judiciales. Es una institución, un poder del Estado y su función primordial es hacer justicia. La imagen de la Justicia y de los poderes judiciales está devaluada en la sociedad. Y hay que hacer autocrítica quienes integramos los poderes judiciales. También es difícil cuando la sociedad se guía por una imagen que a veces está más ligada a cierto poder judicial, siempre lo que más se escucha son los jueces de Comodoro Py, y a veces la gente no sabe que en Argentina, un país republicano, tenemos distintos poderes judiciales, de la nación y en cada provincia. A su vez existen distintos fueros, muchas veces la gente se guía para valorar lo que ocurre en el fuero penal. Lo cierto es que hay otros como el civil, de familia, laboral. En mi caso, desde que ingresé he tenido la suerte de trabajar con personas muy comprometidas. Mi perfil se fue delineando con las personas que me fueron formando. Siempre hay que redoblar los esfuerzos, es difícil porque los recursos son muy limitados.

- De todos modos el nivel de litigiosidad crece. Es decir, no sobra la confianza pero igual los conflictos se vuelcan a la Justicia.

- Es así y es una paradoja. La litigiosidad aumenta cada año sosteniblemente. En el fuero civil y comercial de San Francisco, donde intervengo, hay una estructura que hace 30 no se modifica y la cantidad de trabajo aumentó exponencialmente.

- ¿Cómo se le busca una vuelta a una situación de este tipo?

- En el fuero civil empezamos a implementar desde hace un tiempo los juicios orales donde lo interesante es que se mide mediante encuestas y estadísticas el nivel de satisfacción de usuarios, de abogados y los resultados son muy satisfactorios. Ahí la imagen se cambia. El Poder Judicial es como el árbitro en el fútbol, tenemos que cobrar faltas, penales, de acuerdo a leyes que no dictamos nosotros, sino otro poder del Estado. Y esa visión de que no existe independencia, de que está politizada, que es para ricos y poderosos hay que cambiarla con trabajo.

- Y esto que suele verse en otros lugares, la presión que ejercen los grupos de poder sobre la Justicia: ¿lo notaste en San Francisco, te tocó lidiar con eso más allá de no haber cedido?

- En mi caso particular trabajo en el fuero civil donde se manejan otros intereses o valores. Nosotros trabajamos cuestiones patrimoniales, de familia, hay una carga en todo conflicto de emocionalidad muy grande. Yo nunca recibí una llamada de alguien para ejercer algún tipo de poder, presionarme o para tratar de influenciarme. Pero eso tiene que ver con el perfil que uno tiene o muestra.

Carlos Viramonte, juez de nuestra ciudad.
Carlos Viramonte, juez de nuestra ciudad.

- En tu fuero han llegado causas de personas estafadas por terceros a través de su cuenta bancaria, donde el banco del cual es cliente tuvo alguna responsabilidad civil. La pandemia trajo este delito renovado.

- Hay muchos casos civiles. Tuve la oportunidad de fallar en otras cuestiones de derechos de consumidor con bancos, empresas financieras, proveedores, profesionales de bienes y de servicios, los que venden electrodomésticos o electrónica. Tenemos un microsistema de defensa del consumidor que protege al más débil. Lo que debemos hacer nosotros, en función de la prueba, es reconstruir los hechos y después ver si esos hechos encuadran en una norma que, repito, no la dictamos nosotros. Más allá de lo que a mí me parezca la norma, de mis íntimas convicciones, de mis valores morales, tengo que fallar conforme a la ley. Es la ley la que protege a los consumidores, al más débil. En el caso de las estafas bancarias (citó el fallo Urquía) resolví el fondo de la cuestión y determiné que había violaciones a la seguridad del proveedor y eso generaba responsabilidad civil, que es distinto al delito penal. Los autores son estafadores y de eso se ocupa el fuero penal. En el civil estaba en juego si el proveedor había incumplido sus deberes y si había responsabilidad civil que implica el deber de indemnizar, volver las cosas al estado anterior, hacer desaparecer el daño patrimonialmente hablando y pagar una indemnización. Fue un caso muy difícil.

- Fue un fallo el de Urquía que rompe ese mito de una Justicia para poderosos. Al menos en San Francisco.

- Sí, claro.

- ¿Qué justicia te gustaría ver?, ¿qué te gustaría que cambie?

- Un poder judicial con la posibilidad desde los recursos de brindar el servicio de justicia satisfactoriamente para la gente. Que todos los usuarios confíen y vayan a que le arreglen los problemas. La experiencia del usuario debe ser buena. Pero hacen falta más recursos, infraestructura, a veces estamos colapsados. Y como el árbitro del fútbol, la figura del juez es siempre contramayoritaria y debe decidir entre dos partes: uno te va a querer y el otro odiar. Pero lo importante son los argumentos, la fundamentación de las resoluciones para que la gente lo entienda y tomar una decisión que se comprenda y que no se crea que es algo arbitrario.