El arbitraje es una profesión resistida, combativa, de la cual no siempre se dicen cosas lindas, pero poco se tiene en cuenta que quienes eligieron ser árbitros en su vida tienen un especial aprecio por ella. Adrián Romero (59) es uno de esos valuartes y su nombre se convirtió en leyenda dentro del basquet ya que este año cumple 36 años ininterrumpidos dirigiendo, aunque lleva 40 desde que se recibió siendo un adolescente.

El "Negro” como todos lo llaman es una persona muy simpática, conversadora y correcta tanto fuera como dentro de la cancha y eso le permitió ganarse el respeto de todos en el mundo del basquet. No es raro que haya elegido este deporte como profesión ya que se crió en una casa pegada al club El Tala de San Francisco, pero la vida le hizo ver que lo suyo no era ser jugador.

“En ese momento había una escasez de árbitros como existió siempre, es difícil encontrar gente que quiera esta profesión. Llegó un límite en que la Asociación de Árbitros le impuso prácticamente a cada club que tenía que mandar dos aspirantes. Yo jugaba en El Tala y me mandaron ahí”, dijo a El Periódico.

Tenía 17 años cuando empezó el curso y se recibió en 1984 por medio de una academia que organizó la Municipalidad dictada por el profesor Luis Rossi. De ese hecho pasaron 40 años, pero no ejerció en los primeros cuatro por incompatibilidades de trabajo ya que era coordinador de turismo y viajaba siempre. 

El buen temple y la formación le permitieron con el tiempo ser director de la escuela de árbitros un cargo que ejerció durante más de 30 años. En su palmarés también resalta que en Buenos Aires pudo titularse como instructor nacional de arbitraje y tomar examen a muchos de los que aún hoy dirigen en distintas partes del país.

Pasa el tiempo pero Romero sigue intacto.
Pasa el tiempo pero Romero sigue intacto.

Primera vez

Romero contó que la primera vez que le tocó dirigir un partido no fue la ideal, tuvo que hacerlo por un conflicto que amenazaba con dar por suspendida la final de básquet de mayores en 1984.

“Fue a los 17 años que empecé la academia, no habíamos terminado todavía y hubo un conflicto donde desde la Asociación dijeron que no dirigirían y acudieron a la escuela de árbitros, buscaron a los que mejor andaban y nos mandaron a dirigir la final entre Sportivo Belgrano y El Tala en cancha al aire libre”, relató.

Hugo Allasino, el “Corcho” Cavallo, Gabriel Andrés eran algunos de los jugadores en cancha y Miguel Aimasso (hoy presidente de la Asociación de Basquet San Francisco) era DT de Sportivo. 

“Así fue que empecé a dirigir en una final de mayores donde ganó los dos partidos Sportivo. Mi personalidad me ayudó a conseguir el respeto de todos por eso siempre digo que el respeto que recibo en la cancha es lo mejor que me pudo dejar el arbitraje”, afirmó.

Semanas atrás le rindieron un homenaje en San Isidro.
Semanas atrás le rindieron un homenaje en San Isidro.

La magia está intacta

Al “Negro” no lo asusta el paso del tiempo, no importa que hoy esté dirigiendo a hijos de los pibes que alguna vez reprendió en la cancha (por ejemplo los Blengini o en algún momento Tomatis), simplemente tiene una gran pasión por lo que hace y así disfruta cada designación.

“El básquet tiene una particularidad muy linda, tiene modificaciones constantes en las reglas, por ejemplo, con el paso cero ahora. Esas interpretaciones le dan una dinámica distinta por lo que es un desafío constante”, indicó el hombre que toda su vida fue vendedor y también se dedica a la actuación. 

Esa modalidad aseguró permite que los jugadores independientemente de su edad y categoría sigan reeducándose. La clave es que los más chicos entiendan que el árbitro no penaliza porque sí sino al revés: “Al final te aprecian porque se dan cuenta que les estás colaborando a que no hagan tantos foules”.  

Esas situaciones lo han hecho merecedor de cierto cariño. “Llegar a la cancha y ver el respeto con el que me reciben es algo muy importante y me emociona. Técnicos y jugadores que hace mucho no los dirijo me saludan con gran cariño o padres de chicos que hoy están en las formativas, no tiene precio eso”.

¿Pruebas? Hay muchas y una de las más lindas sucedió cuando la Selección U21 con Leandro Bolmaro jugó en su ciudad y los árbitros designados eran de la Asociación local, en ese momento “Cebolla” se le acercó para saludarlo y sacarse una foto con él. Aun cuando ese chico ya pertenece al mundo de los grandes del basquet lo seguía recordando con gran cariño y enorme respeto. 

Romero se convirtió en una leyenda, un tipo que es verdad que pisa un estadio y todos lo saludan. Discreto, sin gritar, explicativo y de andar muy elegante sigue corriendo por el parqué. El reglamento dice que los árbitros pueden dirigir sin parar hasta los 55 años y después renuevan cada año mientras pasen el examen físico, y vaya que el “Negro” todavía tiene mucho para dar y enseñar.