“La gente sabe lo que es el Cottolengo y también sabe quién es Mazuqui”
En un breve diálogo con este medio, el padre Edgardo Crotti defendió la obra de la institución ante las críticas vertidas por un vecino de la ciudad. Analizan medidas legales.
El padre Edgardo Crotti, director del Cottolengo Don Orione, prefirió por el momento no responder a las acusaciones de Antonio Mazuqui, vecino de la ciudad que asegura apadrinar a un interno de la institución y pidió poder verlo asegurando que desde hace cuatro años no se lo permiten.
El cura tuvo un breve contacto con El Periódico telefónicamente, donde sostuvo que analizaba si iba a realizar alguna acción legal contra Mazuqui, quien lo acusó de tener aislado a un interno.
“Hace siete años que estoy en el Cottolengo, no necesito explicar mucho. Si la gente dudara hubiese venido antes a ver qué pasaba, las puertas están abiertas. La gente reconoce el compromiso con la discapacidad que tenemos, sabe lo que es el Cottolengo y también sabe quién es Mazuqui”, sostuvo Crotti.
El Pequeño Cottolengo Don Orione de nuestra ciudad se destaca por la buena voluntad y el trabajo colaborativo de quienes llevan adelante esta obra. Se trata además de un espacio muy valorado por la ciudadanía.
Encadenado en tribunales
Desde las 8 de este martes hasta el mediodía, Antonio Mazuqui, vecino de nuestra ciudad reconocido entre otras cosas por este tipo de protestas, se encadenó en el interior del edificio de tribunales donde le hizo un pedido a la Justicia para que interceda y le dejen visitar a un ahijado que tiene en la institución.
Dijo luego que hace cuatro años no se lo permiten por denunciar que otro interno se encuentra “encerrado” en una pieza desde hace seis años: “Está bien, pero considero que es una habitación de aislamiento porque no tiene contacto. Me dicen que está judicializado, le pido a la Justicia un permiso para poder verlo también”, señaló a El Periódico.
Mazuqui recordó un acuerdo que hizo en 1995 con el cura Carlos Mora, que era visitar cada 15 días a su ahijado.
“Fui bendecido como padrino y si no tienen padre estos chicos el padrino debe dar una mano dice la Iglesia. Tengo que luchar entonces para que me dejen ver a mi ahijado”, agregó, indicando que cursó notas al obispo, a los curas, a los fiscales y hasta los gobernantes en el último tiempo.
“Pido autorización para ver a mi ahijado una vez por mes, si me quiere acompañar el sacerdote o el obispo que lo hagan”, cerró.
Los desencuentros entre Mazuqui y el Cottolengo no son nuevos, sino que datan de más de 20 años, con protestas fuera de la iglesia en muchos casos de parte de este vecino, quien concurría a visitar a los internos.