Guillermo Peretti evoca a su hermana Nora y recuerda un mundo de dolor que –sostiene- sigue conviviendo dentro suyo. Lo hace mediante un libro que escribió a mediados de la década del noventa pero que nunca hasta ahora había decidido publicar. Entiende que era una deuda pendiente con ella y también con Gustavo Gallardo, su compañero de vida, ambos secuestrados en San Francisco un 12 de mayo de 1976, poco tiempo después del inicio de una salvaje dictadura.

Presentes vio la luz días atrás en el Centro Cultural de San Francisco, donde fue presentado en sociedad. Es el primer libro de este abogado laboralista, miembro fundador e integrante de la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia.

- ¿Cómo nace este libro? ¿qué te llevó a escribirlo?

- El origen se remonta a varios años atrás, entre 1995 y 1998. El contexto histórico en su momento era otro porque a través de las leyes de obediencia debida y punto final, sumado luego al indulto, estaban los represores en libertad. Por eso en una especie de epilogo relato los cambios que vinieron años después. Lo que me surgió fue narrar la vida de mi hermana, las circunstancias de la detención, los motivos posibles que llevaron a eso, casi su seguro final dentro de La Perla porque todo indica que allí pasaron sus últimos días. También su infancia, sus tiempos estudiantiles, cómo se conoce con Gustavo en la facultad, cómo militaban en los 60. Ella se recibe en 1968 en un contexto internacional con el mayo francés, la guerra de Vietnam, la muerte del Che; en Argentina la Noche de los Bastones Largos, la dictadura de Onganía, el reclamo de la vuelta de Perón, la Triple A hasta llegar al golpe que implicó un plan sistemático de desaparición de personas que incluía el secuestro, la tortura y la ejecución. No sabemos qué pasó con sus cuerpos.

- ¿Cómo se convive con esta situación que definís, con tener un familiar desaparecido del cual sabés cómo terminó pero con ese agregado de que no hay cuerpo?

- Desaparecidos es una palabra que trágicamente convirtió a la Argentina en célebre. Empezó a escribirse en castellano en todos los idiomas. Un reclamo de afuera hacia adentro donde había un gran silencio de los militares claramente, pero de Poder Judicial, la Iglesia, los políticos, los colegios de abogados a donde pertenecían Nora y Gustavo. El desaparecido es una figura que sigue estando en un libro como este, en el nombre de una plaza o una calle. Más allá de esa frase de (Jorge) Videla de que son un ente, no están ni vivos ni muertos, creo que nunca dejaron de estar presentes. Yo lo viví con gran incertidumbre, con un niño menor en el caso nuestro que era mi sobrino Martín (Gallardo). A los hijos de desaparecidos se les mentía, se les decía que sus padres estaban de viaje. Mi papá era muy optimista con volver a verlos con vida, se resistía a que los hubieran matado.

Guillermo presentó su libro junto a su sobrino Martín Gallardo en el Centro Cultural.
Guillermo presentó su libro junto a su sobrino Martín Gallardo en el Centro Cultural.

- En el libro hablás de la complicidad de la sociedad civil con los militares. Brindás alguna teoría de por qué se los llevaron. Eso sumado al silencio que vino después.

- Creo que la Justicia pudo hacer mucho más. Había una denuncia inmediata de otras personas secuestradas esa noche pero no se hizo ningún intento de cerrar las rutas porque era una zona liberada para que operaran con tranquilidad los grupos de tareas que en este caso concreto venían de Córdoba pero con inteligencia previa que hacía la policía local. Creo que se juntaron dos hechos, lo político porque ellos militaban en el Frente de Izquierda Popular (FIP) y en aquellos años era “peligroso” ser socialista, izquierdista, comunista, peronista de izquierda, pero no creo que haya sido determinante eso porque del FIP no hay otro caso de desapariciones. Sí fue algo clave la participación en el Tampierazo.

- Su participación gremial porque ellos eran abogados laboralistas.

- Ellos atendían a muchos gremios. Por su protagonismo y el compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores cae de maduro que estuvieron en el Tampierazo (en 1973). Además quien fue orador esa vez fue Oscar Liwaki, quien desapareció la misma noche. Tampieri era una fábrica que estaba con un conflicto que no era el primero. Hacía 14 meses que no depositaba aportes, debía quincenas, el medio aguinaldo y la empresa estaba tomada, entonces la CGT declaró una huelga que generó la manifestación más grande de la historia de la ciudad a nivel laboral.

- Evidentemente molestaban.

- Molestaban. En esa manifestación personas que estuvieron cerca de Nora no eran violentas, pero se dio una circunstancia especial en esa jornada donde un grupo de manifestantes concurrieron al estudio de una de los directores del diario y se produjeron destrozos.

- Eso genera una editorial fuerte del diario La Voz de San Justo pidiendo severidad contra ellos.

- Claro. En abril, después del Golpe Militar, una editorial se preguntaba cómo los responsables del Tampierazo estaban en libertad ahora que volvía el orden. Nunca supe quién la escribió, pero fue pedirles la cabeza.

- Debe haber sido difícil soportar que se hablen cosas en nombre de tu hermana, con el intento de ensuciarla a ella, a Gustavo. ¿Cómo se sobrellevaba eso?

- Yo estaba en quinto año del secundario y había compañeros cuyos padres no querían que sus hijos se junten conmigo porque consideraban que tenía una hermana comunista o algo así. Me pasó de escuchar que se hable del caso sin conocimiento, lo que también sufrió Martín.

- ¿Vivías con miedo después del secuestro y ya como estudiante universitario?

- Vivía con cuidados. El mayor miedo era de mis padres que justo me iba a Córdoba a estudiar Abogacía.

- ¿El juicio a los represores, las condenas, lograron cerrar heridas?

- En parte sí, pero la democracia tuvo sus desniveles. Hubo un juicio ejemplar pero después tuvimos leyes de impunidad como la obediencia debida y el punto final y luego el indulto. Hasta que a inicios del 2000 se derogaron las leyes, se volvió a juzgar a los represores. La justicia lenta es preferible a la falta de justicia. Fue fuerte, cuando declaré en la causa La Perla como testigo estaba separado por un vidrio de los represores, entre ellos quien seguramente dirigió el operativo que secuestró a mi hermana. No es fácil porque es una mezcla de dolor, bronca, impotencia y de temor también.

Peretti participó del ciclo Yo Digo de El Periódico TV.
Peretti participó del ciclo Yo Digo de El Periódico TV.

- ¿Queda rencor?

- Uno siente dolor cuando escuchás que no fueron 30 mil, sino menos, pero eso es bajarle el precio. Si es genocidio o no, eso no depende del número. La ONU declaró genocidio al yugoslavo y hubo 8 mil víctimas. Acá hubo muchas denuncias, los 30 mil incluyen los desaparecidos, los muertos, el que recuperó la libertad, el niño recuperado. Es una estimación de lo que se hizo en la dictadura. No hay una cifra más certera o precisa, es una lista abierta y son los militares los que deberían saber al haber sido clandestina su represión.

- ¿Qué te hubiese gustado decirle a Nora y nunca pudiste?

- Yo tenía la esperanza de volverlos a ver, pensaba que iba a poder ejercer con ella la profesión. Tenía sus libros y apuntes. Esperaba compartir cosas que por la diferencia de edad en la infancia no pude. Después si tengo que dar una opinión ahora le diría que siento orgullo, tantas veces se dice que una persona no es consecuente con sus ideas, pero ellos vivían como pensaban, pretendían justicia social y en su vida eran consecuentes con eso. Le diría que la admiro, que tengo orgullo y que es un ejemplo.